Son las 8:17 de la mañana cuando estás en la //Spandauer Gasthaus// llamando a la puerta de la habitación número 4. Hubieras podido esperar unos minutos más para llegar exactamente a y media, pero aprovechaste que la puerta de la calle se abrió al salir una señora para entrar tú; y de todas formas en tus instrucciones se te autorizaba a llegar un poco antes. Como sea, aquí estás. \n\n- ¿Herr Schmidt?\n- Un momento, por favor -responde una voz masculina al otro lado. \n\nAl abrirse la puerta encuentras a tu contacto. Moreno, vestido de traje, unos años mayor que tú. Tiene aspecto de estar en buena forma y desde el primer instante notas que se mueve de manera elegante y ligera pero con un cierto toque rígido como de disciplina militar. Encaja perfectamente con la idea que tenías en tu cabeza de cómo debe ser un espía.\n\n- Mi nombre es Adriana Slowinska -te presentas de manera seria-. Seré su acompañante en Berlín para sus visitas de hoy. \n\nNo puedes evitar echar una momentánea mirada por encima de su hombro tras la habitación; da la impresión de que no le gusta el detalle y te preguntas si no estará ocultando algo ahí dentro. \n\n- Llega usted con algo de adelanto -dice de manera cortante. \n- He recibido instrucciones para hacer una breve parada de camino a nuestro primer destino, y he pensado en adelantar un poco nuestra salida para no retrasarnos. ¿Podemos irnos ya?\n- Sí, claro -asiente él-. Deme un momento. \n\nTras esto cierra la puerta dejándote sola en el pasillo. //No es usted un caballero, Herr Schmidt//.\n\nAntes de un minuto vuelve a salir llevando un maletín en la mano. \n\n- ¿Vamos?\n\nUna vez en el coche los primeros minutos son de silencio. Mientras conduces se te ocurre que, después de que el enemigo te perdiera la pista al abandonar tu apartamento y desaparecer del Este, ahora deben conocer tu paradero de nuevo gracias al señor Schmidt; es posible que incluso os estén siguiendo ahora mismo. Aunque ¿para qué? Tienes sentado junto a ti al agente que mejor puede tenerte vigilada porque vas a acompañarle durante todo el día. \n\n- Su primera vez en Berlín, Herr Schmidt? -rompes el silencio sin dejar de mirar el tráfico; el espía no parece particularmente interesado en ti, pero tarde o temprano alguno tendrá que hablar y es mejor que seas tú quien haga las preguntas. \n- Sí -responde él lacónicamente. \n- Es una ciudad interesante. ¿De dónde es usted?\n\nNotas cómo te lanza una mirada por el rabillo del ojo antes de responder. \n\n- Hannover. ¿Es usted berlinesa? No reconozco su acento. \n- Mis padres vienen de Polonia. No conozco Hannover, ¿cómo es?\n- Aburrida. He oído que Berlín es más interesante, ¿lleva mucho tiempo por aquí?\n\nLa pregunta te hace sonreír involuntariamente por un instante: la situación es muy seria igual que lo es la misión, pero no puedes evitar sentir que todo este juego de estrategia que es el espionaje te gusta. Echarás de menos la emoción cuando vuelvas a Londres. \n\n- No se preocupe, no nos perderemos. \n\nAhora es él quien sonríe: //parece que estamos en tablas//. \n\n- ¿Puedo saber adónde vamos? -te pregunta.\n- Se me ha dicho que le lleve a comer algo antes de empezar nuestra ruta -respondes tú-. ¿Ha desayunado?\n- Gracias, ¿quién se lo ha dicho? Le agradeceré el detalle a mi vuelta. \n\nNo estás seguro de si te está poniendo a prueba simplemente porque es así como se hacen las cosas en este ambiente, tratando de sacarle información a todo el mundo en todo momento, o porque realmente sospecha que eres algo más que una simple guía. Da igual, no dirás una palabra fuera del guión. \n\n- Me han llamado esta mañana temprano, pero no puedo decirle mucho: creo que era una secretaria, no he preguntado de quién ha sido la idea. \n- Comprendo -sonríe como si no creyera una palabra de lo que dices.\n\nLa cafetería donde vais a desayunar está en una calle amplia y el local es grande, en ese momento hay bastante gente y se ve mucho movimiento. Al llegar tenéis la suerte de encontrar una pareja levantándose: ocupáis su sitio esperando que venga algún empleado a despejar la mesa, el señor Schmidt alarga una mano para coger el menú y empieza a ojearlo, tú miras a tu alrededor... Y te quedas petrificada. \n\nTras la barra los camareros van de acá para allá, nada especial en ellos excepto en uno: aún no te ha visto metido en sus ocupaciones, pero al darse la vuelta tú le has visto a él y no puedes creerlo. No hay ni la más mínima duda, es el: es Otto. \n\n<<choice "Violación de seguridad">>
- ¿Sí? -Es el único saludo de la enfermera que encuentras en la recepción por lo demás desierta. \n- Buenos días, tengo una cita con el doctor Breitling. \n- ¿Su nombre? -No parece una persona especialmente amigable.\n- Schmidt.\n- Siéntese -señala unas sillas cerca de la puerta-. En seguida le avisarán. \n\nTe diriges hacia los asientos, y cuando estás cerca de la pared aprovechas para estirarte un poco y echar por la ventana un vistazo al exterior. Nada: la señora Slowinska ha desaparecido y desde allí no puedes ver el misterioso coche que se detuvo en el camino. \n\n- //Herr Schmidt?//\n\nAl girarte ves a un hombre con bata blanca acercándote a ti con expresión muy seria. "Aquí nadie sonríe", te da tiempo a pensar antes de que llegue hasta donde estás y te alargue la mano. \n\n- ¿Doctor Breitling? \n- Soy yo. Acompáñeme, por favor. \n\nAvanzáis por un pasillo y, al llegar a la última puerta a la izquierda, el doctor Breitling la abre y entra; tú le sigues para entrar en lo que supones que será su despacho. El doctor cierra y le da una vuelta a la llave que estaba puesta por dentro en la cerradura. \n\n- Los documentos -dice sin perder la misma expresión de piedra.\n- Aquí -apoyas una mano sobre el maletín. \n- ¿Dónde está ella?\n\nParpadeas un instante. \n\n- Ha... La he perdido de vista. Al bajar del coche me ha dicho que entrara yo y se ha alejado de la clínica. \n- ¡¿Que ha hecho qué?! -La expresión del doctor es de alarma. \n\nNo te da tiempo a contestar: al otro lado de la puerta se escucha, aún a distancia, un golpe y lo que parecen gritos. El doctor Breitling te empuja hacia la ventana al tiempo que él se pega a la puerta del despacho. \n\n- ¡Váyase, yo les entretendré!\n- ¿Quiénes…? -Empiezas a decir. \n- ¡Rápido, huya!\n\nLa ventana se abre fácilmente, y estando en la planta baja salir al exterior es solo cuestión de atravesarla. Estás a punto de hacerlo cuando suenan golpes en la puerta al tiempo que se oyen voces al otro lado. El doctor Breitling te hace un gesto desesperado para que desaparezcas ya. Así lo haces, sales a una zona con césped oyendo aún a tu espalda los golpes y te diriges rápidamente hacia unos árboles que hay a solo unos metros.\n\nAun sin conocer los detalles lo que está pasando está bien claro: la señora Slowinska te ha delatado. ¿Cómo ha sabido que tu misión no era simple rutina? Kramer no había confiado en su propio equipo para el trabajo, ¿se lo habría dicho a alguien más? Quizá ese otro es el verdadero infiltrado y la mujer ni siquiera sabía nada hasta que ahora la han avisado de que se retire para detenerte. Pero ya da igual, solo tienes una posibilidad: desaparecer. Se acabaron las dudas, tomas impulso y sin más echas a correr a toda la velocidad que puedes. \n\nNada más salir disparado oyes gritos a tu espalda: supones que tus perseguidores han llegado a la ventana del despacho pero no te paras a comprobarlo, corres y corres a toda prisa entre la vegetación sin salir a campo abierto donde es más fácil verte y seguirte en coche. Si te van a atrapar al menos no les resultará fácil. \n\nAtraviesas arboledas, saltas muros, cruzas un pequeño puente, llegas a algo parecido a una nave industrial con aspecto de almacén de maderas, entras por el portón principal en el que ahora no hay nadie, sales sin ser visto por una pequeña trasera que encuentras abierta, sigues avanzando a toda prisa por otro bosquecillo corriendo siempre paralelo a una carretera con poca circulación, saltas otro muro, llegas hasta una zona de edificios aparentemente de viviendas y callejeas cambiando de dirección varias veces y tratando de recuperar el resuello. En un momento en el que cruzas un paso estrecho entre dos edificios ves una vieja puerta cerrada solo con un pestillo; no hay nadie por allí así que lo abres, encuentras lo que parece un trastero lleno de maquinaria oxidada y trozos de metal, cierras la puerta y respiras hondo. De momento has escapado. \n\nEl siguiente paso es destruir los documentos. De todo lo que llevas en el maletín los importantes son los que te devolvió el doctor Werthner, en ellos está la información secreta que debías pasar a tu contacto; así que te concentras en ellos dejando el resto. No llevas cerillas para prenderles fuego, pero en el cuarto descubres un grifo que da a lo que parece un sumidero de desagüe: suficiente. Pasas unos momentos haciendo pedacitos los papeles, los mojas todo lo que puedes, los retuerces, los vuelves a mojar, los estrujas y desmenuzas durante largo rato, y vas repitiendo la operación hasta que lo que queda empieza a ser una masa irreconocible. Sigues y sigues, ya estás seguro de que nadie que vea lo que tienes en las manos tendrá ni idea de qué puede ser; a continuación abres el grifo y de la masa de papel vas arrancando pequeñas bolitas y dejándolas caer por el sumidero dejando pasar varios segundos entre cada una y la siguiente. Pase lo que pase a partir de ahora al menos ya has conseguido que esta información no caiga en manos del enemigo. \n\nAhora tienes que llegar al oeste, lo que no será tan fácil. Por lo poco que has podido ver de Berlín debes estar muy lejos de la frontera, imposible llegar andando en poco tiempo; así que optas por el transporte público. De camino en coche te fijaste en los tranvías y viste las paradas con el cartel "Straßenbahn" y gente esperando: tu primer objetivo es encontrar la más cercana y empezar a moverte de verdad. \n\nCasi dos horas después te encuentras junto a una esquina con un periódico en las manos, fingiendo hojearlo mientras en realidad observas a lo lejos la actividad en la aduana que tendrás que cruzar para llegar al oeste. No parece que haya un aumento de la seguridad en comparación con cuando estuviste allí antes: en el paso para vehículos se pide la documentación y ocasionalmente se echa un vistazo por encima al maletero de los coches, y los peatones aguardan en la cola tranquilamente y sin que nada parezca anormal. \n\nDurante todo el camino hasta aquí has estado dudando entre tratar de cruzar aquí o salir de Berlín y buscar otro camino, pero has llegado a la conclusión de que no tienes alternativa: sin contactos, con una cantidad limitada de dinero y sin conocer el terreno está claro que tarde o temprano te acabarán atrapando, así que tu única posibilidad es la que tienes delante. Si te están buscando en otra parte, si realmente el enemigo no pensaba que estuvieras en una misión importante o si por cualquier otra razón nadie ha dado la alerta aquí, con tu pasaporte y el papel que autoriza tu estancia en Berlín Este durante el día de hoy cruzarás la frontera y lograrás escapar. \n\nNo vale la pena pensarlo más. Doblas el periódico bajo el brazo, respiras hondo y tratando de parecer tranquilo empiezas a caminar hacia la cola de peatones de la frontera. \n\n- Documentación -te dice lacónicamente el agente cuando te toca el turno. \n- Aquí tiene. \n\nLos segundos se te hacen interminables. El hombre te mira fugazmente, examina el pasaporte y el pase y vuelve a mirarte. \n\n- ¿Cuánto tiempo ha estado en Berlín Este?\n- Solo unas horas. He venido por una entrevista de trabajo. \n- ¿Sobre qué?\n- Represento a una compañía de material médico. He traído información sobre nuestros productos. Puedo enseñarle...\n- ¿Dónde ha estado?\n- En el Unfallkrankenhaus Berlin -decides en el último momento mencionar el complejo hospitalario en general y no específicamente la clínica. \n\nEl policía se queda unos momentos mirando los papeles sin decir nada, como decidiendo si aceptar tu explicación o hacer más comprobaciones. Notas las gotas de sudor empañando tu camisa. \n\nCuando por fin coge el sello y lo estampa sobre tus documentos, los recoge y te los devuelve, notas como si el tiempo hubiera vuelto a arrancar después de haber estado parado. \n\n- Siga. \n\nCaminas notando la tensión aflojándose con cada paso. No puedes creerlo: lo has conseguido. \n\nCasi has llegado hasta los últimos dos guardias. Están hablando entre ellos, te lanzan una mirada pero no pareces llamar especialmente su atención. Tú desvías la vista hacia adelante, hacia el lado occidental por fin: ya casi estás. \n\n- HALT!\n\nDe repente escuchas el grito a tu espalda, los dos guardias miran hacia el lugar de donde viene y entonces a ti, e inmediatamente te apuntan con sus armas. Te quedas clavado mientras escuchas unos pasos acercándose rápido. \n\n- Casi lo consigue, //Herr Schmidt// -te dice el hombre que primero llega hasta ti y te sujeta fuertemente por los hombros al tiempo que otro te quita el maletín de la mano-. Acompáñenos. \n\n<<choice "Prisionero">>
- Te lo agradezco, Bowers, pero quiero terminar esto antes de irme; tengo un autobús que pasa a las seis y media y me lleva directo a casa, tomaré ese. \n- Como quieras. Hasta mañana -se despide tu compañero. \n\nAl salir de la oficina te diriges a la parada del autobús. Ya que tienes que esperar hasta las seis y media te sobra mucho tiempo, así que caminas tranquilamente mentalizado de que vas a tener que esperar. \n\nAl llegar hay dos personas en la parada: un hombre mayor fumando un cigarrillo apoyado en una farola, y sentada en un extremo del banco alargado una chica algo más joven que tú que está leyendo un libro; cuando te sientas al otro lado del banco ella te lanza una breve mirada a la cara, se fija en tu uniforme y te vuelve a mirar a los ojos, para volver inmediatamente a su lectura. Al verle fugazmente la el rostro te sorprende lo bonita que es: tiene el pelo negro azabache, la piel pálida y muy delicada, y el instante en que os habéis mirado a los ojos has podido apreciar que eran grandes y verdes. La chica va vestida de oficina, muy discreta; lleva un bolsito sobre la falda y tanto su ropa como su lenguaje corporal apunta a ser una persona más bien reservada. \n\nUnos instantes después aparece un autobús que no es el tuyo, y el hombre mayor tira su cigarrillo y se monta en él; al seguir camino la chica y tú os quedáis solos. Miras tu reloj, aún son las seis y veinte. En ese momento algo te llama la atención bajo el trozo del banco donde está ella: en el suelo junto a sus pies hay un pañuelo blanco que parece tener algo bordado. \n\n- Señorita -dices. \n\nElla levanta la mirada un poco sorprendida. Realmente te gusta mucho. \n\n- Creo que se le ha caído el pañuelo -señalas. \n\nLa chica mira al suelo por un momento. \n\n- Oh, no es mío -responde, y vuelve a poner los ojos en el libro. Pasan un par de segundos, y te mira de nuevo con una leve sonrisa: -pero gracias. \n\nTú sonríes también. ¿Son imaginaciones tuyas, o la forma en que te ha mirado...? No, no puede ser. Hubieras jurado por lo que has visto en sus ojos que le gustas, pero seguro que es solo una impresión.\n\nElla vuelve a su lectura: puedes ver que se trata de "Asesinato en el Orient Express", de Agatha Christie. Casualmente lo has leído hace no mucho, parece que compartís intereses comunes; realmente te gustaría conocer a esta mujer, tienes la fuerte impresión de que le pareces atractivo y no le parecería mal que hablaras con ella, y en este rato tampoco tienes otra cosa que hacer; aunque por otra parte tampoco quieres quedar como un idiota si te has equivocado en tu corazonada. Probablemente solo tendrás esta oportunidad y si la dejas pasar nunca la volverás a ver. ¿Qué haces?\n\n<<choice "Le haces a la chica un comentario sobre el libro">>\n\n<<choice "Te mantienes en silencio">>
Respondes también en inglés: \n\n- Está bien, se lo contaré todo. Baje esa pistola y déjeme sentarme. \n\nTras un instante notas cómo la tensión en el rostro del hombre se suaviza ligeramente y baja la pistola. Te ha creído, es la ventaja que necesitas. Te giras como para apoyarte en las cajas detrás de ti, pero mientras te mueves aprovechas el lado que queda oculto a sus ojos para pasar la mano por la parte trasera de tu vestido: sujetas tu arma y el segundo siguiente es una sucesión de disparos que acaba contigo sentada en el suelo mirando el cuerpo de Schmidt delante de ti, muerto y tendido bocabajo. Levantas la vista mirando atrás, al lugar en la pared que muestra el impacto de la bala que te disparó él y que no te dio por muy poco: de no haber tenido la sorpresa de tu parte ahora mismo tú serías la muerta. \n\nNo puedes permitir que el haberle matado te paralice: hay que actuar y deprisa. Te encajas la pistola de nuevo en el bolsillo, te quedas también con la de él por si acaso, levantas la maza y empiezas a golpear la pared donde te había indicado. \n\nNada: después de un rato y mucho esfuerzo solo te has encontrado con que detrás de los ladrillos solo hay tierra. El espía mintió, hiciste bien en no confiar en él. \n\nTu única opción es usar el coche y los mapas, pero estás segura de que toda la Stasi debe estar ya arriba esperándote: no hay otra salida, estás atrapada. Pero no vas a permitir que te encierren, te torturen y te violen para el resto de tu vida: prefieres morir y si tiene que ser peleando pues que sea así. Eres una Ritter, te enfrentarás a lo que sea. Sosteniendo una pistola en cada mano empiezas a subir por las escaleras. \n\nEl garaje sigue a oscuras y en silencio: qué raro. ¿Dónde están los agentes? Por un momento dudas de ti misma: ¿y si Schmidt decía la verdad? Pero no es posible: entonces ¿por qué te llevó allí y te engañó con el truco del túnel? ¿Qué ha pasado aquí?\n\nNo hay tiempo para dudas. Quizá la policía secreta esté en camino, quizá te detengan en la calle o quizá haya otra explicación y nadie sepa que estás allí; en cualquier caso lo único que puedes hacer ahora es llevarte el coche e intentar salir de Berlín. Las llaves siguen puestas y el maletero está abierto: tienes pasaportes falsos, dinero, material para hacer un viaje largo, y además sabes exactamente hacia dónde dirigirte. La idea se te ocurrió hace tiempo pero nunca pensaste en ello en serio porque no creíste que llegarías a llevarla a cabo; pero ahora no tienes otra opción. Hay que ponerse en marcha, destino Leipzig. \n\n...\n\n"Carpintería Ebanistería". Si te han informado bien es aquí. Estás destrozada después de toda la noche conduciendo; pero no podías arriesgarte a perder más tiempo antes de salir de Berlín. Llegaste a Leipzig ya bien entrada la mañana y gracias a dos cafés, un plano de la ciudad, lo que recuerdas de lo que te habían contado tus padres y la ayuda de dos personas a las que preguntaste, te encuentras ahora aparcando a pocos metros de tu destino. Sales del coche y te diriges hacia allí. \n\n- Buenos días -te acercas a un operario que lleva unos tablones-. Estoy buscando a Sascha Ritter. \n- Allí, ese del fondo -señala. \n\nSe trata de una nave no demasiado grande, hay unos siete u ocho trabajadores llevando madera de un lado a otro o usando máquinas. El hombre que buscas está concentrado con un metro y un lápiz haciendo marcas en un listón. \n\n- Sascha Ritter -dices simplemente. No sabes si es el cansancio o la emoción pero no se te ocurre nada más. \n\nEl carpintero levanta la vista y te observa un par de segundos con recelo. Es un hombre mayor pero no hay más que mirarle para adivinar un carácter indomable. Se parece mucho a tu padre pero se le ve más delgado y de piel algo más curtida.\n\n- Sí, soy yo. \n- Soy Vanessa, tu sobrina.\n\nSonríes tratando de contener las lágrimas. No te atreves a moverte. \n\nTu tío abre los ojos, abre la boca, se queda paralizado unos segundos, y acto seguido parpadea como si saliera de un trance. \n\n- No digas nada más -dice por fin endureciendo la expresión, aunque se le quiebra la voz al hablar-, el comisario del partido no está pero puede volver en cualquier momento. Tienes que marcharte lo antes posible y sin llamar la atención: te daré una dirección, vete allí y dile a la mujer que eres amiga de Viktor. Yo iré en cuanto pueda. \n\nAlgo más tarde te encuentras en las afueras, en la casa de una mujer mayor que en cuanto le mencionaste el nombre de Viktor te hizo entrar a toda prisa y te acogió ofreciéndote las escasas comodidades de que disponía sin hacerte preguntas. Al verte tan cansada la señora Eichmann te invitó a acostarte un rato en su propia cama, y tuviste que pelear con ella hasta que al final la convenciste de que era suficiente el camastro que tenía en una habitación que según te contó había sido de su hijo cuando vivía allí. Aunque no era muy cómodo estabas tan agotada que te quedaste dormida al instante, pudiste descansar varias horas y en este momento estás tomando una infusión en la cocina mientras ella ha salido a por leña para la estufa. No quiso que la acompañaras, te dijo que era mejor no dejarse ver al menos hasta que viniera Viktor. \n\nTu tío llega bien entrada la tarde: llaman a la puerta, la señora Eichmann echa un vistazo por la ventana, va a abrir y por fin te encuentras con Sascha Ritter. El hombre respira hondo mirándote con gran emoción, por fin se acerca a ti sin decir una palabra, y saltándosele las lágrimas te abraza con fuerza. Tú también lloras. \n\n- Vanessa, mi niña -dice mientras te acaricia la cara-. Qué... ¡Qué alegría! Has dado vida a este corazón de viejo. No he podido concentrarme en el trabajo en todo el día.\n- Yo también me alegro mucho de verte, tío -aciertas a decir. \n\nOs abrazáis durante largo rato hasta que por fin os sentáis. \n\n- Quiero preguntarte por mi hermano y toda la familia -habla cogiéndote de las manos-. Pero antes me preocupa saber qué estás haciendo aquí. ¿Qué ha pasado?\n\nPasáis varias horas hablando. Tu tío se emociona muchas veces según le cuentas cosas de tus padres y tu abuela, pero se le nota el carácter luchador: cuando le explicas lo que ha pasado desde que el coronel Kramer apareció en tu vida hasta hoy te escucha con expresión de hierro y una vez conoce la situación habla con una energía que parece imparable. \n\n- Te sacaremos de aquí y te llevaremos a casa -dice-; pero cada día que pase el peligro aumenta para ti y para todos. Tengo que avisar a unos amigos y te irás dentro de un par de horas. Me gustaría que pudieras quedarte un poco más, //mi niña//, pero no puede ser. No nos veremos más.\n\nUnos minutos después os despedís: se te rompe el corazón al no poder compartir más tiempo con él, pero esta es una situación extrema. Le das las llaves de tu coche para que pueda hacerlo desaparecer, os dáis un último abrazo, te da un mensaje de amor para la familia y se va con los ojos llenos de lágrimas. \n\nAlgo más de una hora después viene una mujer de más o menos la edad de tu tío y que trae un paquete. Se trata de ropa, te queda ligeramente grande pero vale para lo que necesitas; ella te espera mientras te cambias y acto seguido te despides de la señora Eichmann y os marcháis. Fuera os espera un hombre en una furgoneta.\n\n- Dentro de poco anochecerá -dice la mujer-. Mi marido te llevará al siguiente relevo que te estará esperando y mañana te sacarán por la frontera entre Hungría y Austria. Tu tío lo ha preparado todo, lo más rápido para ti sería ir a una embajada pero están muy vigiladas y ya corremos peligro. \n- Por favor -dices-, no se preocupe. Se lo agradezco mucho. \n- Sascha Ritter es un gran hombre. Ha hecho mucho por todos nosotros. Díselo a su familia en Inglaterra. \n- Ellos ya lo saben -sonríes-. Pero lo haré. \n\nEl hombre de la furgoneta hace un gesto de impaciencia para que subas ya y así lo haces; en un momento os ponéis en marcha. Durante las largas horas de camino tienes tiempo para pensar en todo lo que has pasado en esta aventura: viajes, secretos, espionaje, peligro, muerte. Mañana estarás en Austria y muy pronto en casa, todo habrá acabado... Pero después de lo que has vivido sabes que ya nunca serás la misma.\n\n\n''FIN''
Estás corriendo el que con toda seguridad es el mayor peligro de tu vida, sabes que las consecuencias pueden ser fatales para ti, pero tienes sobre tus hombros una enorme responsabilidad hacia tu país y harás todo lo posible por cumplir con tu misión. No eres de las que huyen. \n\nUnos momentos más tarde, con tu decisión cada vez más firme en tu cabeza, ves acercarse al señor Schmidt que sale de la cafetería. \n\n- Debemos irnos -dices secamente-. Nuestra primera parada está aquí mismo. \n\nEl espía te acompaña calle abajo caminando a tu lado, pero cuando llegáis a la esquina te das cuenta de que se ha detenido. Te giras y le ves mirar a unos hombres forcejeando a la puerta del café: uno de ellos es Otto. Él y otros dos están metiendo en un coche a un tercero que se resiste:\n\n- ¡No pueden hacer esto! ¡Es intolerable!\n\nNo conoces a ese hombre al que se llevan pero parece que el señor Schmidt sí. Cuando se da cuenta de que le observas te devuelve una mirada dura. \n\n- ¿Vamos?\n\nNo sabes qué ha pasado pero está claro que esta gente no se anda con delicadezas: esto no augura nada bueno para ti una vez paséis al Este y estés a su merced. En fin, estás preparada para lo que sea. Asientes en silencio y reanudáis la marcha. \n\nRecorréis unos metros más por una agradable calle que se cruza con una avenida en la que se encuentra el Franziskus Krankenhaus, el hospital donde tendréis el primero de los dos encuentros previstos en el plan. Es un gran edificio de ladrillos rojos que llama la atención entre el entorno, pero no tiene el aspecto frío y aséptico que uno podría pensar de un lugar así: más bien parece un sitio de acogida, al verlo desde luego nadie imaginaría que allí se pudieran llevar a cabo labores de espionaje. \n\nLa puerta a la que os dirigís está junto a la esquina del edificio. \n\n- ¿Me espera usted aquí? -te pregunta de repente tu contacto. //¿Es que no le han dicho que debo estar siempre con él?//\n- Mis instrucciones son acompañarle en todo momento.\n- De acuerdo. \n\nEl hombre parece aceptarlo sin más, pero te sientes algo nerviosa: quizá cuando crucéis el muro y entréis en el Este no esté dispuesto a cooperar tan fácilmente, y allí no podrás hacer nada para obligarle. \n\nAl entrar lo primero que te sorprende es ver a una monja tras el mostrador de recepción. Tras ella, en la pared, hay una placa con el símbolo de la cruz y sobre esta unas manos con agujeros en el centro en clara referencia cristiana, y las palabras "PAX ET BONVM" enmarcando la composición. \n\n- Buenos días, ¿puedo ayudarles?\n- Tenemos una cita con el doctor Werthner, de oftalmología -dice Schmidt. \n- Un momento, por favor -la monja sonríe cálidamente antes de desaparecer por una puerta lateral.\n\nEn los breves momentos en que esperáis notas que el espía te lanza miradas de soslayo escrutándote. Cada vez cobra más fuerza en tu cabeza la sensación de que esto no va a acabar bien para ti. En esto la recepcionista regresa.\n\n- ¿Ustedes vienen juntos?\n- Sí -respondes tú. \n- Comprendo. El doctor Werthner les espera en su despacho: por este pasillo encontrarán las escaleras, suban hasta la segunda planta y justo enfrente verán la indicación hacia Oftalmología. \n- Gracias -asiente el hombre. Al poneros en marcha notas que la monja vuelve a entrar inmediatamente en la estancia contigua. \n\nPoco después estáis llamando a la puerta del despacho del doctor Werthner. \n\n- Adelante -escuchas desde el otro lado. \n\nTu acompañante abre la puerta justo en el momento en que el hombre que ocupa la habitación está colgando el teléfono de su escritorio y se pone en pie para recibiros. Es un hombre alto y delgado, de piel y cabello claros. \n\n- El señor Schmidt, supongo -alarga la mano para estrechársela con una sonrisa, tras lo cual desvía la mirada hacia ti y notas en él una calculada reserva-. Le esperaba, aunque no sabía que vendría acompañado. \n\n//¿Se les olvidó avisar de que Schmidt vendría contigo, se lo ocultaron a propósito, o es que no deberías estar allí?//\n\n- Encantado, doctor Werthner. Esta es la señora Slowinska, mi guía durante mi estancia en Berlín. \n- Claro, comprendo -el doctor amplía su sonrisa al estrechar tu mano, pero su mirada revela recelo-. Tomen asiento, por favor. Creo que tiene usted material interesante que enseñarme, ¿no es así, señor Schmidt?\n\nTu contacto le entrega unos papeles de su maletín al doctor, quien los observa con fingida atención. \n\n- Excelente, excelente. Veo que en su empresa no exageraban, sus equipos son lo más avanzado del mercado.\n- Me alegro de que esté satisfecho -está clarísimo que ambos están actuando. \n- Esperen unos minutos, por favor. Quiero mostrar este material a mis colaboradores. \n\nEl doctor Werthner sale del despacho dejándoos solos. \n\n- Parece que el doctor no esperaba que viniera usted conmigo -al decirte estas palabras te da la ligera impresión de que el espía pretende insinuar que estás haciendo algo malo. No sabes si busca una excusa para más adelante. \n- No sé qué le habrían dicho a él. Mis instrucciones son muy claras. \n\nTras esto se hace el silencio. Kramer no te dio muchos detalles y tampoco en tus órdenes encontraste más indicaciones sobre cómo actuar, y tu única protección consiste en que nadie sabe cuál es realmente tu misión y para todo el mundo eres simplemente una guía turística y poco más; nadie lo suficientemente importante para preocuparse por ti. No sabes hasta qué punto eso te servirá para salir con bien de todo esto, pero lo único que te queda son unas instrucciones que seguir al pie de la letra y eso es lo que harás. \n\nNo pasa mucho tiempo antes de que el doctor Werthner reaparezca. \n\n- Disculpen la espera. Aquí tiene de nuevo su documentación, señor Schmidt; puede quedársela, esperaré el dossier completo de su empresa para presentárselo a la dirección del hospital. Aunque debo decir que mi primera impresión ha sido muy buena -sonríe de nuevo.\n\nNo llegas a ver los papeles como para decir si hay algo diferente en ellos pero supones que es así. En cualquier caso parece que la reunión ha acabado: os despedís brevemente y en seguida os encontráis de nuevo en la calle caminando de vuelta al coche. \n\nDe repente, cuando pasáis cerca de la cafetería de antes, Schmidt se detiene. \n\n- Espéreme en el coche -te dice. \n\nEstás a punto de poner objeciones pero decides observar qué ocurre. Nada revelador: el espía simplemente se acerca a los ventanales del café, echa un breve vistazo al interior y le ves dirigirse por fin al coche en el que tú le esperas. Por un momento piensas en preguntarle a qué ha venido esto, pero a estas alturas no queda nada por descubrir. \n\n- ¿Podemos irnos ya? -es lo único que dices.\n- Adelante -te responde lacónicamente. \n\nPor fin os ponéis en marcha. La misión avanza y estás preparada para todo: ahora es cuando empieza el peligro de verdad. \n\n<<choice "Berlín oriental">>
En el coche se produce un absoluto silencio mientras cruzáis Berlín Oeste de camino al Muro. Ver al otro lado de la ventanilla a toda esa gente normal llevando vidas normales te da que pensar: ¿cuántos de ellos serán realmente ciudadanos comunes, y cuántos tendrán algo que ver con el espionaje? Berlín es el centro del mundo político y el eje de la Guerra Fría, lo que sucede en esta ciudad afecta al mundo entero; pero esta mañana estás conduciendo con una agente infiltrada por sus calles llevando material ultrasecreto hacia el otro lado del Telón de Acero, y al mirar alrededor parece que allí no pasa nada.\n\nAl cabo de un rato llegáis por fin a la cola de vehículos para pasar a Berlín Este. Mentalmente te preparas para cualquier cosa esperando problemas, pero cuando os llega el turno te sorprende lo rápido que superáis el obstáculo: documentación, unas preguntas muy generales sobre el viaje y casi inmediatamente tenéis el paso abierto. \n\n- Creía que sería más difícil cruzar de un lado a otro -dices. \n- Depende -contesta tu contacto-. Hay días en que los controles son muy exhaustivos; hoy todo parece en calma. \n\n"O los guardias tenían órdenes de dejarnos pasar", piensas. \n\nNada más superar la aduana te llama la atención un impresionante edificio de piedra de color claro. El recinto está vallado y tiene un aspecto cuidado y verdaderamente imponente. \n\n- La embajada soviética -dice la señora Slowinska al notar que te has quedado mirando-. Moscú deja claro quién manda aquí. \n- ¿Todo Berlín Este es así?\n- No, en absoluto -la mujer te lanza una brevísima mirada para volver la vista hacia adelante-. Al alejarnos del centro notará que esta parte es más pobre. \n- Lo que se dice de la URSS es cierto, entonces. \n- ¿Qué se dice?\n\nLa pregunta te sorprende. \n\n- Bueno... Ya sabe, que el nivel de vida es peor y hay más pobreza que en Occidente. \n- ¿Habla de los rumores que se comentan en Hannover, señor Schmidt? ¿O ha estado alguna vez en algún país soviético?\n- Esta es mi primera vez -respondes, dándote cuenta de lo fácil que es hablar de más-. Espero volver a casa contento con mi visita. \n- Quizá le guste y decida regresar. \n\nSonríes, notando que la tensión entre ambos se relaja un poco. \n\n- Es posible, nunca se sabe. Seguro que hay muchas cosas que descubrir por aquí. \n\nEfectivamente, como te había dicho la mujer a medida que os vais alejando del centro notas que Berlín Este tiene un aspecto algo más pobre y descuidado que la zona occidental. No es el lugar lúgubre y gris que te habías imaginado por los tópicos que siempre habías oído, pero se aprecia que el nivel económico debe ser más bajo. \n\n- ¿Conoce el lugar al que nos dirigimos? -Preguntas.\n- La Augenklinik Berlin. Está en el distrito de Marzahn; es parte de un gran complejo hospitalario llamado Unfallkrankenhaus Berlin pero la clínica está en un edificio aparte, en una zona más tranquila. \n- Comprendo. \n\nNo sabes si eso es bueno o malo: mucha gente hace más fácil pasar desapercibido, aunque un sitio apartado siempre es más discreto. En fin, no tienes alternativa. \n\nAl llegar a la zona tu primera impresión del complejo hospitalario es la de una mole monstruosa y poco acogedora; pero la Augenklinik resulta ser un pequeño edificio a un par de cientos de metros del recinto principal, localizado en un rincón muy bonito y rodeado de vegetación. Por allí hay lo que parecen algunos bloques de viviendas, y algo más lejos distingues un amplio parque. \n\nDejáis el coche cerca de la entrada; sales y te quedas un momento mirando la fachada de ladrillos rojos. Bueno, hasta el momento todo ha ido estupendamente: solo tienes que entrar ahí y darle la documentación de tu maletín a la persona adecuada igual que hiciste antes. A partir de ese momento, una vez te quites de encima ese material tan sensible, no habrá razón alguna para que nadie te detenga y no deberías tener nada que temer hasta volver a casa. Misión cumplida. \n\nRespiras hondo, momentáneamente relajado sintiéndote tan cerca del final de esta historia. A tu espalda escuchas cómo la señora Slowinska cierra su portezuela, y cuando te vuelves a mirarla te quedas congelado de repente. \n\nElla, que ahora mismo estaba dándote la espalda y vuelta hacia uno de los edificios de viviendas cercanos, se gira a su vez hacia ti. Tiene los ojos muy abiertos y expresión de gran tensión. \n\n- Entre usted, yo iré en seguida. \n\nAhí hay algo. Lanzas una breve mirada pero solo ves árboles y el edificio, nadie por allí; pero evidentemente esto no es casualidad. \n\n- Me dijo que sus instrucciones eran acompañarme en todo momento. \n- Entre en la clínica. Yo le seguiré. \n\nSus ojos te dicen claramente que no será así. \n\nOs quedáis unos segundos mirándoos muy fijamente y en silencio. De repente se respira una enorme tensión entre vosotros.\n\n- ¿Ocurre algo? -preguntas.\n- Entre, señor Schmidt. En un momento estaré con usted. \n\nJusto cuando dice esto notas que un coche aparece por el estrecho camino a la derecha por el que vosotros habéis llegado también. Pero este no avanza hasta el aparcamiento: una vez llega hasta donde empieza a asomar se detiene, quedándose allí en medio del paso parcialmente oculto tras la vegetación. Desde donde estás no puedes ver quién hay en el interior. \n\n- Está bien -decides. No tiene sentido ponerse ahora a discutir: cuanto antes llegues a tu contacto y le entregues los documentos mucho mejor. \n\nNotas un cierto alivio en la cara de la señora Slowinska. Una última mirada de soslayo hacia el coche que acaba de llegar, y te diriges hacia la entrada de la clínica. \n\nPero cuando ya solo te quedan un par de pasos hasta la puerta te detienes. Te vuelves y ves a la mujer alejarse a paso rápido hacia aquel lugar adonde había mirado antes de cambiar súbitamente de actitud. ¿Qué o quién hay allí? ¿Qué está pasando?\n\nTienes una misión e instrucciones clarísimas: entrar en la clínica y entregar tu material a la persona que te está esperando. Pero estás más que seguro de que algo no va bien; es más, algo va muy, pero que muy mal. Esa mujer es una espía enemiga, en teoría tú eres solo un trabajo rutinario más y no deberías hacer nada extraño que llamara su atención, pero a estas alturas está claro que las cosas no son como esperabas y el plan se ha roto. \n\nPuedes atenerte a tus órdenes ignorando lo que sucede a tu alrededor; al fin y al cabo no tienes por qué meterte en nada que no sea lo que se te ha pedido, el resto no es problema tuyo. Pero ella trabaja para el enemigo y de repente quiere que entres solo, ¿por qué? ¿Qué te espera ahí dentro? ¿Quieren que señales a tu contacto para deteneros a los dos cuando hagáis la entrega? Puedes seguirla para tratar de averiguar de qué va todo esto antes de dar el siguiente paso. Y aún te queda la solución límite: abortar la misión. Si estos documentos son tan increíblemente importantes no pueden caer en manos del enemigo, y ahora no tienes a nadie para darte instrucciones; dadas las circunstancias eres tú quien debe decidir si hay que desaparecer, destruirlos para que nadie pueda acceder a la información tan importante que contienen, y dirigirte lo más rápido que puedas hacia la frontera para volver a pasar al lado occidental.\n\nHay que hacer algo y hay que hacerlo ya. ¿Qué decides?\n\n<<choice "Entras en la Augenklinik">>\n\n<<choice "Sigues a la mujer">>\n\n<<choice "Escapas de allí">>
No sabes cuánto tiempo ha pasado. No sabes dónde estás. No sabes nada desde que te esposaron y te fotografiaron durante un buen rato en aquel cuarto de las oficinas de aduana antes de ponerte una capucha. A partir de entonces eres consciente de que te metieron en un coche, te condujeron a empujones y sin más te empujaron hasta hacerte caer al suelo; escuchaste una puerta cerrarse y después nada. No has podido sacarte la capucha que parece tener algún tipo de atadura para mantenerla cerrada aunque con el hueco suficiente en torno a tu cuello para respirar; pero sí lograste ponerte de pie apoyándote contra una pared y, aún con las manos esposadas a la espalda y dando pasos con cuidado para no golpearte con algún obstáculo, has llegado a la conclusión de que estás en algún tipo de cuarto minúsculo completamente vacío. Quizá una celda, porque al tacto has notado que la puerta es metálica. \n\nUna vez llegaste a la conclusión de que no había nada más que explorar a tu alrededor te sentaste en el suelo apoyado en una esquina, y así has estado hasta ahora. \n\nPor fin oyes la cerradura. Alguien entra en la habitación, te sujeta de la pechera y te levanta sin decir nada. Sientes un empujón, tropiezas con el hombro con el marco de la puerta, te vuelven a empujar y te conducen bruscamente hasta obligarte a sentarte. Al pasar las manos esposadas tras el respaldo notas varillas metálicas y el asiento es duro e incómodo: una silla ligera.\n\nLo siguiente que escuchas te estremece: el sonido inconfundible de un arma siendo amartillada junto a tu cabeza. Notas el cañón empujando contra la sien a través de la tela de la capucha. \n\n- Eres hombre muerto -dice una voz de hombre. \n\nPor un instante estás a punto de decir algo, pero ¿qué?\n\n- Empieza a hablar ahora o lo harás pronto y será peor. Mucho peor. \n- Se equivocan -dices por fin-. No sé qué está oc...\n\nUn fuerte golpe en la cara te hace callar. La voz habla con tono muy agresivo, y lo que dice te paraliza de terror.\n\n- Te vamos a torturar. Te drogaremos para soltarte la lengua. Después te cortaremos los dedos de una mano para asegurarnos de que no nos mientes, y después la mano entera. Luego un pie. La nariz. Las orejas. Te sacaremos todo lo que sabes. Cuando acabemos contigo te van a mandar a una prisión en Siberia y pasarás el resto de tu vida entre palizas y trabajos forzados. Te levantarás y te acostarás todos los días deseando haber muerto, pero nos aseguraremos de que vivas muchos años como un maldito perro.\n\nOtro hombre habla desde unos pasos frente a ti; suena mucho más frío. \n\n- ¿Cómo se llama?\n\nEn este momento la adrenalina recorre todo tu cuerpo y en el segundo que pasa hasta que respondes te da tiempo a pensar de todo. Te han capturado y no tienes escapatoria. Eres un militar, un oficial del ejército británico, cumpliendo una misión secreta de enorme importancia: tus instrucciones son, en caso extremo, no revelar la verdad bajo ningún concepto. \n\n- Markus Schm... -Empiezas a decir, cuando otro golpe te hace explotar la cara; este es tan fuerte que te tira al suello con la silla y todo. Te vuelven a sentar violentamente. \n- Se te ha acabado el tiempo -vuelve a hablar el hombre agresivo pegándose a tu oído-. Abre la boca para largar otra mentira y te juro que será la última que seas capaz de decir. \n\nEl hombre frío habla de nuevo. \n\n- Queremos nombres. El suyo y el de toda su red. Si habla será internado en una prisión militar y será tratado como a un simple preso hasta que sea canjeado en la próxima negociación con su Gobierno; si decide no cooperar obtendremos la información de todas formas, por usted o por su... amiga. \n\n//¿Red? ¿Qué red? ¿Nombres de quién? ¿Y los documentos? ¿Por qué no me preguntan por ellos?//\n\n- Ella nos ha dicho ya todo lo que nos interesa -continúa el hombre frío-, así que negarse a colaborar es una estupidez. Solo confírmenos lo que ya sabemos y los diplomáticos harán el resto: dentro de poco estará de vuelta en su país. En caso contrario puede estar seguro de que se arrepentirá. \n\nLa señora Slowinska. ¿Qué les ha contado? ¿Quién cree ella que eres? Kramer dijo que la mujer pensaba que no eres más que un simple observador de bajo nivel, ¿hay alguien más que le haya podido delatar? ¿Por eso Kramer no confió en nadie de su equipo? ¿Por qué ese otro traidor no les da esos nombres que buscan?\n\n- Última oportunidad -el hombre agresivo te susurra al oído mientras sientes el cañón de la pistola apoyado en tu cabeza. \n\nEl hombre frío vuelve a hablar, pero esta vez te hiela la sangre porque lo hace... en inglés. \n\n- Empecemos por su verdadero nombre. ¿Cómo se llama?\n\nHas llegado a un momento crítico y tu cabeza trabaja a toda presión. Si conocen tu verdadera identidad también estarán al tanto de que en realidad no sabes nada y no puedes delatar a nadie: te reclutaron en secreto, te dieron unas instrucciones y solo has conocido a Kramer, a la señora Slowinska y a los médicos. ¿Se refieren a ellos? No puede ser: la mujer estuvo contigo con el doctor Werthner y seguro que ya habrán atrapado también al doctor Breitling. ¿Pero y los documentos? ¿No debería ser prioritario para ellos averiguar dónde están? Nada de esto tiene sentido. A menos que...\n\nUn momento. \n\n¿Y si no son los documentos? ¿Y si la clave de todo esto eres tú? Pero tú no eres importante... A menos que no seas quien ellos creen que eres. ¿Y si buscan a otro, alguien que sí es importante? Un chispazo de claridad empieza a asomar desde las profundidades de tu mente: ¡Kramer, hijo de...!\n\nDe repente lo entiendes todo. \n\nKramer te ha enviado al matadero, haciendo que el enemigo pensara que eres otro que es al que buscan. Incluso te puso junto a una agente doble para garantizar que no habría manera de que te perdieran; una vez atrapado no tienes nada que decir porque no sabes nada, y eres sacrificable. Mientras tú hacías de señuelo un espía importante de verdad habrá hecho un trabajo de verdad sin ser descubierto: resultado, tú serás torturado y morirás en una prisión de Siberia y en Londres nadie sabrá qué ha sido de ti. No estás casado, no tienes familia... Maldita sea, qué tonto has sido. \n\n- Hable ya -el hombre frío deja notar en su voz un ligero timbre de impaciencia-. Diga ahora quién es usted realmente, o este interrogatorio habrá terminado y comenzará otro muy distinto; a partir de ese momento no habrá vuelta atrás. \n\nSe acabó. O te mantienes fiel a tus órdenes, dejas que te torturen y acabas pudriéndote en una prisión a trabajos forzados el resto de tu vida como planeó Kramer, o empiezas a confesar la verdad: les dices tu nombre, les dices que no puedes contarles nada porque no sabes nada, y rezas para que te crean. Al fin y al cabo no tienes datos que puedan hacer daño a tu país y quizá sea cierto que, cuando comprueben tu información y descubran que no eres nadie, te acabarán canjeando y volverás a casa. \n\n<<choice "Sigues tus órdenes, callas y aceptas tu destino">>\n\n<<choice "Revelas tu verdadera identidad">>
Aún no puedes creer todo lo que está sucediendo. Hace nada llevabas una vida tranquila, rutinaria y predecible en Londres, y en este momento estás caminando a mediatarde por las calles de Berlín con un hombre prácticamente desconocido, que además de espía es tu superior. Kramer pasea con total tranquilidad mientras tú no dejas de mirar a todas partes muy impresionado: esto está sucediendo, es real. \n\nEl coronel te mira un momento a los ojos y comienza a hablarte en alemán. \n\n- Desde este momento y hasta que vuelva a poner los pies en Londres hablará única y exclusivamente en alemán y fingirá no comprender el inglés cuando alguien le hable en su idioma, incluso aunque ese alguien sea yo. Es una orden: ¿entendido, teniente?\n- Sí, señor -contestas en alemán también. \n- Bien. \n\nKramer vuelve a mirar al frente relajadamente mientras camináis por entre los edificios de aspecto centroeuropeo tan característicos del país; aquí y allá se ve gente aparentemente normal y corriente caminando, hablando, entrando y saliendo de las tiendas. Es increíble: hace solo unos días ni se te habría pasado por la cabeza que estarías viendo con tus propios ojos lo que ahora tienes delante de ti. \n\n- Nos encontramos en el distrito de Spandau, en el sector británico de Berlín Oeste -continúa el coronel siempre en alemán-; un poco lejos del centro, pero es la única parte de la ciudad en la que podemos pasear tranquilamente sabiendo que nadie nos vigila. Además el lugar tiene sus atracciones turísticas, dentro de un momento le enseñaré alguna de ellas. \n- Supongo que el trabajo que tengo que hacer será en algún sitio menos agradable que este -comentas. \n- No crea -sonríe Kramer-, Berlín Este tiene también lugares interesantes. Aunque usted no tendrá oportunidad de disfrutarlos, al menos no en esta visita. \n\nBerlín Este: se te encoge el estómago al escucharlo. Tu interlocutor sigue hablando, en apariencia con despreocupación. \n\n- Como ya sabe su tarea consiste simplemente en recoger unos papeles y entregarlos a la persona adecuada. No debería haber ningún problema y si todo va bien mañana a estas horas estará volando de regreso a Londres, pero la importancia de la misión es enorme. Repito, enorme -al insistir en la palabra vuelve a mirarte con expresión grave, para continuar mirando hacia delante. \n- Comprendo. \n- No, no lo comprende. Esto es tan importante que ni siquiera puedo arriesgarme a confiar en mis colaboradores más fieles, y por eso en las próximas horas dependerán de un absoluto novato como usted años de trabajo y miles de vidas humanas. Si comete un error o si las cosas salen mal las consecuencias pueden ser tan terribles como para cambiar la Historia de los próximos veinte años y el equilibrio de poder en toda Europa. Así de enorme es de lo estamos hablando, teniente Holzmann: ¿se hace ahora una idea?\n\nTe cuesta hablar después de lo que acabas de escuchar. \n\n- De hecho... Ahora creo que hacerme una idea de verdad es imposible, señor. \n\nEl coronel sonríe. \n\n- Entonces es en este momento cuando empieza a comprenderlo. No se preocupe: preste absoluta atención a sus instrucciones, limítese a seguirlas al pie de la letra y no haga locuras. \n\nLa calle llega hasta un parque florido por el que ves lo que te parece un canal o quizá un río pequeño; la zona te parece realmente preciosa, no imaginabas Berlín como una ciudad con rincones tan agradables. Seguís paseando a ritmo tranquilo. \n\n- Desde ahora su nombre es Markus Schmidt, nacido en Hannover. Se dedica al suministro de equipos médicos a hospitales y está en Berlín para cerrar un acuerdo para traer aparatos de cirugía ocular; es un equipo de última tecnología y hay una clínica del sector oriental que ha aceptado mantener una reunión con su empresa para hablar del tema ya que podrían estar interesados en hacer una compra. Mañana se entrevistará con una persona de un hospital no lejos de aquí, aún en la parte occidental, y esta le entregará el material; después de esto entrará en el Este y se dirigirá a una clínica especializada donde mantendrá una breve reunión con nuestro contacto y le entregará el paquete. De allí volverá aquí y le enviaremos directo a casa. \n- Tal como lo expone parece sencillo, señor -dices con preocupación.\n\nAl otro lado del río se ve lo que parece una fortificación, bastante imponente. Kramer mira hacia allí.\n\n- La ciudadela de Spandau -señala-. Construida entre los siglos trece y dieciséis, de gran valor histórico y arquitectónico. \n\nSeguro que el edificio tiene mucho interés, pero tú te mantienes en silencio dándole vueltas a la misión. Seguís caminando así unos minutos y poco después llegáis al límite del parque y os internáis en una calle de lo que parece un barrio residencial. Entonces el coronel habla de nuevo. \n\n- Dentro de un momento nos separaremos. Pasará la noche en una pensión de aquí cerca y mañana temprano una mujer vendrá a recogerle; ella será su guía y le llevará adonde tendrá que ir. Debo avisarle de que no confíe en ella: ha sido seleccionada por razones que usted no necesita conocer, pero sí debe saber que es una agente doble. \n- ¡¿Una...?! -Empiezas, pero el coronel te interrumpe. \n- Tranquilo, //herr Schmidt//, ella no sabe nada de todo esto. Llevamos meses asignándole trabajos aburridos y sin importancia y este será simplemente uno más, hacer de chófer para un observador de bajo nivel; está tratando de ganarse nuestra confianza para ascender y cree que usted no es importante en absoluto, así que se limitará a hacer un informe para sus superiores y seguirá esperando su oportunidad. Simplemente no se salga de su papel y no hable con ella más de lo imprescindible, ¿de acuerdo?\n- Entendido, señor. \n- Perfecto. Una última cosa. \n\nSe detiene y respira hondo antes de continuar. \n\n- Como le he dicho su misión es importante pero sencilla, y todo saldrá bien. Sin embargo debemos estar preparados para cualquier eventualidad; ¿comprende a qué me refiero?\n- Sí, señor. \n- Se lo voy a resumir en pocas palabras: si por cualquier razón algo saliera mal y fuera capturado, sobre todo mantenga la boca cerrada a cualquier precio. Bajo ningún concepto debe decir ni una palabra, ¿está claro? Pase lo que pase. Repito: pase-lo-que-pase -insiste-. Recuerde lo que se está jugando aquí. \n\nNotas la garganta seca por la tensión; tragas saliva antes de responder. \n\n- Tampoco tendría mucho que decir, señor. En realidad no sé nada. \n- Mejor así, //Herr Schmidt//. Mejor así. \n\nSonríe y te da una palmadita en el hombro; entonces señala hacia delante y se pone a caminar en dirección contraria. \n\n- Habitación número 4; la llave está en su bolsillo. Eche un vistazo en el respiradero -tras esto se aleja sin mirar atrás. \n\nMiras hacia donde ha señalado. "Spandauer Gasthaus": el lugar donde dormirás esta noche, si puedes dormir. \n\n<<choice "Spandauer Gasthaus">>
- Está bien. Acepto. \n- Me alegro de oír eso, Miss Ritter -sonríe Kramer, que de repente se muestra visiblemente más relajado. \n- ¿Puedo saber ahora de qué se trata esta misión?\n\nEl coronel se dirige hacia la puerta y te hace un gesto para que le sigas. \n\n- Venga conmigo. Acompáñeme a dar un paseo: es hora de que sepa dónde estamos. \n\n<<choice "Berlín">>
No dices nada. De todas formas ¿sobre qué podrías hablar? Lo único que se te ocurre es mencionarle algo del libro que tiene en las manos, pero realmente sonaría forzado. No, la idea es ridícula. \n\nPor fin llega el autobús. Dejas pasar primero a la chica, que te mira por un instante sonriéndote de una forma que te hace dudar de la decisión que acabas de tomar. Ya está hecho, pero ¿y si...?\n\nTe sientas en uno de los primeros asientos que encuentras libres, junto a un joven medio adormilado; al acomodarte miras hacia adelante y ves que alguien más ha subido al autobús detrás de ti: un hombre, que en ese momento acaba de pagar el billete y se guarda la cartera mientras te lanza una discreta mirada. Te sorprende reconocerle: es el coronel Kramer. \n\nEstás a punto de decir algo, pero Kramer aparta la vista y se sienta un par de filas delante de ti. Es evidente que esto no puede ser casualidad y que te ha reconocido, pero ¿por qué actúa así? Te quedas pensándolo un momento: si un superior tuyo del departamento de Inteligencia, después de haberse entrevistado contigo esa mañana, te sigue después del trabajo y en público finge no conocerte, hay una buena razón. No te queda opción, te quedas donde estás y esperas acontecimientos. \n\nCuando el autobús llega a una parada antes que la tuya el coronel se levanta y empieza a caminar hacia la salida sin mirarte; pero al pasar junto a ti notas que te da un toquecito rapido en el hombro. Dejas pasar un momento y simplemente te levantas tú también y le sigues. \n\nAl bajarte le ves andar sin mirar atrás, y tú vas tras él a cierta distancia caminando tranquilamente. Después de varios minutos así te fijas en que Kramer, sin dejar de andar, gira muy levemente la cabeza a un lado; en ese momento reparas por el rabillo del ojo en un movimiento en una de las ventanas del otro lado de la calle, pero no puedes decir exactamente qué ha sido eso. Vuelves a poner tu atención en el coronel, que se dirige a un portal y abre la puerta entrando y dejándola entreabierta. Miras a todas partes sin saber exactamente qué podrías ver en una calle cualquiera en ese momento desierta, y vas tras él. \n\n- Cierre la puerta -te dice desde lo alto de unas escaleras al piso superior-. No se preocupe por mirar fuera, nadie nos ha seguido. \n\nDesaparece mientras tú subes, y al llegar al rellano él ya está esperándote sosteniendo abierta una de las puertas. Entras y te encuentras en un recibidor, y Kramer señala hacia una puerta lateral. \n\n- Pase y siéntese, teniente. \n\nEl cuarto de estar está decorado muy sencillamente: un sofá al fondo con un cuadro encima y una mesa de centro con varias sillas. Mueves un poco una de ellas y te sientas, y el coronel hace lo mismo. \n\n- La mujer era una prueba y usted la ha superado. En este negocio no debe fiarse de nadie, y una chica guapa leyendo un libro que casualmente usted ha leído hace poco es el tipo de trampa que debe evitar. \n- ¿Cómo sabía que había leído ese libro? -preguntas sorprendido. \n- Es mi trabajo -dice simplemente.\n- Pero ¿por qué me ha puesto a prueba? ¿Y qué habría de malo en seguir hablando con esa chica? Soy una persona normal y corriente que sale del trabajo y se dirige a casa, nada más. \n\nKramer se echa hacia adelante y te mira fijamente. \n\n- Justamente eso, teniente, es lo que puede estar a punto de cambiar. \n\n<<choice "La propuesta de Kramer">>
Las cosas están ya lo suficientemente complicadas para que tú las compliques más: tienes unas instrucciones estrictas y te atendrás a ellas. Das algunas vueltas más por la ciudad hasta que al terminar de caer la tarde cenas en un coqueto restaurante cerca del río, haciendo tiempo hasta que sea la hora de ir al lugar donde dormirás. \n\nParece ser la entrada trasera de un almacén, en una zona que parece poco transitada en general y que por la noche se presenta totalmente desierta. La única farola oscura en toda la calle es la que está delante de ese lugar, seguro que no es casualidad; aparcas a unos metros, te fijas en el cubo de basura de enfrente, llegas hasta la puerta y compruebas que la han dejado abierta, entras y ves un pasillo con varias puertas más todas cerradas excepto una que da a un cubículo con un camastro desvencijado y un viejo baño con ducha. No es un hotel de lujo pero servirá. Mañana estarás lista para enfrentarte a la parte crítica de tu misión. \n\n<<choice "Una sorpresa para desayunar">>
En estas circunstancias ninguna solución parece buena, así que debes optar por la menos mala: escabullirte por atrás es la manera más rápida de deshacerte de tus perseguidores y así te ahorrarás enfrentarte directamente a ellos. Sin embargo la opción tiene dos inconvenientes: el menos serio es tener que recurrir a Otto, pero hay otro más importante y es que una vez hayas salido de la cafetería debes pasar al Oeste lo antes posible para que no les dé tiempo a retenerte en la aduana y enviar a alguien a seguirte desde allí. \n\nPasas unos minutos organizando tus ideas para tener el plan completo en la cabeza, y cuando te sientes lista miras a Otto y le haces una seña. \n\n- ¿Puedo ayudarla? -sonríe él al llegar a tu mesa. Notas que no sabe exactamente si alegrarse o preocuparse. \n- Sí, por favor. Su nombre es Otto, ¿verdad?\n- Sí... Sí, señora -sonríe contento de repente, evidentemente le encanta que recuerdes su nombre-. ¿Qué puedo hacer por usted?\n- Verá, Otto. No quiero causarle problemas... Pero hoy tengo un mal día y me gustaría saber si puede usted ayudarme. La verdad es que estoy un poco asustada.\n\nEl hombre se pone serio de repente. \n\n- Señora, dígame qué le ocurre. Yo lo arreglaré. \n- Se lo agradezco mucho, Otto -sonríes bajando tímidamente la vista, y por supuesto el truco de la jovencita indefensa funciona a la perfección-. Verá, hace unos minutos me he cruzado en la calle con mi exnovio...\n\nUnos minutos después das un sorbo a tu chocolate, te levantas y te diriges al baño aparentando normalidad. Avanzas por el pasillo pero, en lugar de entrar, sigues un poco más hasta donde Otto te está esperando junto a la puerta. \n\n- No sabe cuánto se lo agradezco -tratas de poner voz trémula y le apoyas una mano en el brazo al pasar junto a él-. No lo olvidaré, Otto. \n- Si su exnovio pregunta por usted me encargaré de decirle que se ha ido -su voz suena como un caballero a punto de entrar en un torneo medieval.\n- Gracias, de verdad. \n- Ahora váyase. La mía es esa gris.\n\nSeñala hacia una de las bicicletas apoyadas en la pared del callejón, sonríe y cierra rápidamente la puerta. Se acabó la función: tienes unos minutos antes de que la chica del libro empiece a pensar que estás tardando mucho en salir del baño, y para entonces tú debes estar ya conduciendo hacia el Oeste.\n\n<<choice "Instrucciones">>
¿En quién confías?
- Cuando quiera -dices recomponiendo tu frialdad, y empiezas a caminar hacia la entrada. \n\nÉl no se mueve. \n\n- ¿Ocurre algo?\n- Nada -te detienes momentáneamente-. Vamos. \n\nTe pones de nuevo a andar sintiendo su mirada atravesarte. Un par de segundos después, sin embargo, le oyes ponerse en marcha también siguiéndote. \n\nLlegáis a la puerta, te deja pasar primero, entras y accedes a la recepción. Pasan unos segundos cuando te llama la atención darte cuenta de que de repente te has quedado sola: ¡Schmidt te ha hecho entrar y se ha quedado fuera! Pero al girarte ves que no está al otro lado de las puertas de cristal: en su lugar aparece un hombre corriendo a toda velocidad y se pierde hacia la derecha, un momento después otro se abalanza sobre la puerta y entra atropelladamente, y al verte saca una pistola de debajo de la chaqueta y te apunta con ella gritándote de manera muy agresiva. \n\n- HALT!\n\n<<choice "Capturada">>
No eres para nada una mujer miedosa, pero ahora lo más inteligente es pensar antes de actuar. La única explicación normal para que alguien esté arriba es que los Hurley se hayan visto obligados a subir por alguna emergencia; mejor preguntarles qué ha pasado y según lo que te respondan decidirás qué haces a continuación. \n\nSubes el par de escalones que lleva a la puerta principal del edificio y abres con tu llave; te quedas un momento mirando el camino de las escaleras que va hacia el piso superior cuando escuchas una cerradura cerrarse. ¿Será la persona que ha apagado las luces de tu casa y que ahora está saliendo? Aún estás inmóvil sosteniendo la puerta abierta y pensando en llamar a los Hurley cuando ves asomar a un hombre empezando a bajar por las escaleras. \n\nActúas inmediatamente por instinto. Aún sostienes la puerta abierta y miras a un lado: junto a ti está la cesta de los paraguas, coges el más largo que tiene punta de acero y piensas "sea quien sea más le vale que esto tenga una explicación". \n\nTodo sucede en solo un par de segundos: no conoces al hombre que está bajando. Se queda congelado por la sorpresa al verte, y en su expresión ves escrito "culpable": aprietas el puño con el que sostienes el paraguas dispuesta a todo. Está claro que él será más fuerte que tú pero te sientes muy capaz de defenderte. \n\n- ¿Quién es usted? -las palabras te salen con un tono muy duro. \n\nEl desconocido no llega a contestar, pero en tu cabeza saltan todas las alarmas cuando le ves desviar la vista hacia un punto detrás de ti. ¡Pero claro, qué tonta! Intentas revolverte pero no llegas a darte la vuelta: alguien desde atrás te sujeta firmemente mientras notas un pinchazo en el cuello, y no te da tiempo ni siquiera de gritar antes de que todo se vuelva negro.\n\n<<choice "Despierta">>
- Se lo agradezco de verdad, Wilkins, pero quiero terminar esto antes de irme; tengo un autobús que pasa a las seis y media y me lleva directo a casa, tomaré ese. \n- Como quiera, Miss Ritter. Que pase una excelente tarde -se despide tu compañero. \n\nAl salir de la oficina te diriges a la parada del autobús. Ya que tienes que esperar hasta las seis y media te sobra mucho tiempo, así que caminas tranquilamente mentalizada de que vas a tener que esperar. \n\nAl llegar a la parada, ya anocheciendo, ves junto a ella a un hombre mayor fumando un cigarrillo apoyado en una farola. Se te queda mirando brevemente cuando te sientas, para volver en seguida a sus pensamientos. Un par de minutos después ves un autobús comenzando a doblar la esquina: aún queda un rato para el tuyo y efectivamente al momento compruebas que no lo es, pero se detiene al llegar a la parada y el hombre se sube después de arrojar el pitillo al suelo. En la calle no se ve ahora a nadie más. \n\n- ¡Ayyyy! \n\nEs el quejido de una voz infantil: te giras en el banco y ves a un niño llorando tirado en el suelo. Te levantas inmediatamente y te acercas a él: debe tener unos ocho años, no lleva más que un pantalón corto, una camisa medio por fuera y ni siquiera zapatos. Nada de abrigo. Tiene un poco de sangre en la cabeza.\n\n- ¿Qué te pasa? -Dices ayudándole a levantar. \n- ¡Es... Es mi mamá! -Solloza-. ¡Me... ha dicho... que... llame a un policía...!\n- ¿Pero qué ha pasado? ¿Dónde está tu mamá?\n\nEl niño señala hacia la esquina más cercana, que da a una calle transversal un poco más estrecha. \n\n- ¡En casa...!\n\nTe yergues mirando a todas partes, pero en ese trozo de la calle no ves a ningún policía ni a nadie más; luz en algunas ventanas, eso es todo. Das unos pasos y escuchas el llanto del niño alejándose: cuando te das cuenta desaparece por la calleja que te señaló. \n\n- ¡Eh, espera! \n\nHagas lo que hagas tienes que decidir: puedes buscar ayuda, y lo mejor parece correr unos cincuenta metros donde está la intersección con una calle más grande donde seguro que habrá gente o algún comercio con teléfono para llamar a la Policía; o bien puedes antes que nada averiguar a dónde exactamente ha ido el niño y qué ha pasado con su madre y entonces pensar en qué hacer y a quién avisar. Pero ella le dijo que buscara a un policía, ¿y si la situación fuera peligrosa? Quizá lo mejor sea desentenderse del asunto, sintiéndolo mucho por este niño el hecho es que tu no tienes ninguna obligación de meterte en un problema que no es tuyo. ¿Qué haces?\n\n<<choice "Corres tras el niño">>\n\n<<choice "Buscas ayuda">>\n\n<<choice "Sigues esperando tu autobús">>
- Muchas gracias, Bowers. Si no te es molestia...\n- Claro que no, hombre -sonríe-. Normalmente tengo que pasar a recoger a mi mujer en casa de su madre, pero hoy está enferma y voy directo a casa. ¿Vamos?\n\nEl trayecto que normalmente te cuesta más de una hora de combinar autobuses se convierte en quince minutos escasos, y Bowers te deja muy cerca de tu pequeño apartamento de soltero. Aunque ya está oscureciendo es bastante más pronto de lo acostumbrado. \n\nAl enfilar tu calle miras hacia donde está tu apartamento, y te sorprende ver que una de las luces está encendida. ¿Te has olvidado de apagarla esta mañana? Mientras caminas tratando de hacer memoria pasas por delante de la pequeña tienda de comestibles de la señora Marsh, y recuerdas que tenías que comprar algunas cosas antes de ir a casa. Si la luz se te ha quedado todo el día encendida no pasa nada por un rato más, aunque te escama el pensamiento de que estás absolutamente seguro de que tú la dejaste apagada esta mañana. ¿Qué haces?\n\n<<choice "Entras a la tienda un momento">>\n\n<<choice "Vas directamente a casa">>
El señor Schmidt entra en la clínica y no te lo piensas más: entras en el coche, arrancas y empiezas a moverte con la cabeza puesta en la frontera. Cuanto antes te esfumes mejor. \n\nSales a toda prisa del aparcamiento para dirigirte hacia el camino lateral que conduce a la salida del complejo, cuando frenas bruscamente al ver a un coche parado en medio del camino ocupando la vía. Sus dos ocupantes te miran fijamente y comprendes que están allí por ti. \n\nMetes marcha atrás mientras los dos hombres salen: uno grita al otro señalando hacia la clínica, su compañero sale corriendo hacia allá, y tú maniobras desesperadamente sabiendo que a pie te será imposible escapar. No puedes hacer mucho más: antes de que consigas girar del todo estalla el cristal de la ventanilla y solo ves la pistola que te apunta a la cabeza. \n\n- HALT!\n\n<<choice "Capturada">>
Por la experiencia que vas teniendo en esto te has dado cuenta de que en el espionaje la clave está en que la información siempre esté compartimendada: cada uno conoce solo un trocito de la verdad, lo que necesita para hacer su parte del trabajo, pero el único que entiende lo que realmente está pasando es quien dirige la operación. Si una pieza se ve comprometida no afecta al resto y se puede sustituir por otra que haga lo mismo sin tener ni idea de cómo influyen sus actos en las otras piezas. \n\nTus instrucciones están clarísimas y detalladas al milímetro. Cuando llegue el señor Schmidt, del que no olvidas que es un agente enemigo encubierto, debes acompañarlo a tres sitios. Primero le llevarás a comer algo, a un café que está a solo unos metros de vuestro siguiente destino al que iréis a pie: se trata de un hospital del Oeste en el que tendrá su primera entrevista. Tras esto cruzaréis a Berlín oriental para dirigiros a una pequeña clínica que forma parte de un gran complejo hospitalario que conoces por haber pasado por allí alguna vez. Y con esto tu misión casi habrá terminado, de vuelta al Oeste y una vez hayas dejado al señor Schmidt te irás directa al aeropuerto. Y ojalá la jornada se limite a este aburrido recorrido y no ocurra nada más. \n\nPero antes toca esperar. Por la mañana dejas casa llevando contigo únicamente lo que se ha ordenado; pasas tu día libre visitando museos y una biblioteca, aprovechas un momento para cruzar por delante de la cafetería en la que tu contacto y tú desayunaréis mañana para tenerla localizada, y al ir cayendo la tarde piensas en empezar a buscar un sitio para cenar cuando se te ocurre una idea. \n\nTienes libertad de movimientos hasta la noche. Se te ha ordenado seguir tus instrucciones al pie de la letra, y en ninguna parte estaba escrito que no pudieras quedarte cerca de casa... Ya que no tienes nada más que hacer ¿y si vas por allí y te quedas un rato vigilando por si vieras al señor Schmidt? Seguramente él dormirá en la //Gasthaus// esperando por ti a primera hora de la mañana y es lógico pensar que llegará antes de la noche. No hay gran diferencia entre perder un par de horas en esa calle o perderlas en cualquier otro sitio, y en caso de que tuvieras algo de suerte y vieras a alguien que pudiera ser él quizá sería una ventaja. \n\nTu información es limitada y no sabes qué puede tener Kramer en la cabeza. Si el coronel hubiera querido que vieras a tu contacto antes de tiempo te lo habría especificado, pero si hubiera querido que no lo vieras te lo habría especificado también. La decisión parece ser tuya, ¿qué haces?\n\n<<choice "Vas a vigilar la pensión un par de horas">>\n\n<<choice "Te mantienes lejos de allí hasta mañana">>
Os encontráis en un barrio de edificios de cuatro o cinco plantas y calles estrechas. A esa hora, aparte de luces en algunas ventanas aquí y allá, todo es quietud, oscuridad y silencio. La señora Slowinska reduce la velocidad mirando a todas partes como para asegurarse de que no hay nadie en la zona, y finalmente detiene el coche sin apagar el motor. \n\n- Baje y métase por ese callejón, y avance ocultándose hasta el portón de garaje que encontrará al final. Si ve a alguien asomado a alguna ventana espere hasta estar seguro de que no le observan; entonces abra el portón, que no estará cerrado, y vuelva al coche. \n\nAsí lo haces. Mientras avanzas por el callejón en penumbra, pensando que no te gusta nada dejar sola a esa mujer sin saber qué estará haciendo o con quién se estará comunicando, vas fijándote en las ventanas que encuentras en las casas a los lados. Nada, todo está oscuro y cerrado excepto el portón que al empujarlo se mueve sin hacer ruido. Apenas puedes ver el interior, pero ya habrá tiempo para eso luego: vuelves sobre tus pasos siempre alerta, y al llegar a la calle entras de nuevo en el coche. Tras esto la señora Slowinska simplemente conduce adentrando el vehículo en el callejón, hasta que finalmente cruza el portón y apaga el motor. \n\n- Cierre. \n\nSales del coche y vuelves a cerrar el portón mientras a tu espalda se enciende una tenue luz: la mujer ha abierto el maletero del coche y lleva una linterna en la mano iluminando el interior. Al acercarte ves que hay algunas bolsas, una cuerda, un plano de Berlín, otro de Alemania oriental, y encima de todo esto una gran maza con aspecto de muy pesada. La señora Slowinska la agarra por el mango para levantarla, pero tú te interpones. \n\n- Déjeme, yo la llevaré. \n\nElla simplemente cierra el capó mientras tú sujetas la herramienta, e ilumina el camino avanzando contigo un paso por detrás. Cruzáis una pequeña puerta que da a unas escaleras que bajan; las seguís hasta un pequeño sótano, una vez allí empujáis entre los dos una estantería que deja ver un hueco en la pared, al atravesarlo ves un agujero en el suelo con una escalera de mano apoyada en el borde, descendéis y os encontráis en un cuartucho de unos tres o cuatro metros cuadrados y paredes de ladrillo. Entonces la mujer tira de un cordón, se enciende una bombilla que cuelga de un cable en un rincón y que deja ver que en ese lugar solo hay unas cajas y algo de gravilla en el suelo, y apagando la linterna se la guarda con una mano en un bolsillo mientras con la otra saca una pequeña pistola y te apunta con ella. \n\n- Al otro lado de esta pared -señala a un lado con la cabeza- hay un túnel que nos llevará directamente al oeste; a la salida nos estarán esperando y nos llevarán a un lugar seguro. \n- Pues esa pistola no me da mucha seguridad -dices tú. \n- Señor Schmidt, el juego ha acabado. Sé que no es quien dice ser, pero no sé quién es en realidad. No sé si puedo confiar en llevarle conmigo o si me estoy poniendo en un peligro aún mayor. \n- ¿Entonces por qué me ha ayudado a escapar de la policía secreta?\n- No ha sido idea mía. Otto me ha dicho que es vital que los dos desaparezcamos, no basta con que lo haga solo uno. \n- Otto. Su amigo el del silenciador. \n- Es un agente doble, él y su equipo han llevado la operación a este lado del Muro. Otto fue quien supuestamente me detuvo junto a la clínica y el encargado de mi interrogatorio, lo que cuando llegó el momento de nuestra fuga facilitó las cosas. También me ha dicho que es usted inglés: ¿es eso cierto?\n\nPor un momento te quedas mirándola fijamente, pensando. \n\n- Por lo que yo sé usted es la razón por la que estoy ahora mismo siendo perseguido por todos los espías del Este en lugar de yendo de camino a mi casa tras un día de negocios. Si usted también es una espía no sé cómo espera que confíe en usted. \n\nLa señora Slowinska te sostiene la mirada, y lo que dice a continuación te deja pasmado porque lo hace en un inglés tan perfecto que parece salido del corazón de Inglaterra: \n\n- No soy una espía, no sé si usted lo es y no sé en quién puedo confiar y en quién no. Pero sí tengo claro que me estoy jugando la vida, así que o empieza a hablar ahora mismo y me convence de que está de mi lado o le pego dos tiros y me largo sola. Elija. \n\nTu cabeza está llena de preguntas y apenas tienes información para responderlas. Tenías una misión que ha derivado en una situación totalmente descontrolada, y ahora mismo no tienes idea de si efectivamente estás a un paso de la libertad o si todo esto ha sido un montaje para hacerte hablar. Sería perfectamente posible, al fin y al cabo no sabes qué estaba pasando realmente a tu alrededor mientras estabas detenido con la capucha puesta y desde que te la quitaron puedes haber visto lo que querían que vieras. \n\nLlegados a este punto lo único que te queda es tu intuición y una pistola en el bolsillo. Ha llegado el momento de decidir: ¿confías en la mujer que ahora mismo está apuntándote con el arma que lleva en la mano?\n\n<<choice "Confías en ella">>\n\n<<choice "No confías en ella">>
Esto... Esto no puede ser. Estás absolutamente estupefacta, aunque te las arreglas para mantener la frialdad mientras tratas de recomponer tus ideas.\n\nEs evidente que esto no es casualidad. Es evidente que Otto no es un simple camarero que por arte de magia ha cruzado desde el Este y ha encontrado un nuevo trabajo en un solo día: trabaja para alguien que sabía que estaríais allí esta mañana. Es evidente que a quienquiera que le haya mandado allí no le importa que tú sepas que os tienen vigilados. Hasta aquí lo que está pasando no deja de ser un mazazo por la sorpresa que te supone, pero al menos es mejor saberlo si las cosas son así; el problema está en entender de verdad la situación y prepararse para lo que pueda venir a continuación. \n\nEl desayuno transcurre en completo silencio; Otto ya te ha visto pero no se acerca por donde estáis, y tú evitas mirar hacia donde está él. Apenas tocas tu café, nada de chocolate hoy; mientras tanto el señor Schmidt come tranquilamente y al parecer disfrutando su sandwich como si nada. Por supuesto es imposible que el espía no tenga nada que ver con la presencia allí del camarero; la pregunta es ¿por qué no les importa que tú lo sepas? ¿Es simplemente que como te había dicho Kramer todos piensan que eres simplemente una guía insignificante, y por eso además no te detuvieron antes? ¿O es que no les preocupa porque de todas formas tienen... otros planes para ti?\n\nUna idea empieza a ocurrírsete, y no te gusta nada. Si aquí en el Oeste están tan seguros ¿qué sucederá cuando crucéis a Berlín oriental? ¿Y si el plan no incluye que tú regreses? No tienes claro del todo lo que está pasando, pero lo que está pasando no es bueno y lo que viene se adivina peor. \n\nHay que hacer algo. Aunque te sientes bajo una enorme presión tu carácter fuerte y práctico te hace salir del shock y empezar a plantearte soluciones. El señor Schmidt continúa perfectamente tranquilo, controlando la situación; veamos qué está haciendo Otto. Te giras levemente para encontrarle al fondo, quieto, clavando la mirada en vosotros sin siquiera disimular; pero al ver que le fijas en él de repente saca una falsa sonrisa y hace ademán de venir hacia vuestra mesa. Por tu parte se te han acabado las ganas de seguir siendo observada, decides que hay que marcharse. \n\n- Debemos irnos, voy a pagar -dices.\n\nPero el comentario no parece hacer ninguna gracia al señor Schmidt, que ahora está mirando también hacia Otto de manera reveladora y parece querer retenerte allí un momento más. Se queda un par de segundos pensando y de repente se pone en pie como impulsado por un resorte: inexplicablemente no espera a que venga algún camarero a limpiar la mesa, él mismo recoge rápidamente las tazas y su plato y comienza a dirigirse hacia la barra. \n\n- No, pagaré yo. Vuelvo en un momento. \n\nEsto tampoco lo esperabas, su reacción está totalmente fuera de lugar. ¿Qué demonios está haciendo? No te lo explicas hasta que ves a Otto ir directo hacia él. Después de que el señor Schmidt haya dejado la vajilla intercambian unas breves frases y tras esto tu contacto se dirige directamente al servicio; Otto se le queda mirando alejarse por un instante, luego te lanza un vistazo a ti, sonríe y se da la vuelta para ir tras la barra y desaparecer por la puerta que da a la cocina. \n\nSe acabó: sacas un billete, lo dejas en la mesa y abandonas el local. \n\nSales a la calle y te quedas mirando el coche sabiendo que solo tienes como máximo un par de minutos antes de que el señor Schmidt salga también. La cabeza te funciona a toda presión: durante las pasadas semanas todo esto te pareció casi una aventura emocionante, pero es ahora cuando te das cuenta de que estás entre agentes fríos y experimentados que se mueven a un nivel mucho más alto que el que tú tienes.\n\nSea lo que sea que hayan hablado los dos hombres o lo que uno haya pasado al otro si es que ha sido así, lo que está claro es que ha ocurrido lo que en tus instrucciones se definía como una "violación de seguridad". El plan se ha roto y tus órdenes son tomar las decisiones necesarias para cumplir con tus objetivos, y si eso no es posible al menos protegerte tú para no revelar nada de tu verdadera misión de control. \n\nAún estás en Berlín occidental y tienes una mínima seguridad, pero dentro de nada te vas a meter en la boca del lobo pasando al Este con un espía enemigo y sin ninguna garantía. Es tu última oportunidad para elegir: o escapas ahora, te vas directa a la embajada británica y solicitas que te ayuden para volver a casa sin dejarte atrapar, o arriesgas tu vida con tal de continuar con tu misión y tratas de cumplir tus órdenes iniciales de seguir la ruta y mantener controlado a tu contacto. Tu coche está ahí delante, nadie puede ayudarte, la misión es de enorme importancia, estás sola ante esta responsabilidad, te juegas la vida, tienes que tomar una decisión y tienes que hacerlo ya. \n\n<<choice "Escapas hacia la embajada">>\n\n<<choice "Continúas la misión">>
La habitación no tiene ventanas, solo una rejilla para la ventilación sobre la entrada, y es muy sencilla: una cama pequeña, una mesa con una silla, un armario y una puerta que da a un cuarto de baño de aspecto viejo pero limpio. En el único cajón de la mesa encuentras unos papeles de tamaño cuartilla en blanco con dos lápices, una goma y un afilador; en el armario encuentras un traje colgado de una percha con una muda de ropa interior en un lateral, unos calcetines y un par de zapatos en la parte inferior y un pequeño maletín; y por su parte en el baño solo hay una pastilla de jabón y una toalla. \n\nDespués de tu breve reconocimiento del lugar te quedas mirando hacia la rejilla de ventilación. Kramer te dijo que miraras en el respiradero, seguro que se trata de eso; usas la silla para subirte y descubres que la rejilla está sujeta solo a presión y que tirando un poco puedes sacarla sin dificultad. Lo haces pero solo ves el principio del tubo del conducto de aire que se pierde en la oscuridad, así que decides tratar de meter el brazo y ver si encuentras algo allí. \n\nEfectivamente, con algo de esfuerzo por la posición forzada alcanzas a tocar alqo que parece... Un sobre doblado en U para hacerlo caber en ese espacio tan estrecho. Lo sujetas bien con los dedos y tiras para sacarlo, colocando la rejilla tras esto y llevándotelo a la mesa para examinar el contenido. \n\nUna cartera con algo de dinero dividido en dos compartimentos; te das cuenta de que los billetes son distintos, no te es difícil adivinar al mirarlos que unos son dinero de la parte occidental y otros del este. No sabes si es mucho o poco. También hay varias tarjetas de visita iguales: MGH Aparatos Médicos, Markus Schmidt, un teléfono y una dirección de la ciudad de Hamburgo, y además encuentras la foto un poco desgastada de una mujer sonriendo con lo que parecen arbustos detrás. \n\nUn pasaporte a nombre de Markus Schmidt. Te desconcierta la fotografía: la cara es la tuya, jurarías que es de la foto que te hicieron en el ejército hace dos años para la renovación de tu expediente, pero de alguna manera han cambiado el uniforme militar por un traje de civil parecido al que cuelga ahora en el armario. \n\nUnos papeles doblados, cuentas siete, escritos a máquina en alemán. En los seis primeros encuentras lo que parece ser la biografía de Markus Schmidt: naciste en Hannover pero vives en Hamburgo desde hace nueve años, trabajas para una compañía de equipos médicos y estás casado con Greta Schmidt (de soltera Richter), sin hijos... Parece que ahí tienes todo lo que necesitas en caso de que alguien te pregunte. \n\nPero lo que más te llama la atención es la última hoja. \n\n//A las 8:30 de la mañana pasarán a recogerle y se dirigirá al hospital Franziskus en el distrito de Tiergarten. Allí se entrevistará con el jefe de Oftalmología, el doctor Werthner, para presentarle la documentación técnica que encontrará en su maletín. Después de esto le llevarán hasta el distrito de Marzahn en la zona Este: allí, en la Augenklinik Berlin, le estará esperando el doctor Breitling para tener una reunión similar a la anterior. Una vez haya terminado su trabajo regresará a Berlín occidental e irá directamente al aeropuerto de Tegel: allí se sentará en cualquier sitio a su elección y alguien le entregará un billete de avión a cambio de sus documentos y su maletín. Tomará el vuelo que se el indique y con esto su trabajo habrá terminado. \n\nSiga estas instrucciones al pie de la letra. Cualquier hecho, conversación o decisión que no esté específicamente detallada en este documento supone una violación del plan de trabajo y debe ser evitada a toda costa. Nadie aparte de las personas mencionadas en este documento se dirigirá a usted por ningún motivo; en caso de que eso ocurra, y aunque se identifique como amigo, debe considerar a esa persona un peligro potencial y actuará en consecuencia. Bajo ningún concepto revelará información sobre este trabajo a nadie, ni durante el mismo ni en ningún momento futuro una vez haya terminado. \n\nMemorice estas instrucciones cuidadosamente al igual que la información sobre su identidad actual, y después destrúyalo todo.//\n\nRespiras hondo y te quedas un momento pensando en la situación. Hace nada estabas tranquilamente en Londres llevando una existencia fácil y rutinaria, y ahora te encuentras embarcado en una misión de alto secreto e importancia internacional; no has dejado de estar en tensión desde que todo empezó, aunque ahora por primera vez te das cuenta de que estás hecho para esto. Tu accidente te retiró del servicio aéreo para recluirte en una oficina y lo aceptaste porque era lo mejor que tenías, pero el hombre de acción que hay en ti se ha despertado y te recuerda cuánto echabas de menos algo de emoción. Por un instante te pasa por la cabeza la impresión de que cuando vuelvas a casa empezarás a pensar en hacer cambios en tu vida. \n\nEl maletín del armario. Lo llevas también a la mesa y descubres que puedes abrirlo simplemente moviendo la pestaña del cierre: dentro hay documentos de empresa, folletos de presentación de los equipos que se supone que vas a vender, y un sobre que contiene planos y especificaciones técnicas sobre esos equipos. Material de trabajo, no parece nada especial. \n\nEn ese momento das un respingo de sorpresa: alguien llama a la puerta. \n\nTe quedas unos segundos paralizado en silencio mientras el tiempo parece detenerse. \n\nVuelven a llamar. \n\n- ¿Herr Schmidt? -la voz es de una mujer mayor. \n\nEsperas unos momentos más antes de responder. Tienes los nervios a flor de piel. \n\n- ¿Sí?\n- Soy la señora Pohl, la propietaria de la pensión -dice la voz-. Abra un momento, por favor. \n\n//Nadie aparte de las personas mencionadas en este documento se dirigirá a usted por ningún motivo; en caso de que eso ocurra, y aunque se identifique como amigo, debe considerar a esa persona un peligro potencial y actuará en consecuencia.//\n\n- ¿Qué quiere? -preguntas con cierta brusquedad. \n- Su amigo me dijo al pagar la habitación que vendría tarde del aeropuerto, y he pensado que quizá no haya cenado. Le he traído algo para comer, ¿puede abrirme? Me duele mucho la espalda y necesito dejar esto en algún sitio. \n\nLa cabeza te funciona a toda velocidad. Tus instrucciones son clarísimas, pero si Kramer ha elegido esta pensión no tienes ninguna duda de que es un lugar seguro y de que él lo tiene todo controlado; seguro que ha investigado a fondo a esta mujer y a todos los que tengan algo que ver con el negocio. Es más, ¿y si trabaja para él? ¿Y si es una prueba? \n\nPor otra parte, hasta este momento ni siquiera habías pensado en ello pero ahora te das cuenta de que no has probado bocado desde hace muchísimo tiempo. No podrás aguantar sin comer eternamente, si mañana te ciñes estrictamente al plan acabarás encontrándote mal o desfalleciendo y no puedes permitirte afrontar todo esto en malas condiciones. Tarde o temprano tendrás que ingerir algún alimento, y Kramer no debe haberlo tenido en cuenta o te habría dejado algo en la habitación. Además, si alguien quisiera hacerte daño ¿por qué ahora? No tiene sentido arriesgarse cuando mañana mismo te pueden simplemente detener en cuanto entres al Este.\n\n- Herr Schmidt, por favor -dice la señora con voz algo quejumbrosa. \n\nSe acaba el tiempo. Puedes no abrir la puerta y limitarte a esperar a que mañana venga tu contacto, y si ella no trae comida pedirle que os saltéis el plan para ir a algún sitio a desayunar aunque el riesgo entonces será aún mayor. Puedes aceptar que la Señora Pohl te deje la comida y decidir más tarde si te la comes o no; y ahora que recuerdas, en el camino hacia aquí con Kramer pasásteis por una pequeña tienda de comestibles a la que podrías ir un momento cuando la propietaria se vaya. Decidas lo que decidas es seguro que tarde o temprano te verás obligado a desobedecer tus instrucciones, así que todas las soluciones son malas; ¿qué haces?\n\n<<choice "Aguantarás hasta que llegue tu contacto por la mañana">>\n\n<<choice "Aceptas la comida">>\n\n<<choice "No abres la puerta para ir después a la tienda">>
- Señor, ¿puedo saber de una vez qué demonios está pasando?\n\nKramer respira hondo y se echa atrás en su asiento antes de hablar. \n\n- Holzmann, ha sido usted seleccionado para una misión de alto secreto. Es una tarea sencilla y no debería entrañar ningún peligro, se trata simplemente de recoger un sobre y entregarlo a una persona concreta; pero es información confidencial y necesito a alguien que no tenga ninguna relación con mi departamento ni con ninguna rama de los servicios de Inteligencia. \n- ¿Porque hay espías infiltrados en nuestros servicios de información?\n- Exactamente. En mi negocio todo el mundo espía a todo el mundo y hay agentes dobles por todas partes, lo sabemos y trabajamos ya contando con ello, pero en este caso no podemos correr riesgos. \n- Supongo que esa es la razón por la que estamos hablando en esta lugar y no continuamos la entrevista el despacho del General Cartwright. \n\nPor un instante el coronel deja ver una muy leve sonrisa. \n\n- Conozco al general desde hace mucho tiempo; le dije que necesitaba a alguien de su perfil y él me ayudó a dar con usted. Pero no sabe nada de esta operación, y después de nuestra charla le dije que teníamos a alguien mejor y que le habíamos descartado. Además mañana por la mañana nos encargaremos de mandar un aviso a su oficina, oficialmente está usted en la cama con gripe; si todo va como está previsto en unos días volverá al trabajo como si nada extraordinario hubiera pasado. \n\nTu interlocutor hace un momento de pausa, se inclina hacia adelante y te mira muy fijamente. \n\n- Le he investigado a fondo y sé que está limpio: es usted el hombre que necesito. No es un miembro de mi departamento y no puedo obligarle, lo cual sería además contraproducente para nosotros; si rechaza la misión dejaré que se vaya sin más a su casa y esta historia habrá terminado aquí. En caso de aceptar conocerá los detalles de la operación y nos pondremos en marcha inmediatamente. ¿Qué decide?\n\nPor un momento no sabes qué decir: todo está sucediendo tan rápido que no has tenido ni un segundo para pensar. \n\n- ¿Puede darme un momento?\n- Claro -asiente Kramer-, tenemos tiempo. Prepararé algo de café, espere aquí. \n\nEl coronel se pone en pie y abandona la habitación. Varias preguntas comienzan a surgirte inesperadamente: ¿por qué todo esto? Podrían haber hablado contigo directamente en tu apartamento en lugar de tomarse tantas molestias para atraerte a este lugar con tanto misterio. ¿A qué viene tanta urgencia? ¿Es cierto lo que te ha contado el coronel? Si este asunto es de tanta importancia ¿cómo es posible que lo dejen en manos de alguien como tú, que no tiene ni la más mínima experiencia? Sencillamente, aquí hay cosas que no encajan. Es más: al pararte a pensarlo te das cuenta de que no confías del todo en Kramer, algo te dice que te está ocultando algo importante. \n\nA los pocos minutos entra con una taza de café humeante. \n\n- Con una nube de leche y sin azúcar, ¿verdad? -dice lanzándote una media sonrisa. \n- ¿Cómo lo sabe? ¿Cómo sabe tanto de mí?\n- Ya le he dicho que le he investigado a fondo -se sienta de nuevo en su silla alargándote la taza. \n- ¿Usted no toma?\n- Ahora no. Bien, ¿qué decide, teniente? ¿Hará este servicio a su país?\n\nSostienes la taza en tu mano por un momento mientras el coronel te taladra con su mirada. ¿Qué respondes?\n\n<<choice "Aceptas la propuesta del coronel">>\n\n<<choice "Rechazas la misión">>
- Está bien -sigues en inglés-. Yo le contaré lo que sé y usted me contará lo que sabe. \n- De acuerdo, empiece. \n- Me llamo Vanessa Ritter. ¿Y usted?\n- Su nombre no suena a inglés. \n- Mi padre es alemán y mi madre polaca. Por eso me eligieron. \n\nEl hombre baja la mirada un instante, pensando. \n\n- De ahí su acento -murmura.\n- Schmidt es su verdadero nombre?\n- Holzmann. Martin Holzmann. Mi familia viene de Alemania, pero yo soy de Londres. ¿Y usted?\n- Lancashire. Pero vivo en Londres también; vivía, hasta hace un par de meses. \n- Solo lleva unos meses en esto?\n- Así es. Y por cómo han ido las cosas últimamente empiezo a pensar que usted tampoco es un espía profesional. \n\nNiega con la cabeza; todas las piezas empiezan a encajar. Sigues hablando.\n\n- La persona que me reclutó para esta misión me dijo que necesitaban a alguien de fuera. Era demasiado importante. \n\nÉl endurece la expresión. \n\n- No me lo diga: Kramer. \n\nNo hace falta que responda, su mirada es bastante elocuente. Tras unos instantes continúa: \n\n- Y por cierto, me dijo que usted era una espía enemiga; ahora estoy seguro de que mintió, aunque no entiendo por qué lo hizo. \n- A mí me dijo lo mismo de usted. Si estaba planeado que nos atraparían para que nos fichara la Policía secreta supongo que Kramer lo hizo a propósito para que no habláramos entre nosotros. Así habría menos posibilidades de confesar cuando nos atraparan. \n- Maldito hijo de... -El hombre baja finalmente el arma. \n- Llevaba tiempo sospechando que era vigilada, pero Kramer me dijo que nadie lo sabía así que pensaba que la Stasi me había descubierto. Sin embargo no llegaba a comprender por qué no me detenían si sabían que era una infiltrada; ahora supongo que esperaban a que llegara usted para atraparnos juntos. \n\nHolzmann asiente con la cabeza. \n\n- La Stasi busca a una pareja de espías, alguien les hace llegar la noticia de que estarán en el Este en un día concreto y mandan a dos señuelos que somos nosotros. Nos detienen en medio de una supuesta misión, nos fotografían, para ellos estamos identificados, y por si hubiera alguna duda de lo importantes que somos montan una operación de rescate peligrosísima para hacer que escapemos. \n- No solo eso -añade él, que parece perdido en sus pensamientos-. Parece que el túnel que vamos a utilizar es alto secreto: fue excavado desde el Oeste para interceptar comunicaciones soviéticas y nuestra fuga hará que lo descubran. Esos dos espías que hemos suplantado deben ser realmente importantes. \n- Martin -dices, y al oír su nombre de pila el hombre sale de su concentración-, debemos irnos.\n- Sí, vamos. \n\nGuarda la pistola, recoge de nuevo la maza y se dirige a la pared contraria a la que había señalado antes. \n\n- Había dicho que era por el otro lado.\n- Mentí. No sabía si era de fiar. \n\nLe miras fijamente un momento más: un tipo listo. \n\n- De acuerdo -sonríes finalmente-. Larguémonos de aquí, ¿quiere?\n\nPoco después de empezar a golpear empieza a asomar el túnel al otro lado. Pronto el hueco es lo suficientemente grande para pasar. \n\n- Yo iré delante -dice sacando la pistola-. Quizá se sienta más segura llevando el arma. \n- Tengo la mía -respondes, sacando la que llevabas oculta; el hombre te mira con la boca abierta-. Yo tampoco sabía si era de fiar. \n\nAhora es él quien sonríe. \n\n- Supongo que estamos empatados. Vamos. \n\nPor fin entráis en el túnel y le sigues hacia la derecha. \n\nNinguno tiene reloj pero te parece que han pasado horas cuando por fin llegáis al final. Hay una escalerilla metálica que acaba en lo que parece una tapa de madera: Holzmann sube primero y la levanta muy despacio asomándose con cuidado.\n\nInmediatamente abre del todo y mientras termina de subir se escucha de fondo la voz del comandante Kramer. \n\n- Ah, por fin han llegado -después de ayudarle a subir alarga una mano para hacer lo mismo contigo; jamás habrías pensado que te sentirías feliz al encontrarte de nuevo con él-. Me alegro de verles, bienvenidos a Berlín Oeste. Muy pronto volverán a casa.\n\n\n''FIN''
- Señora Pohl, en este momento estoy ocupado y no puedo abrir; pero gracias por su consideración. \n- Ah, entiendo. Bueno, por si acaso le dejo la bandeja que le he traído junto a la puerta por si cambia de idea. Buenas noches.\n- Buenas noches y gracias de nuevo. \n\nA los pocos instantes escuchas pasos alejándose por el pasillo; se ha ido. Aunque te haya dejado algo no tienes intención de aceptar nada que te puedan ofrecer, pero está claro que necesitarás comer y mejor tomar la iniciativa ahora en solitario que hacerlo mañana una vez estés con tu contacto y en medio de la misión. Mientras te aseguras de dejarlo todo como estaba y te preparas para salir piensas en Kramer: no sabes si es simplemente porque no te gusta o es la tensión la que te pone de mal humor, pero le maldices porque su falta de previsión te ha metido ahora en este problema. O peor, podría haberlo calculado a propósito para saber si pasarías la prueba o caerías en la trampa de aceptar la comida.... "El hambre me está volviendo paranoico, mejor que vaya a comprar algo cuanto antes". \n\nAl salir encuentras una bandejita con comida sobre una repisa cerca de tu puerta. Hay un trozo de tarta de manzana que tiene una pinta deliciosa y un vaso de leche, y por un segundo te pasa por la cabeza la idea de que correrías menos riesgo aceptando esto que saliendo a la calle: "voy a incumplir mis órdenes de todas formas, así que qué más da", piensas antes de hacer un leve gesto de negación con la cabeza y andar por el pasillo en dirección a la salida. \n\nEstá empezando a anochecer pero aún hay gente andando por la calle cuando sales. Antes de empezar a moverte tú también miras brevemente a ambos lados, por si tu instinto te avisa de algo sospechoso: todo el mundo parece caminar a lo suyo y nada llama especialmente tu atención. Hay una mujer hablando por teléfono en la cabina que hay en la otra acera y un coche se pone en marcha justo en ese momento, pero al pasar ante ti ves que se trata de una pareja de ancianos y ni siquiera te miran. Si alguien te vigila en ese momento no puedes saberlo. \n\nTe diriges hacia donde estaba la tienda de comestibles, que según ves al acercarte sigue aún abierta. Saludas con un gesto al dependiente que te lanza una breve mirada mientras atiende a una señora, y tú esperas tu turno mientras decides qué comprar. Hay lo que parecen unos pequeños bocadillos de carne picada a la vista que parecen muy apetitosos; ya te has decidido cuando entra un hombre, asiente silenciosamente como único saludo y se coloca detrás de ti. \n\nSolo has podido verle unos momentos: de unos cincuenta años, corpulento y vestido con unos pantalones de pana, camisa blanca y chaqueta gruesa de piel. Notas que está justo un paso a tu espalda, lo que dadas las circunstancias no te gusta nada; te haces un poco a un lado mientras la señora termina y el dependiente te saluda. \n\n- Señor, ¿qué desea?\n- Uno de esos, por favor -señalas hacia los bocadillos.\n- ¿Se lo envuelvo?\n- Sí, gracias. \n\nEl tendero hace un movimiento hacia el estante de los bocadillos cuando justo en ese momento suena el teléfono.\n\n- Un momento, en seguida estoy con usted. \n\nSe gira para contestar, cuando notas que de nuevo el hombre que ha entrado detrás de ti se ha vuelto a colocar a tu espalda. En circunstancias normales ni habrías reparado en ello, pero ahora se te disparan todas las alarmas de tu cabeza. Vuelves ligeramente la cabeza a un lado hasta notar vagamente su reflejo en el cristal del escaparate: no se mueve, parece estar simplemente esperando con una mano colgando a un lado y la otra dentro de un bolsillo de su chaqueta.\n\nEl dependiente ha hecho algo extraño: ha descolgado el teléfono, se lo ha acercado al oído, ha escuchado unos segundos y ha vuelto a colgar sin decir nada. Tras esto te mira, lanza una fugaz sonrisa y desaparece por una puerta lateral. Tú estás en tensión manteniendo por el rabillo del ojo la mirada en el reflejo del hombre detrás de ti sin que se te note, y al poco reaparece el tendero con algo en las manos envuelto en papel. \n\n- Aquí tiene -te dice dejándolo en el mostrador mientras te mira con expresión seria. \n\nTe mueves dos pasos a un lado alejándote del hombre que tenías detrás y acercándote al estante de los bocadillos. \n\n- Quería uno de estos -dices.\n- Esos son solo de muestra, señor. Este es el suyo, envuelto para llevar.\n\nNada de lo que está ocurriendo te parece bien. Tu intuición te dice que salir a comprar comida ha sido un completo error: no sabes si es por la inseguridad de esta situación, la tensión de estar en un país extranjero a punto de jugarte la vida en una misión de espionaje, haber roto el protocolo y estar en circunstancias descontroladas, o que verdaderamente la manera en que se comportan los dos hombres no es para nada normal... Pero tienes que salir de allí y volver al plan, y hacerlo ya. Sin decir nada sacas la cartera de tu bolsillo y alargas el brazo para dejar uno de los billetes en el mostrador; el tendero te mira con expresión extraña mientras el otro hombre mete la otra mano también en el bolsillo lentamente, pero finalmente recibes tu cambio y recoges tu bocadillo. Sales a la calle rápidamente y sin despedirte. \n\nAvanzas a paso rápido por la acera con la única idea en la cabeza de volver cuanto antes a la pensión. De camino pasas junto a una papelera y te detienes un instante mirando el bocadillo envuelto que llevas en la mano: recuerdas esa extraña llamada de teléfono cuando el dependiente parecía dirigirse al estante antes de cambiar de idea, y sin pensártelo dos veces lo tiras y sigues tu camino con la cabeza hirviendo y la tensión saliéndote por los poros de la piel. \n\nDe repente, al doblar la esquina, te quedas paralizado. ¡Esa mujer! Aunque has tardado unos segundos en darte cuenta jurarías que la mujer con la que te has cruzado unos metros atrás y que estaba mirando un escaparate era la misma que has visto en la cabina telefónica cuando has salido; no has podido verle la cara pero también tiene el pelo claro y ese vestido parece el mismo. Un impulso irracional te hace asomarte a la esquina de nuevo, y lo que ves te corta la respiración: la ves caminando de espaldas, se acerca a la papelera en la que has tirado el bocadillo, mira al interior y luego directamente se gira hacia la tienda de comestibles. No necesitas más. \n\nLlegas a paso muy vivo hasta la puerta de la //Gasthaus//, introduces la llave en la cerradura sin levantar siquiera la cabeza y vas directo a tu habitación sintiendo los latidos de tu corazón en las sienes. No tienes ni idea de qué es exactamente lo que acaba de pasar a tu alrededor, de si has corrido realmente un peligro cierto o si simplemente te han estado vigilando; pero Kramer te dijo que no había confiado en nadie de su equipo y ahora se te hace evidente que alguien más lo sabe. Y sobre todo una cosa está clara: al salirte del plan has puesto en peligro la misión. \n\n"No volverá a ocurrir", te dices. \n\nPasas las siguientes horas concentrado en tu trabajo: memorizar la información que has recibido, familiarizarte con el material que vas a llevar y destruir los documentos. Es ya muy tarde cuando finalmente te acuestas y tratas de descansar un poco hasta que llegue la mañana. \n\n<<choice "Tu contacto en Berlín">>
Después de un par de segundos de sorpresa miras a un lado, hacia la cabina telefónica del otro lado de la calle; ves como un hombre cuelga, se aleja sacando unos cigarrillos y se detiene a encenderse uno en el momento en que tú llegas a paso rápido hacia el teléfono ahora libre. \n\n- Policía de Londres, dígame -responde una voz. \n- Hay intrusos en mi casa -dices precipitadamente-. Necesito ayuda. \n- Su nombre y dirección, por favor. \n- Me llamo Van...\n\nNo puedes continuar: de repente alguien te agarra desde atrás con fuerza y notas un pinchazo en el cuello. Sueltas el teléfono y te giras como puedes, para ver al hombre que acaba de dejar la cabina dando un par de pasos hacia atrás; te da tiempo de ver a dos más saliendo del portal de tu casa para comenzar a dirigirse hacia donde estás, y es en ese momento que de repente te sientes como si hubieras bebido: las imágenes pierden nitidez y si no caes al suelo por la falta de equilibrio es solo porque consigues apoyarte en la cabina. Parpadeas un par de veces y adivinas la silueta del hombre que te ha pinchado en el cuello acercándose a ti para sostenerte, mientras todo se desvanece...\n\n<<choice "Despierta">>
Ninguna opción parece buena así que tienes que elegir la menos mala, y en estas circunstancias la menos mala parece tratar de despistar a tus perseguidores en coche porque eso te mantendrá siempre a distancia de ellos. \n\nPasas unos minutos pensando en el cómo: tiene que ser en el Oeste, porque será el terreno que ellos menos conozcan y porque si tienes algún problema siempre será menos grave que te detenga la Policía occidental a caer directamente en manos de la Stasi. Pero ¿dónde exactamente? En estas semanas has empezado a conocer la ciudad pero Berlín es muy grande; no obstante se te ocurren un par de ideas. Habrá que probar. \n\nAl terminar tu chocolate pagas dejando el billete de más valor que llevas encima, sonríes a Otto por última vez y sales de la cafetería sin mirar atrás. Recorres andando el trecho hacia el coche totalmente concentrada en lo que te espera. \n\nHasta ahora siempre que has querido asegurarte de que no te seguían has dado vueltas, has aparcado y esperado unos minutos antes de volver a arrancar, has recorrido zonas vacías para exponer a quien pudiera ir tras de ti... Pero evidentemente eso no fue suficiente, porque haberte encontrado caras conocidas por ahí quiere decir que de alguna manera se las arreglaron para mantener tu rastro. Las únicas veces que puedes estar razonablemente segura de que los perdiste es cuando ibas al garaje, porque en esos casos recurriste a jugártela con maniobras peligrosas pero que te garantizaron que era imposible que alguien las hiciera también sin que lo notaras. Pues bien, parece que ahora tendrás que ponerte en peligro de nuevo; tienes que escapar a su vigilancia sí o sí. \n\nLlegas a tu coche, conduces hasta la aduana y poco más tarde ya estás en el Oeste. No has podido distinguir a nadie siguiéndote pero seguro que están ahí. Tu plan consiste en conducir siempre lo más rápido que puedas dentro de lo razonable, para que quien te siga no pueda hacerlo cómodamente ni adelantarte dando rodeos; si van tras de ti que les sea difícil. A la mínima posibilidad que encuentres de hacer algo un poco brusco lo harás, y lo repetirás todas las veces que haga falta hasta que no exista ninguna posibilidad de que otro coche haya hecho lo mismo; entonces y solo entonces será cuando te dirijas a casa. \n\nEl tráfico no lo pone fácil, pero conduciendo algo agresivamente vas serpenteando y avanzando entre los otros coches. Casi quince minutos después llega el primer momento caliente: un semáforo que se pone rojo en una avenida cuando aún te faltan unos segundos para llegar. Aceleras, te lo saltas, escuchas los gritos del conductor de una furgoneta que arrancaba de la otra calle y casi te pasa por encima, pero sigues adelante. Y ahí están ellos: por el retrovisor ves un coche gris ahí atrás saltándose el mismo semáforo y girando en tu dirección. Ahora sabes quiénes son. \n\nVas siempre un poco por encima de los límites de velocidad permitidos y en todo momento atenta a tu siguiente oportunidad, que llega pronto: una calle de dos carriles, un camión va a maniobrar y justo antes de que bloquee el paso para girar te metes en el hueco que queda. ¡Lanzas un grito de victoria! Es imposible que nadie haya pasado desp...\n\n¡Maldita sea! Ahí están: acabas de ver fugazmente el coche gris en la calle paralela a la tuya. Al final de la vía te das cuenta de que esta se cierra y se desvía para unirse a la que han tomado tus perseguidores, seguro que ellos conocen esta zona y al saberlo no se llegaron a meter tras de ti y no quedaron bloqueados por el camión. Riesgo para nada, hay que hacerlo otra vez. \n\nAhora sí. Reconoces bien dónde estás, en el sector francés: la avenida por la que te has metido tiene ahí delante dos intersecciones que puedes aprovechar, primero una plaza semicircular y después desemboca en el río que puedes cruzar o bordear según se te presenten las cosas.\n\nLos del coche gris son buenos: van tan rápidos como tú pero se mantienen a distancia suficiente para no llamar tu atención. Si no fuera por la primera trampa en la que se delataron pensarías que estás sola. Vas a tener que emplearte a fondo...\n\nLa plaza no te da ninguna oportunidad, el semáforo está en verde y no hay nada que hacer. Tendrá que ser el río: aceleras lo que puedes y en seguida ves aparecer el cruce. Doscientos metros, ciento cincuenta, cien... Tienes todos los sentidos puestos en lo que hay delante, ni siquiera miras el retrovisor para localizar al coche gris. Ya casi estás... \n\nSucede de repente: uno de los coches aparcados abre la portezuela sin que lo esperes, y como estabas tan metida en la situación en la intersección te sorprende y reaccionas institivamente dando un volantazo. Logras pasar sin rozarla pero vas demasiado rápido para mantener el control: cuando vuelves a girar intentando recuperar la recta invades lateralmente el otro carril y ¡BAM! \n\nEn un primer momento el dolor en tu pierna izquierda es tan intenso que tu mente no puede procesar nada más. Gritas. ¿Qué ha pasado? Percibes instantáneas fugaces de la situación: la puerta de tu coche hundida hacia adentro y que te ha aplastado el muslo, el cristal de la ventanilla roto y sus trozos sobre ti, calor en el lado izquierdo de tu cabeza y algo líquido que corre por tu mejilla, fuera ves al conductor del coche que ha chocado contigo saliendo aturdido, personas corriendo hacia ti... Y entonces nada. \n\n...\n\nAbres los ojos y al principio no entiendes qué pasa: ¿dónde estás? Esto es... ¿Un hospital?\n\n¡La misión! \n\nDas un salto en la cama y sientes la presión de una mano sobre tu hombro. \n\n- Tranquila, señora Slowinska. No se preocupe, todo está bien. \n\nTe quedas paralizada reordenando tus ideas. Has tenido un accidente de coche, estás hospitalizada, debes dirigirte a casa... Las piezas encajan de nuevo. Miras al hombre que está junto a ti: alto, delgado, bata blanca, sonrisa tranquilizadora. \n\n- Relájese, debe descansar. \n\nAhora te das cuenta de que tienes la pierna izquierda escayolada, la mano izquierda vendada y parece que también la cabeza hasta la sien.\n\n- ¿Cuánto tiempo llevo aquí?\n- Tuvo usted un accidente esta mañana. Cuando se le pase el efecto de los calmantes tendrá dolor, pero no es grave. \n\nAún no ha pasado el plazo: parece que estás fatal, pero todavía te da tiempo de ir a casa como sea y dejar algún tipo de aviso para que Kramer sepa lo que ha ocurrido. \n\n- Tengo que irme.\n\nIntentas moverte pero apenas tienes fuerzas. El hombre de la bata blanca aumenta ligeramente la firmeza de su mano y te mantiene acostada. \n\n- No se mueva, por favor. \n- Usted no lo entiende -intentas resistirte pero es como si el cuerpo te pesara una tonelada. \n- Señora Slowinska, escúcheme un momento. Tengo algo que decirle y no tenemos mucho tiempo. \n\nSu tono te hace detenerte instantáneamente: es suave y amable, pero tras esa fachada hay algo más. Le miras fijamente. \n\n- ¿Es médico? \n- Sí, pero es mejor que no sepa más. Un amigo común se ha puesto en contacto conmigo hace una hora y me ha dado instrucciones para venir a verla y darle un mensaje: me ha dicho que usted lo entenderá. \n\nUn amigo común: Kramer. \n\n- Hable. \n- Usted quiere ir a casa porque tiene mucho trabajo, pero nuestro amigo dice que ahora eso no es buena idea. Descanse, recupérese y en unos días vendrán a recogerla. Él se ocupará de todo. Creo que lo he repetido exactamente como él me lo dijo, ¿tiene sentido para usted?\n\nAsientes mientras te recorre una sensación de tranquilidad: Kramer está al tanto. No sabes cómo demonios se puede haber enterado, pero sea como sea ese hombre parece controlarlo todo. \n\n- Gracias. \n\nEl hombre sonríe y recoge una carpeta con papeles y un bolígrafo; se acerca a la puerta y sale mientras aparenta estar concentrado en la documentación escribiendo algo como si fuera importante. Te quedas sola. \n\nLa cabeza te bulle de ideas, pero los calmantes y sobre todo la paliza que llevas en el cuerpo pueden más: muy poco después de haberse cerrado la puerta pierdes la consciencia y no recuerdas nada más hasta que abres de nuevo los ojos. Mueves la cabeza hacia la izquierda y notas que tras las cortinas que medio ocultan la ventana se aprecia que es de noche; te das cuenta de que hay alguien a la derecha, y al mirar descubres a un hombre agachado de espaldas junto a tu cama. \n\nEstá vestido como un enfermero y parece terminar de montar una silla de ruedas plegable. Cuando se gira hacia ti te quedas boquiabierta por la sorpresa. \n\n- Buenas noches, señora -dice Otto-. Me gustaría dejarla descansar más pero tenemos que irnos ya. \n\nEstás tan estupefacta que no puedes ni hablar mientras él te mueve cuidadosamente hasta sentarte en la silla; es entonces cuando por fin logras articular algunas palabras. \n\n- Pero... ¿Cómo...?\n- No se preocupe, señora, todo está controlado. Pero hay que desaparecer cuanto antes, hoy no han podido interrogarla por los sedantes pero está previsto que mañana por la mañana venga una ambulancia a llevársela. \n\nMientras Otto dice esto te ha empujado con la silla hasta la puerta de la habitación, la ha abierto, ha asomado la cabeza echando un furtivo vistazo a ambos lados del pasillo, y ahora te lleva hasta que los dos salís. \n\nA la izquierda nadie. A la derecha, en una silla, un hombre con traje durmiendo con un periódico sobre las piernas. \n\n- Seguirá así aún un buen rato -comenta Otto mientras pasáis junto a él-. Usted llevaba su pasaporte de la RDA en el momento del accidente y no había pasado ni una hora cuando las autoridades del Este la reclamaron; así que la vamos a trasladar a un lugar seguro hasta que esté en condiciones de subir a un avión.\n\nLlegáis hasta el ascensor. \n\n- ¿Puedo saber su verdadero nombre? -No sabes si sentirte enfadada por el engaño de antes o contenta por el rescate de ahora. \n- Otto está bien -sonríe él mientras entráis y pulsa el botón para bajar-. ¿No le gusta?\n\nTú acabas sonriendo también. \n\n- Le encantará el sitio que le tenemos reservado para su convalecencia. Además, a una paciente tan generosa con las propinas hay que tratarla bien. \n\nTe guiña un ojo y tú ríes débilmente con las pocas fuerzas que tienes. En fin, parece que hasta aquí ha llegado tu aventura de espías: no has podido seguir con la misión y no crees que nadie te vaya a contar nada sobre eso, así que lo que te queda es simplemente recuperarte y esperar hasta que puedas regresar a tu vida. \n\n\n''FIN''
La mujer entra en el coche y te abre desde dentro la portezuela del acompañante. Justo cuando te sientas te pasa una idea nueva por la cabeza: ¿cómo estar seguro de que es verdaderamente tu contacto? Kramer no te ha dado una clave para identificarla sin dudas, ha llegado antes de tiempo y bien podría ser otra persona. ¿Qué hacer?\n\nTienes estos pensamientos durante unos momentos, mientras el coche arranca y os ponéis en marcha; pero pronto llegas a una conclusión que despeja algunas de tus dudas. Lo único que sabes seguro de tu contacto es que es una agente doble y justamente trabaja para el enemigo, aunque "el enemigo" tenga muchas caras: podría ser desde una simple agente encubierta de la Stasi, la tan famosa como temible policía secreta de Alemania oriental, en trabajos rutinarios de obtención de datos hasta un oficial de la KGB tratando de ascender en la infiltración de la organización de inteligencia aliada.\n\nEn cualquier caso, si ella ya es el enemigo ¿por qué habrían de enviarte a otra persona? Si ya estás siendo controlado no tendría sentido suplantar su identidad. Kramer te dijo que para ella eres solo un observador de bajo nivel, así que probablemente te verá como un aburrido trabajo más que cumplir mientras cumple su misión principal: mejor que siga así. La buena noticia es que seguramente la señora Slowinska es efectivamente tu contacto, la mala es que sabes que la mujer que te acompaña es una de tus principales razones para estar preocupado. \n\n- ¿Su primera vez en Berlín, Herr Schmidt? -rompe ella el silencio sin dejar de mirar el tráfico. \n- Sí -respondes lacónicamente.\n- Es una ciudad interesante. ¿De dónde es usted?\n\nLe lanzas una mirada por el rabillo del ojo antes de responder; no tienes intención de dejarte interrogar.\n\n- Hannover. ¿Es usted berlinesa? No reconozco su acento -inmediatamente tratas de redirigir la conversación. \n- Mis padres vienen de Polonia. No conozco Hannover, ¿cómo es?\n\nEsta mujer será una espía profesional, pero no te vas a dejar sonsacar tan fácil. \n\n- Aburrida. He oído que Berlín es más interesante, ¿lleva mucho tiempo viviendo aquí?\n\nPor un breve instante casi te da la impresión de notar en ella una fugaz sonrisa. "Está bien, dejémoslo aquí" parece decir.\n\n- No se preocupe, no nos perderemos. \n\nTú sonríes también: así deben ser las cosas en este mundo, todos están siempre a la defensiva contra todos. Te reconforta brevemente la impresión de que has pasado la primera prueba, y te da un punto de seguridad para contraatacar.\n\n- ¿Puedo saber adónde vamos?\n- Se me ha dicho que le lleve a comer algo antes de empezar nuestra ruta. ¿Ha desayunado? -Añade lanzándote una mirada. \n- Gracias, ¿quién se lo ha dicho? Le agradeceré el detalle a mi vuelta. \n- Me han llamado esta mañana temprano, pero no puedo decirle mucho: creo que era una secretaria, no he preguntado de quién ha sido la idea.\n- Comprendo -ahora eres tú el que sonríe. "Una secretaria"; en fin, parece que estáis empatados.\n\nEl desayuno te resulta una bendición: realmente estabas desfallecido y ya sentías tus reservas casi agotadas. En el último minuto antes de entrar a la cafetería has tenido la idea de decirle a la mujer que te llevara a otro local que acabábais de pasar, pero finalmente has terminado por decirte a ti mismo que es una precaución innecesaria. En medio de una aventura de espionaje y sumergido en un submundo de traiciones y peligros, el rato que pasáis en un concurrido café de una gran ciudad rodeados de gente normal en una mañana cualquiera se te hace como una burbuja en la que puedes respirar momentáneamente antes de volver a las oscuras aguas profundas. \n\nAl poco de haber entrado hay un momento en que te da la impresión de que la señora Slowinska se ha quedado blanca como si hubiera sufrido una fuerte llamada de atención; o ¿quizá una señal? No sabes si de verdad pasa algo pero ella continúa en silencio como si no fuera nada... Hasta que de repente se produce un detalle que termina de sacarte de tu momento de calma y te hace saltar todas las alarmas: se gira hacia la barra al otro lado de la cafetería y clava una larga mirada hacia un camarero que en ese momento te das cuenta de que estaba observándoos fijamente desde lejos. Los otros empleados iban de acá para allá atendiendo a los clientes, pero cuando la mujer ha vuelto la vista hacia este concretamente te has dado cuenta de que estaba completamente quieto, con expresión muy tensa y los ojos puestos en ti. Ella hace un gesto y el hombre parece salir súbitamente del trance: da un respingo, saca una falsa sonrisa que más bien parece una mueca y viene directo hacia vuestra mesa. \n\n- Debemos irnos, voy a pagar -dice tu contacto.\n\nTu cabeza se dispara súbitamente: ¿qué está pasando? El camarero da unos pasos pero una mano le detiene: un hombre sentado en una de las mesas junto a él hace su silla hacia atrás cortándole el paso y estira el brazo mientras le habla señalando con la otra mano su café. El camarero se queda un instante desconcertado y mira al cliente, lo que te da un segundo para pensar a toda velocidad. ¿Te han envenenado? No tiene sentido si te pueden detener e interrogar más tarde. Pero entonces qué...\n\n"Mis huellas. ¡Pero claro, qué idiota!"\n\nSin dudarlo un instante te pones en pie como impulsado por un resorte. Mientras el camarero deja atrás a su cliente y vuelve a dirigirse hacia vosotros, tomas la taza de café de la señora Slowinska mientras pones la tuya sobre el plato ahora vacío donde estaba tu sandwich, y dices antes de alejarte: \n\n- No, pagaré yo. Vuelvo en un momento. \n\nLa mujer muestra gran sorpresa, y el camarero también a solo unos metros parece momentáneamente desconcertado también. Aprovechas tu mínima ventaja para llegar a la barra tropezando con uno de los hombres que están sentados junto a ella; y ves que la suerte te sonríe: justo detrás de la barra hay unas piezas de vajilla sucias para lavar y otro camarero está ahora de espaldas recogiéndolas y dejándolas en un fregadero con un chorro de agua corriendo. Nadie desde atrás puede ver lo que haces porque tu propio cuerpo te cubre, así que alargas el brazo dejando tus platos con el resto justo un instante antes de que el camarero se gire para volver a recoger más vajilla; te recorre una enorme sensación de alivio cuando ves el agua borrando cualquier vestigio de huellas dactilares que pudieras haber dejado mientras el hombre a tu lado gira la cabeza para lanzarte una mirada desagradable. \n\n- Disculpe -dices simplemente. \n- No se preocupe.\n\nEl hombre de la barra vuelve a mirar adelante cuando notas que alguien te toca por detrás: te das la vuelta y ves al camarero. \n\n- Señor, ¿puedo ayudarle? -Su expresión es muy tensa; notas que lanza una mirada por encima de tu hombro a la vajilla mojada y tienes la absoluta certeza de que no le gusta lo que ve.\n- Solo quiero pagar -respondes. \n- Le llevaré la cuenta a su mesa -dice con expresión súbitamente seria y mirándote a los ojos muy fijamente. \n- Bien. ¿Dónde están los servicios?\n\nUna vez ante el lavabo te detienes unos segundos a respirar. Suspiras profundamente, abres el grifo y te mojas la cara, y te quedas mirando tu reflejo en el espejo. \n\n"Se acabaron los errores. A partir de aquí solo existe el plan". \n\nNo pasas más de dos minutos en el lavabo, pero al salir te llaman desde lejos la atención dos cosas: una, la señora Slowinska ya no está sentada junto a la mesa donde la dejaste; y dos, cuando buscas con la mirada te das cuenta de que el camarero de antes está de espaldas hablando con dos hombres. Uno de ellos al aparecer tú desvía la mirada hacia ti, lo que hace que tanto el otro como el camarero se interrumpan y se giren para mirarte también; tú tratas de disimular echando un vistazo instantáneo hacia el lugar donde dejaste las tazas y, delante de aquel hombre de la barra con el que habías tropezado, ves ahora al otro lado a un empleado secando los cubiertos ya limpios. Por poco. \n\nA través de los ventanales ves a tu contacto ya en la calle. Sales para unirte con ella. \n\n- Debemos irnos -dice secamente-. Nuestra primera parada está aquí mismo. \n\nEn lugar de dirigirse al coche la mujer te hace un gesto para que le sigas y ambos os ponéis a caminar uno junto al otro. Cuando llegáis a la esquina, en el momento de girar, algo te llama la atención por el rabillo del ojo: vuelves la cabeza y te quedas clavado en el sitio. Los dos tipos que hablaban con el camarero están sacando de la cafetería a aquel hombre que estaba sentado en la barra al que miraste al salir del servicio. El señor parece muy molesto. \n\n- ¡No pueden hacer esto! ¡Es intolerable! \n\nVes cómo lo meten a empujones en un coche sin ninguna identificación oficial. Antes de que se ponga en marcha te das cuenta de que la señora Slowinska, que se había detenido y girado también al hacerlo tú, te mira ahora fijamente. \n\n- ¿Vamos? Dices mostrando expresión dura. \n\nElla simplemente asiente mientras te escruta en silencio, y reanudáis la marcha. \n\nAcaban de secuestrar a ese pobre hombre, probablemente identificándose como policías o algo parecido, y con toda seguridad no será llevado a una comisaría sino a algún lugar mucho peor; y todo simplemente por cruzar una palabra contigo. Kramer te había dicho que para tu contacto eres solo un observador de bajo nivel, pura rutina, pero está claro que hay mucho más. No tienes plan B, no tienes a quién recurrir, no puedes contactar con Kramer de nuevo. Aún estás en Berlín Oeste, podrías simplemente escapar y... ¿Qué? Quizá buscar la embajada inglesa, explicarles quién eres e intentar volver a Londres. \n\nTienes instrucciones muy claras y el plan está en marcha, pero tu intuición te grita que es una locura. Solo puedes estar seguro de una cosa: algo no va bien. Tu misión está a punto de comenzar de verdad y dentro de poco pasarás al Este y te meterás en la boca del lobo, si quieres huír debes hacerlo ahora. ¿Qué haces?\n\n<<choice "Echas a correr y lo dejas todo para ir a la embajada">>\n\n<<choice "Sigues el plan">>
- Está bien, muchas gracias. Deme un segundo, por favor. \n\nWilkins resulta ser un animado conversador y a los pocos minutos de haberte marchado con él ya te estás alegrando de haber aceptado su ofrecimiento. Con sus gestos almidonados y sus manera de hablar tan anticuada da la cómica impresión de que hubiera salido de alguna novela de Ágatha Christie, pero se nota que es un tipo extraordinariamente inteligente y sensible y no estás acostumbrada a que te traten con tanta caballerosidad. También es cierto, piensas, que te ha costado mucho en la vida llegar desde el taller de ebanistería de unos inmigrantes en provincias hasta un puesto especializado en el Foreign Office de Londres; tu carácter fuerte e independiente te ha ayudado a conseguir tus objetivos pasando por encima de todos los obstáculos que se te han presentado, pero quizá tú misma te has ganado cierta fama de dura e irascible que ha mantenido a distancia a los demás. ¿Puede ser por eso que apenas tienes amigos? Bueno, es posible que este agradable paseo haya sido una manera de darte cuenta de que no todo el mundo es una amenaza y que no hace falta que siempre estés a la defensiva. Pensarás en ello. \n\nWilkins te deja al principio de la calle donde vives, casi una hora antes de lo que habrías llegado en autobús; aún no es de noche cerrada aunque ya no se ve a nadie caminando por allí. Le dijiste que te quedabas en la esquina para hacer algunas compras en la tienda de comestibles de la señora O'Donnell aprovechando que aún no habrá cerrado; el coche se aleja y tú haces un gesto de despedida con la mano, y empiezas a caminar hacia el pequeño colmado. \n\nPero solo has dado unos pasos cuando te detienes, extrañada. ¿La luz de tu apartamento está encendida? Estás aún lejos pero no, no te equivocas: esa es tu ventana. Haces memoria por un momento y estás totalmente segura de que esta mañana lo dejaste todo apagado; lo único que se te ocurre es que los Hurley, tus caseros que viven en el piso de abajo, hayan entrado por alguna razón que ahora se te escapa. ¿Quizá alguna fuga de agua en una tubería?\n\nEn fin, seguro que debe haber alguna explicación. La señora O'Donnell está ya cerca de la hora de cierre y si vas directamente a casa quizá luego no te dará tiempo de volver; pero no sabes si sería mejor asegurarte ahora de que todo está bien en tu apartamento y ya comprarás mañana. ¿Qué haces?\n\n<<choice "Entras a la tienda">>\n\n<<choice "Vas directa a tu apartamento">>
La llave que has encontrado en el interior de tu vestido abre tanto la puerta principal de la pensión como la de la habitación número 4. El cuarto no tiene ventanas, solo una rejilla para la ventilación sobre la entrada, y es muy sencillo: una cama pequeña, una mesa con una silla, un armario y una puerta que da a un cuarto de baño de aspecto viejo pero limpio. En el único cajón de la mesa encuentras unos papeles de tamaño cuartilla en blanco con dos lápices, una goma y un afilador, y una caja de cerillas; en el armario encuentras en las perchas un vestido de tu talla, un abrigo ligero y un bolso pequeño, con una muda de ropa interior en un lateral, medias y zapatos en la parte inferior; y por su parte en el baño solo hay una pastilla de jabón y una toalla. \n\nEl coronel te dijo que miraras bajo el armario y así lo haces: hay un sobre marrón grande pegado con tiras adhesivas a la madera. Estiras el brazo y lo despegas, lo llevas al escritorio y por un momento te quedas pensando antes de abrirlo. "Ahora es cuando empieza todo", te dices. \n\nRespiras hondo: estás preparada, vamos allá. \n\nUn pasaporte de la República Democrática Alemana a nombre de Adriana Slowinska con tu foto en él. Jurarías que esta es una de las que te tomaron el año pasado cuando renovaron el archivo de personal de la oficina, pero llevas un vestido que no reconoces y hasta la luz parece diferente: no saben cómo lo han hecho pero la apariencia es perfecta. Adjunto al pasaporte hay un documento sellado por la Oficina de Control de Fronteras de la RDA y el Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania occidental autorizando a la señora Adriana Slowinska el paso por la frontera entre los dos países; según el papel, que tiene fecha de ayer y una validez de tres meses prorrogables, trabajas para un consorcio de cooperación técnica sanitaria entre ambas naciones. \n\nAparte de esto en el sobre hay otras tres cosas: una llave que de momento no sabes a qué corresponde, un pequeño paquete de fotografías y unas hojas escritas a máquina en alemán con lo que parece que son tus instrucciones.\n\nEn estas páginas encuentras todos los detalles sobre tu identidad y tu historia personal: en pocas palabras, naciste en Naumburg de padres polacos que unos años después regresaron a su país por motivos laborales. Pasaste buena parte de tu juventud en la ciudad de Wroclaw pero volviste a la RDA al finalizar tus estudios, tu brillante historial académico te hizo ser seleccionada para un servicio estatal de elaboración de estadísticas relativas al campo médico y desde hace tres años pasaste a trabajar para el consorcio en el que estás ahora. Es una entidad que se dedica al intercambio internacional de tecnología médica avanzada en el que cooperan varios países, tú te has dedicado a labores de coordinación y ahora acabas de ser asignada a un departamento en el que supuestamente tu trabajo es moverte entre centros médicos de las dos partes de Berlín llevando muestrarios y documentación técnica. Una excusa perfecta para dedicarte a tu verdadera misión, que como te dijo Kramer de momento se limitará a conocer la ciudad. De resto hay poco más que destacar: soltera, sin hijos, tus únicos parientes son tus padres que aún viven en Polonia. \n\nPero lo que más te llama la atención de estas hojas es la última parte.\n\n//Su primera tarea será memorizar perfectamente todos los detalles relativos a su nueva identidad, así como las fotografías que acompañan a estas hojas (ver detrás de cada una la descripción que la explica); y después destruirá todo este material conservando solo su documentación y las dos llaves, la que está incluida en este sobre y la de CASA. Las dos deberá ocultarlas de momento en el minibolsillo que encontrará en el dobladillo del vestido que tiene en el armario, y una vez esté en Berlín Este las guardará donde le parezca oportuno. \n\nEn el bolso que acompaña a su nueva ropa encontrará las llaves de su apartamento y de su coche, una fotografía de sus padres, tarjetas profesionales con su nombre impreso en ellas y algunos útiles de relleno. Usted añadirá el pasaporte y el pase para la aduana, y en el maletero del coche encontrará una carpeta con documentos de empresa y una pequeña bolsa de muestras; esto último no lo necesitará, es solo por si alguna vez la policía de frontera registra el vehículo. Su coche está aparcado en esta misma calle y tiene usted un apartamento en Berlín oriental, que será donde vivirá a partir de mañana por la mañana; tiene todos los datos al final de este documento. \n\nEmpleo: todo está organizado para que no tenga que justificar su presencia en su puesto ni entrar en contacto con el personal de la organización para la que trabaja. En caso de que tenga cualquier problema puede dar el contacto de las tarjetas de su bolso indicando que contacten con su jefe directo que es el doctor Landau. Esto es solo como emergencia y para el caso de interrogatorios o registros: usted NO DEBE contactar con esta persona ni con ninguna otra de su trabajo en ningún caso, bajo ninguna circunstancia y ni siquiera en situaciones de peligro. \n\nLa llave que tiene incluida en el sobre es la de un garaje que será su piso franco (ver dirección al final de este documento). Usted será la única persona en Berlín Este que conozca este lugar, y no revelará esta información A NADIE. Diríjase allí cuando le sea posible y encontrará más material útil para su misión. Conserve el lugar en condiciones de ser utilizado en caso de emergencia. \n\nMás instrucciones: por el momento su único trabajo es conocer la zona y no tiene otras obligaciones. Cada mañana a las 9 horas estará en una cafetería cuya dirección está indicada al final de este documento, tomará una consumición y observará al resto de clientes. Un día concreto verá a un hombre y una mujer, ella irá completamente vestida de azul y él llevará una gorra azul que usará dentro del local. Cuando vea esto asegúrese de pasar en algún momento de ese mismo día por CASA y encontrará instrucciones para usted exactamente en el mismo lugar en el que ha encontrado este sobre.\n\nImportante: no haga contacto con el personal de su empresa, con esas dos personas de la cafetería que llevarán el color azul, ni con nadie que encuentre en CASA. Ninguno de ellos sabe quién es usted ni nada relativo a esta misión. Nadie conoce su presencia en Berlín: si alguien se identifica como agente, aliado o enviado de sus superiores, usted lo considerará un enemigo muy peligroso y lo evitará o lo eliminará si puede hacerlo sin levantar sospechas. No establezca relaciones íntimas. Limítese a llevar una vida normal y discreta, conocer la zona y esperar instrucciones. Sígalas siempre al pie de la letra. En caso de problemas los resolverá sola y jamás confiará en nadie. Si es capturada jamás revelará nada de lo relativo a su misión, aún a costa de su vida. Recuerde destruir todo este material secreto antes de abandonar CASA, dejar sus ropas en el armario y llevarse las nuevas, y no volver aquí hasta que llegue el momento. Fin de las instrucciones.//\n\nDespués de ver todo esto pasas horas leyendo y releyendo los papeles, mirando fotos, estudiando y memorizando información, construyendo tu nueva identidad en tu cabeza. Cuando terminas, bien entrada la madrugada, recuerdas lo que te dijo el coronel Kramer y entiendes sus palabras: para esto no vale cualquiera. Vas a pasar días, semanas, meses, quién sabe cuánto tiempo, viviendo otra vida; la vida de alguien que no existe. De momento no vas a hacer nada extraño, simplemente hacer turismo por Berlín, pero sabes que podrías ser descubierta en cualquier momento y que si algo saliera mal serás tratada como una espía en territorio hostil. Además cuando lleguen tus nuevas instrucciones tendrás que acompañar a alguien que sabes que es un agente doble, un enemigo, confiando en que te considere insignificante y que piense que no vale la pena entregarte a las autoridades. Según Kramer solo estarás un día con él y después acabará todo, pero será el día en que realmente llegará el mayor peligro. \n\nY lo peor de todo: te vas a enfrentar a esto completamente sola. El coronel tenía razón. \n\nPor fin has terminado. Destruyes todo el material sensible quemándolo con las cerillas en el baño, te metes en la cama completamente agotada, y esperas ser capaz de descansar al menos unas horas hasta que llegue la mañana. \n\n<<choice "Adriana Slowinska">>
Las 8:17 de la mañana, estás preparado desde hace más de media hora. Llevas puesto el traje que encontraste en el armario, estás sentado junto a tu maletín y repasando mentalmente la biografía de Markus Schmidt mientras esperas a tu contacto. No has descansado bien pero te sientes activo y alerta, preparado para empezar; de hecho estás deseando que la misión comience de una vez para poder hacer algo además de darle vueltas a la cabeza. \n\nOyes unos pasos que se detienen junto a tu puerta. Miras el reloj que llevas en tu muñeca y que encontraste en uno de los bolsillos del traje: aún faltan más de diez minutos para la hora prevista. \n\nAlguien llama con los nudillos. \n\n- ¿Herr Schmidt? -Voz femenina, pero no es la señora Pohl. \n- Un momento, por favor. \n\nAl abrir te quedas paralizado por un momento: ¡la mujer de anoche! No llegaste a verle la cara, pero su figura y el pelo claro te recuerdan muchísimo a la que habías visto primero en la cabina y luego en el escaparate y acercándose a la papelera. ¿Es realmente ella?\n\n- Mi nombre es Adriana Slowinska -dice al verte-. Seré su acompañante en Berlín para sus visitas de hoy.\n\nLa chica parece algo más joven que tú. Lleva un discreto vestido de dos piezas, de corte parecido además al de la mujer de ayer, y tiene el pelo y la piel de color claro y los ojos azules; te recuerda vagamente al prototipo de los países del Este europeo. Su semblante es serio y cuando habla, en alemán aunque con un fuerte acento que no puedes identificar, lo hace con un tono algo cortante. \n\nNotas que al presentarse lanza una mirada curiosa hacia el interior de la habitación. \n\n- Llega usted con algo de adelanto.\n- He recibido instrucciones para hacer una breve parada de camino a nuestro primer destino, y he pensado en adelantar un poco nuestra salida para no retrasarnos. ¿Podemos irnos ya?\n\n//¿Instrucciones?//\n\nDespués de pensarlo un instante asientes con la cabeza. \n\n- Sí, claro, Deme un momento. \n\nVuelves a cerrar la puerta. Podrías haberla dejado abierta, no hay nada comprometedor a la vista y solo necesitas recoger el maletín; pero aunque Kramer te ha dicho que está bajo control el hecho de tratar con alguien que sabes que es una espía enemiga te pone especialmente a la defensiva. Si ella tiene curiosidad por ver tu habitación tú no la dejarás. \n\nRecoges el maletín, te miras en el espejo del baño mientras te alisas la ropa, y respiras hondo: estás listo. \n\n<<choice "Desayuno">>
Aún tardas unos minutos en decidirte, pero te das cuenta de que realmente no quieres dejar pasar la oportunidad y finalmente actúas.\n\n- ¿Sabes ya quién es el asesino? -preguntas. \n\nElla te mira desconcertada por un segundo (deliciosamente desconcertada, dirías), y con una sonrisa señalas hacia su libro. Una vez se da cuenta de a qué te refieres te sonríe también. \n\n- Tengo una teoría -dice, arrugando los párpados como desvelando un secreto. \n- ¿Ah, sí?\n- Sospecho de la señora Hubbard, la americana: creo que ha tenido algo que ver aunque no está sola. Lo de que entró alguien en su compartimento me parece un truco para atraer la atención sobre ella mientras su cómplice cometía el crimen. \n- Hum, interesante -sonríes de nuevo. \n- Me estoy equivocando totalmente, ¿verdad?\n\nSu pregunta te hace reír. \n\n- No... No del todo. Es algo más complicado...\n- No me lo digas -te interrumpe-, prefiero no saberlo todavía. \n- Bien -asientes. \n\nEn ese momento aparece tu autobús, y te levantas del banco al mismo tiempo que ella. Ves cómo mete el libro en el bolso y saca su abono del transporte urbano mientras tú haces lo mismo, y le cedes el paso para subir. Ella te lo agradece, le muestra el abono al conductor y se dirige a la parte trasera; tú vas tras ella esperando continuar la conversación, pero te llevas el chasco de ver cómo se sienta al final en el único sitio vacío que hay en esa parte lo que impide que os coloquéis juntos o siquiera lo suficientemente cerca para hablar. \n\nElla se coloca el vestido sin mirar hacia ti, y tú no tienes más remedio que ocupar un asiento en la parte central junto a un joven que parece medio adormilado. Te sientes decepcionado, de verdad pensabas que... Bueno, da igual: para esta chica lo único que ha pasado aquí ha sido un momento de conversación casual, nada más. El autobús sigue su ruta, tú tratas de pensar en otra cosa y sacarte de la cabeza lo que acaba de ocurrir, y así poco a poco te vas acercando a casa. \n\nDos paradas antes de llegar a la tuya, cuando el vehículo se detiene para que suban y bajen los pasajeros y la gente pasa a tu lado, notas que algo se desliza por delante de tu hombro cayéndote en los muslos: es un trozo de papel doblado. Lo abres y te sorprende lo que ves: las palabras "tengo otra teoría" escritas con pintalabios. \n\nPor un momento te quedas paralizado por la sorpresa. ¡Es ella! Los pasajeros han terminado de bajar y de seguro la chica te ha dejado caer el papel al pasar junto a tu asiento. Las puertas se cerrarán en unos segundos: no hay tiempo para pensar, ¿qué haces?\n\n<<choice "Vas tras ella">>\n\n<<choice "Te quedas en tu asiento">>
Las puertas se cierran sin que tú te hayas movido de tu asiento. Te estiras un poco para mirar afuera, y ves a la chica a unos metros de la parada mirándote mientras el autobús comienza a alejarse. \n\nRespiras hondo y vuelves a mirar el papel en tus manos. ¿Quizá debiste...? No, tomaste una decisión y no te arrepientes. \n\n- Bien hecho. \n\nAlguien ha dicho estas palabras en voz baja, justo detrás de tu cabeza: te giras sorprendido, para ver al coronel Kramer sentado tranquilamente en el asiento de atrás del tuyo. Vas a decir algo, pero te hace un leve gesto para detenerte y gira la cabeza hacia la ventana mirando al exterior del autobús; vuelves a mirar hacia adelante, y te quedas dándole vueltas a todo lo que acaba de pasar. \n\nEn la siguiente parada se abren las puertas, y alguien a tu lado te da dos toques con los dedos en el hombro: el coronel se dirige a la salida y tú te levantas y haces lo mismo. Al bajarte le ves andar sin mirar atrás, con lo que supones que debes ir tras él sin mostrar que os conocéis; dejas pasar unos segundos para que se aleje un poco y le sigues a cierta distancia caminando despacio. \n\nTras varios minutos así te fijas en que Kramer, sin dejar de andar, gira muy levemente la cabeza a un lado; en ese momento reparas por el rabillo del ojo en un movimiento en una de las ventanas del otro lado de la calle, pero no puedes decir exactamente qué ha sido eso. Vuelves a poner tu atención en el coronel, que se dirige a un portal y abre la puerta entrando y dejándola entreabierta. Miras a todas partes sin saber exactamente qué podrías ver en una calle cualquiera en ese momento desierta, y vas tras él. \n\n- Cierre la puerta -te dice desde lo alto de unas escaleras al piso superior-. No se preocupe por mirar fuera, nadie nos ha seguido. \n\nDesaparece mientras tú subes, y al llegar al rellano él ya está esperándote sosteniendo abierta una de las puertas. Entras y te encuentras en un recibidor, y Kramer señala hacia una puerta lateral. \n\nPase y siéntese, teniente. \n\nEl cuarto de estar está decorado muy sencillamente: un sofá al fondo con un cuadro encima, y una mesa de centro con varias sillas. Mueves un poco una de ellas y te sientas, y el coronel hace lo mismo. \n\n- La mujer era una prueba y usted la ha superado. En este negocio no debe fiarse de nadie, y una chica guapa leyendo un libro que casualmente usted ha leído hace poco es el tipo de trampa que debe evitar. \n- ¿Cómo sabía que había leído ese libro? -preguntas sorprendido. \n- Es mi trabajo -dice simplemente.\n- Pero ¿por qué me ha puesto a prueba? ¿Y qué habría de malo en seguir hablando con esa chica? Soy una persona normal y corriente que sale del trabajo y se dirige a casa, nada más. \n\nKramer se echa hacia adelante y te mira fijamente. \n\n- Justamente eso, teniente, es lo que puede estar a punto de cambiar. \n\n<<choice "La propuesta de Kramer">>
Las 8:17 de la mañana, estás preparado desde hace más de media hora. Llevas puesto el traje que encontraste en el armario, estás sentado junto a tu maletín y repasando mentalmente la biografía de Markus Schmidt mientras esperas a tu contacto. No has descansado bien pero te sientes activo y alerta, preparado para empezar; de hecho estás deseando que la misión comience de una vez para poder hacer algo además de darle vueltas a la cabeza. \n\nOyes unos pasos que se detienen junto a tu puerta. Miras el reloj que llevas en tu muñeca y que encontraste en uno de los bolsillos del traje: aún faltan más de diez minutos para la hora prevista. \n\nAlguien llama con los nudillos. \n\n- ¿Herr Schmidt? -Voz de mujer, no es la señora Pohl. \n- Un momento, por favor. \n\nAl abrir encuentras a una chica que parece algo más joven que tú. Lleva un discreto vestido de dos piezas, tiene el pelo y la piel de color claro y los ojos azules; te recuerda vagamente al prototipo de mujer de los países del Este europeo. Su semblante es serio y cuando habla, en alemán aunque con un fuerte acento que no puedes identificar, lo hace con un tono algo cortante. \n\n- Mi nombre es Adriana Slowinska -dice al verte-. Seré su acompañante en Berlín para sus visitas de hoy. \n\nNotas que al presentarse lanza una mirada curiosa hacia el interior de la habitación. \n\n- Llega usted con algo de adelanto.\n- He recibido instrucciones para hacer una breve parada de camino a nuestro primer destino, y he pensado en adelantar un poco nuestra salida para no retrasarnos. ¿Podemos irnos ya?\n\n//¿Instrucciones?//\n\nDespués de pensarlo un instante asientes con la cabeza. \n\n- Sí, claro, Deme un momento. \n\nVuelves a cerrar la puerta. Podrías haberla dejado abierta, no hay nada comprometedor a la vista y solo necesitas recoger el maletín; pero aunque Kramer te ha dicho que está bajo control el hecho de tratar con alguien que sabes que es una espía enemiga te pone especialmente a la defensiva. Si ella tiene curiosidad por ver tu habitación tú no la dejarás. \n\nRecoges el maletín, te miras en el espejo del baño mientras te alisas la ropa, y respiras hondo: estás listo. \n\n<<choice "Desayuno">>
Aunque Kramer no te guste es un espía más que experto, y si la misión es tan importante es imposible que no se haya asegurado de que el lugar donde te ha alojado es de su plena confianza. Dado que la situación es imprevista y que tienes que tomar una decisión optas por confiar en que lo tendrá todo controlado. Por otra parte en realidad el trabajo aún no ha comenzado, estás en la Alemania occidental y no has cometido ningún delito: tarde o temprano tendrás que saltarte el programa previsto y comer algo, mejor ahora que cuando pases al Este y seas tú también un espía rodeado de enemigos. \n\nAbres la puerta y encuentras al otro lado a una señora de edad algo avanzada, regordeta y de cara agradable vestida con ropa cómoda, pantuflas y calcetines gruesos. Tiene una mano apoyada en la parte de atrás de la cadera y con la otra sostiene una pequeña bandeja con un trozo de lo que parece tarta de manzana en un platito y un vaso con leche. \n\n- Buenas noches, señor Schmidt -la mujer sonríe, aunque se le nota en la expresión algo de dolor-. Aquí tiene un poco de //apfelstrüdel// que he hecho esta mañana y algo de leche...\n\nNada más abrir has mirado a ambos lados del pasillo con algo de preocupación, pero entonces sonríes levemente. \n\n- Muchas gracias, señora. No era necesario.\n- Nada, nada, con mucho gusto -la señora Pohl continúa hablando mientras se pone en marcha alejándose por el pasillo con la mano aún apoyada en la base de la espalda y caminando con cierta cojera-. Puede dejar la bandeja en su habitación y mañana la chica de la limpieza lo recogerá; disculpe pero hoy tengo un día malo con la artrosis, voy a sentarme a descansar.\n- Buenas noches y gracias de nuevo -te despides y cierras la puerta. \n\nTe sientas ante la mesa donde tienes los papeles y el material para la misión con la bandejita aún en la mano. Por un momento aún dudas de si comerte esto o no, pero te reafirmas en la idea de que incluso si esto fuera una trampa del enemigo no tendría sentido arriesgarse ahora cuando mañana tú mismo entrarás en su territorio y te tendrán a su merced.\n\nTienes trabajo por delante y solo unas horas para memorizar toda la información y descansar lo que puedas; colocas la bandeja a un lado y vas comiendo poco a poco mientras te concentras en seguir tus instrucciones. Lees varias veces la biografía de tu personaje para tenerlo todo claro antes de hacerla pedacitos y tirar los documentos por el inodoro del baño, inspeccionas a fondo el maletín para familiarizarte con todo lo que contiene, y cuando por fin te convences de que estás lo más preparado posible te tumbas en la cama sintiéndote agotado y esperando ser capaz de dormir para enfrentarte a lo que te espera.\n\n<<choice "Por la mañana">>
Eres el teniente Martin Holzmann, antiguo piloto de las Fuerzas Aéreas de Su Majestad y desde hace dos años oficial de comunicaciones tras un accidente que te retiró del aire. Esta mañana a primera hora has recibido una inesperada notificación con la orden de presentarte inmediatamente en las oficinas del Estado Mayor, y sin tener ni idea de a qué puede venir esto ahora mismo llevas casi una hora sentado solo en una sala de espera. \n\nFinalmente se abre la puerta y un asistente te hace una seña. \n\n- Teniente Holzmann, el general Cartwright le espera. \n\nNunca habías oído hablar del general Cartwright. Te pones en pie, te alisas momentáneamente el uniforme y sigues al asistente hasta lo que parece una sala de reuniones, en el que encuentras al que debe ser el general en pie hablando con un hombre vestido de civil; al llegar ante ellos te detienes haciendo el saludo militar. \n\n- Descanse, teniente, y tome asiento -dice el general señalando a una de las sillas junto a la mesa de conferencias, y así lo haces. \n\nMientras el otro hombre se queda inmóvil mirándote fijamente, el general Cartwright se acerca a su mesa y coge un dossier. \n\n- Teniente de aviación Martin Holzmann, antiguo piloto y posteriormente recolocado en Comunicaciones. \n- Así es, señor -contestas. \n- Sufrió usted un accidente en vuelo, ¿no es así? \n- No fue nada grave, señor: una caja de herramientas mal sujeta me cayó encima y me golpeó en un oído. La presión de la cabina al pilotar me producía fuertes dolores de cabeza y tuve que pedir el traslado, pero no me afecta en absoluto en mi actual trabajo. \n\nSigues sin saber qué está pasando, pero de momento no haces preguntas. El general continúa asintiendo. \n\n- Bien, bien. Su apellido es alemán, ¿cierto? Y habla usted el idioma perfectamente. \n- Mis padres emigraron de Alemania huyendo de los nazis antes de empezar la guerra, pero yo nací en Londres y he vivido siempre aquí. \n- Sí, así consta en el informe -el general Cartwright mira al hombre de paisano, que le devuelve la mirada sin más. \n\nEl general continúa. \n\n- ¿En qué consiste su ocupación ahora?\n- Estoy asignado al mantenimiento de las comunicaciones en la central de Sevenoaks. \n- Parece un trabajo bastante aburrido, sobre todo para un expiloto. \n\nNo tienes ni idea sobre de qué va todo esto, pero empiezas a pensar que quizá ha pasado algo malo y tienes problemas. ¿Deberías preguntar a qué se debe esta entrevista, o seguir respondiendo obedientemente a lo que te preguntan?\n\n<<choice "Preguntas qué está sucediendo">>\n\n<<choice "Sigues respondiendo">>
- Despacio, despacio. Tranquilo, teniente, trate de incorporarse. \n\nAbres los ojos lentamente, tratando de esquivar como puedes un cierto mareo. Tras un momento consigues identificar la voz que te habla y asociarla con la imagen de la persona que tienes delante: es el coronel Kramer, del servicio de Inteligencia, el hombre que estaba esta mañana con el general. \n\n- ¿Dónde estoy? -dices mientras te sientas con cuidado. \n- Eso es mejor que no lo sepa, al menos de momento. \n\nMiras alrededor: no reconoces el lugar. Es una pequeña habitación sin ventanas, solo hay una puerta y sobre ella una rejilla de ventilación. Está amueblada muy austeramente: la cama en la que te has despertado, una silla en la que se sienta Kramer y una mesa desnuda pegada a la pared. Además de la luz del techo ves una lámpara de flexo sobre la mesa, y aparte de esta breve lista no allí no hay nada más. \n\n- Lamento todo esto, teniente -continúa Kramer-; no debería haber sido necesario. \n- ¿Por qué estoy aquí? ¿Cuánto tiempo he estado inconsciente?\n- Esto es lo que puedo decirle: está usted fuera de Londres, y ha dormido algo menos de dos días. Tuvimos que administrarle somníferos por su seguridad. \n-¡¿Dos días?!\n\nEn ese momento te das cuenta de que llevas ropa que no es tuya, y al tocarte la cara notas la incipiente barba. Eres un militar y el coronel es tu superior, pero ha llegado el momento de conseguir algunas respuestas. \n\n- Señor, ¿puedo saber de una vez qué demonios está pasando y por qué he sido secuestrado?\n\nKramer respira hondo y se echa atrás en su asiento antes de hablar. \n\n- Holzmann, ha sido usted seleccionado para una misión de alto secreto. Es una tarea sencilla y no debería entrañar ningún peligro, se trata simplemente de recoger unos documentos y entregarlo a una persona concreta; pero es información confidencial y necesito a alguien que no tenga ninguna relación con mi departamento ni con ninguna rama de los servicios de Inteligencia. \n- ¿Porque hay espías infiltrados en nuestros servicios de información?\n- Exactamente. En mi negocio todo el mundo espía a todo el mundo y hay agentes dobles por todas partes, lo sabemos y trabajamos ya contando con ello, pero en este caso no podemos correr riesgos. \n- Supongo que esa es la razón por la que estamos hablando en esta lugar y no continuamos la entrevista el despacho del General Cartwright. \n\nPor un instante el coronel deja ver una muy leve sonrisa. \n\n- Conozco al general desde hace mucho tiempo; le dije que necesitaba a alguien de su perfil y él me ayudó a dar con usted. Pero no sabe nada de esta operación, y después de nuestra charla le dije que teníamos a alguien mejor y que le habíamos descartado. También nos hemos encargado de mandar un aviso a su oficina, oficialmente está usted en la cama con gripe; si todo va como está previsto en unos días volverá al trabajo como si nada extraordinario hubiera pasado. \n\nTu interlocutor hace un momento de pausa, se inclina hacia adelante y te mira muy fijamente. \n\n- Le he investigado a fondo y sé que está limpio: es usted el hombre que necesito. No es un miembro de mi departamento y no puedo obligarle, lo cual sería además contraproducente para nosotros; si rechaza la misión le devolveremos sin más a su casa y esta historia habrá terminado aquí. En caso de aceptar conocerá los detalles de la operación y nos pondremos en marcha inmediatamente. ¿Qué decide?\n\nPor un momento no sabes qué decir: todo está sucediendo tan rápido que no has tenido ni un segundo para pensar. \n\n- ¿Puede darme un momento?\n- Claro -asiente Kramer-, tenemos tiempo. Prepararé café, espere aquí. \n\nEl coronel se pone en pie y abandona la habitación. Tras cerrar la puerta escuchas el sonido del pestillo: te ha dejado encerrado. Esto te causa cierta alarma y varias preguntas comienzan a surgirte inesperadamente: ¿por qué todo esto? Podrían haber hablado contigo directamente en tu apartamento en lugar de tomarse tantas molestias. ¿Es cierto lo que te ha contado el coronel? Si este asunto es de tanta importancia ¿cómo es posible que lo dejen en manos de alguien que no tiene ni la más mínima experiencia? Sencillamente, aquí hay cosas que no encajan. Es más: al pararte a pensarlo te das cuenta de que no confías del todo en Kramer, algo te dice que te está ocultando algo importante. \n\nA los pocos minutos se escucha el pestillo de nuevo y entra con una taza de café humeante. \n\n- Con una nube de leche y sin azúcar, ¿verdad? -dice lanzándote una media sonrisa. \n- ¿Cómo lo sabe?\n- Ya le he dicho que le he investigado a fondo -se sienta de nuevo en su silla alargándote la taza. \n- ¿Usted no toma?\n- Ahora no. Bien, ¿qué decide, teniente? ¿Hará este servicio a su país?\n\nSostienes la taza en tu mano por un momento mientras el coronel te taladra con su mirada. ¿Qué respondes?\n\n<<choice "Aceptas la misión">>\n\n<<choice "Rechazas la misión">>
Durante unos momentos te quedas quieto viendo alejarse a la mujer, no quieres ir tras ella mientras aún pueda girarse y descubrir lo que haces; pero en cuanto desaparece tras los árboles comienzas a andar rápidamente hacia allí. Tras unos pasos decides ir más rápido y comienzas a correr un poco, pero te detienes de golpe al escuchar el sonido de la portezuela de un coche cerrándose y justo después otro. Viene del coche que asomaba por el camino de acceso al aparcamiento. \n\nDesde donde estás ves las figuras de dos hombres que se han bajado del coche, dejándolo sin molestarse en apartarlo del paso de la estrecha vía. No puedes distinguirles con toda nitidez, pero está claro que te están mirando. \n\nAhora tienes que seguir. Vuelves a mirar hacia adelante y empiezas a correr otra vez hacia donde viste desaparecer a la señora Slowinska, y cuando llegas a ese punto te detienes. Allá está ella, llegando casi al otro lado del bloque de viviendas más cercano; de haber llegado solo unos segundos más tarde la habrías perdido. Antes de doblar la esquina se gira un instante comprobando que no es seguida pero tú eres rápido en ocultarte tras el árbol para no ser visto, y en ese momento ves a los dos hombres del coche que ahora caminan hacia ti sin disimular.\n\nHay que moverse y ya. La espía ya no se ve desde donde estás, así que vuelves a correr esta vez algo más rápido; al mirar hacia atrás ves que los dos que se acercaban se han echado a correr también. ¡Ahora te persiguen, hay que escapar! \n\nAl llegar a la esquina lo que ves te sorprende y te hace detenerte como congelado por un instante: ¡la señora Slowinska y el camarero de la cafetería! Él lleva otra ropa, ahora un traje gris oscuro, pero evidentemente es él. Te quedas paralizado y él desvía la vista hacia ti con sorpresa mientras la mujer, que estaba de espaldas, se gira para mirarte también muy sorprendida; él inmediatamente mete una mano bajo la chaqueta y ves asomar una pistola, justo en el momento en que escuchas a tu espalda a tus dos perseguidores acercándose. No te paras a comprobar a qué distancia están: echas a correr de nuevo otra vez, ahora a toda velocidad, huyendo de todos ellos. \n\nCorres como un loco escuchando los gritos de tus enemigos, pero llevar el maletín te entorpece la carrera; sin embargo no puedes soltarlo, no debes permitir que la documentación que contiene caiga en manos enemigas. Hay que escapar como sea, y si acaban atrapándote al menos se lo pondrás tan difícil como puedas. \n\nAtraviesas arboledas, saltas muros, cruzas un pequeño puente, llegas a algo parecido a una nave industrial con aspecto de almacén de maderas, entras por el portón principal en el que ahora no hay nadie, sales sin ser visto por una pequeña trasera que encuentras abierta, sigues avanzando a toda prisa por otro bosquecillo corriendo siempre paralelo a una carretera con poca circulación, saltas otro muro, llegas hasta una zona de edificios aparentemente de viviendas y callejeas cambiando de dirección varias veces y tratando de recuperar el resuello. En un momento en el que cruzas un paso estrecho entre dos edificios ves una vieja puerta cerrada solo con un pestillo; no hay nadie por allí así que lo abres, encuentras lo que parece un trastero lleno de maquinaria oxidada y trozos de metal, cierras la puerta y respiras hondo. De momento has escapado. \n\nNo hay tiempo que perder: el siguiente paso es destruir los documentos. De todo lo que llevas en el maletín los importantes son los que te devolvió el doctor Werthner, en ellos está la información secreta que debías pasar a tu contacto; así que te concentras en ellos dejando el resto. No llevas cerillas para prenderles fuego, pero en el cuarto descubres un grifo que da a lo que parece un sumidero de desagüe: suficiente. Pasas unos momentos haciendo pedacitos los papeles, los mojas todo lo que puedes, los retuerces, los vuelves a mojar, los estrujas y desmenuzas durante largo rato, y vas repitiendo la operación hasta que lo que queda empieza a ser una masa irreconocible. Sigues y sigues, ya estás seguro de que nadie que vea lo que tienes en las manos tendrá ni idea de qué puede ser; a continuación abres el grifo y de la masa de papel vas arrancando pequeñas bolitas y dejándolas caer por el sumidero dejando pasar varios segundos entre cada una y la siguiente. Pase lo que pase a partir de ahora al menos ya has conseguido que esta información no caiga en manos del enemigo. \n\nAhora tienes que llegar al oeste, lo que no será tan fácil. Por lo poco que has podido ver de Berlín debes estar muy lejos de la frontera, imposible llegar andando en poco tiempo; así que optas por el transporte público. De camino en coche te fijaste en los tranvías y viste las paradas con el cartel "Straßenbahn" y gente esperando: tu primer objetivo es encontrar la más cercana y empezar a moverte de verdad. \n\nCasi dos horas después te encuentras junto a una esquina con un periódico en las manos, fingiendo hojearlo mientras en realidad observas a lo lejos la actividad en la aduana que tendrás que cruzar para llegar al oeste. No parece que haya un aumento de la seguridad en comparación con cuando estuviste allí antes: en el paso para vehículos se pide la documentación y ocasionalmente se echa un vistazo por encima al maletero de los coches, y los peatones aguardan en la cola tranquilamente y sin que nada parezca anormal. \n\nDurante todo el camino hasta aquí has estado dudando entre tratar de cruzar aquí o salir de Berlín y buscar otro camino, pero has llegado a la conclusión de que no tienes alternativa: sin contactos, con una cantidad limitada de dinero y sin conocer el terreno está claro que tarde o temprano te acabarán atrapando, así que tu única posibilidad es la que tienes delante. Si te están buscando en otra parte, si realmente el enemigo no pensaba que estuvieras en una misión importante o si por cualquier otra razón nadie ha dado la alerta aquí, con tu pasaporte y el papel que autoriza tu estancia en Berlín Este durante el día de hoy cruzarás la frontera y lograrás escapar. \n\nNo vale la pena pensarlo más. Doblas el periódico bajo el brazo, respiras hondo y tratando de parecer tranquilo empiezas a caminar hacia la cola de peatones de la frontera. \n\n- Documentación -te dice lacónicamente el agente cuando te toca el turno. \n- Aquí tiene. \n\nLos segundos se te hacen interminables. El hombre te mira fugazmente, examina el pasaporte y el pase y vuelve a mirarte. \n\n- ¿Cuánto tiempo ha estado en Berlín Este?\n- Solo unas horas. He venido por una entrevista de trabajo. \n- ¿Sobre qué?\n- Represento a una compañía de material médico. He traído información sobre nuestros productos. Puedo enseñarle...\n- ¿Dónde ha estado?\n- En el Unfallkrankenhaus Berlin -decides en el último momento mencionar el complejo hospitalario en general y no específicamente la clínica. \n\nEl policía se queda unos momentos mirando los papeles sin decir nada, como decidiendo si aceptar tu explicación o hacer más comprobaciones. Notas las gotas de sudor empañando tu camisa. \n\nCuando por fin coge el sello y lo estampa sobre tus documentos, los recoge y te los devuelve, notas como si el tiempo hubiera vuelto a arrancar después de haber estado parado. \n\n- Siga. \n\nCaminas notando la tensión aflojándose con cada paso. No puedes creerlo: lo has conseguido. \n\nCasi has llegado hasta los últimos dos guardias. Están hablando entre ellos, te lanzan una mirada pero no pareces llamar especialmente su atención. Tú desvías la vista hacia adelante, hacia el lado occidental por fin: ya casi estás. \n\n- HALT!\n\nDe repente escuchas el grito a tu espalda, los dos guardias miran hacia el lugar de donde viene y entonces a ti, e inmediatamente te apuntan con sus armas. Te quedas clavado mientras escuchas unos pasos acercándose rápido. \n\n- Casi lo consigue, //Herr Schmidt// -te dice el hombre que primero llega hasta ti y te sujeta fuertemente por los hombros al tiempo que otro te quita el maletín de la mano-. Acompáñenos. \n\n<<choice "Prisionero">>
Mientras caminas hacia tu apartamento no apartas la vista de la ventana en la que se ve la luz encendida. No sabes por qué pero hay algo que no te encaja: recuerdas perfectamente haberla apagado, tus caseros solo entrarían por una emergencia y conociendoles sabes que te habrían llamado inmediatamente al trabajo; y de todas formas estás segura de que comprobarían todo muy bien antes de salir. Qué raro.\n\n¡¿Qué ha sido eso?! Por un momento crees ver... ¡Hay alguien en tu apartamento! Te quedas un instante paralizada por la sorpresa. ¿Qué hacer?\n\n<<choice "Echas a correr hacia tu apartamento">>\n\n<<choice "Buscas un teléfono para llamar a la policía">>
- Disculpen -dices tratando de poner tus pensamientos en orden-. ¿Puedo preguntar por qué estoy aquí? ¿Ha sucedido algo con mi familia que tenga que ver con mi trabajo?\n\nEl señor Hathaway carraspea un instante. \n\n- Miss Ritter, este es el coronel Kramer. \n- Encantada, señor -respondes educadamente, aunque eso no te resuelve ninguna duda. \n- Hace algún tiempo -continúa tu jefe- se distribuyó una nota interna en la que se informaba de que se estaba buscando a alguien de sus características. En aquel momento notifiqué que en este departamento teníamos a alguien que cumplía con los requisitos y durante este tiempo el coronel ha estado... Recabando información. Parece que el resultado ha sido satisfactorio, de lo cual me alegro. \n- ¿Voy a hacer un trabajo para el ejército? -preguntas. \n\nEsto no tiene nada que ver con lo que estabas pensando antes de entrar; pero aún resulta más inesperado lo que dice a continuación el coronel Kramer en un polaco tan perfecto como su alemán: \n\n- No exactamente para el ejército. Soy coronel de inteligencia. \n\nEl silencio cae en la habitación como una pesada manta que lo cubre todo por un largo momento. \n\nInteligencia. Un espía, vamos. ¿Buscan desde hace meses a alguien que hable alemán y polaco? ¿Es que no tienen a nadie? Por qué no utilizar a cualquier...\n\n- Se trata de algo al otro lado del Telón de Acero. ¿Cierto? -Continúas en polaco para que solo te entienda el coronel, porque no sabes hasta qué punto es algo que se puede decir o no-. Algo que debe mantenerse fuera de la red de agentes que seguro que ya tienen allí. \n\nEl coronel Kramer sonríe y vuelve al inglés para dirigirse al señor Hathaway. \n\n- Sin duda es la persona que necesitamos. \n- Desconozco los detalles de las tareas a cumplir -tu jefe habla con evidente satisfacción- pero estoy seguro de que Miss Ritter hará su trabajo a la perfección. Haré saber a mis superiores que colaboraremos con el ejército en todo lo que se nos ha requerido; y usted -añade hablándote a ti- puede considerarse dispensada de otras tareas cuando el coronel Kramer requiera sus servicios. Por el momento vuelva a su trabajo normalmente y ya le avisarán. \n\nTu cabeza sigue dando vueltas cuando por fin estás de regreso en tu mesa. De no ser por ese comentario en polaco del coronel Kramer pensarías, como tu jefe, que todo esto se trata simplemente de unas traducciones para el ejército; pero cuanto más lo piensas más estás convencida de que debe ser algo muy delicado. ¿Documentos secretos? Pero si solo necesitan un traductor ¿por qué se emitió una requerimiento general para encontrar a alguien con unas determinadas características? ¿Cuáles son esas características? Y sobre todo ¿qué tiene que ver tu trabajo con investigar a tu familia?\n\nEn fin, tienes una gran pila de papeles pendientes de traducción o corrección y sabes que si no empiezas a reducirla pronto irá creciendo aún más hasta hacerse inmanejable. Hay que concentrarse, al cabo de un rato ya estás tan metida en la tarea que ni piensas más en la entrevista. \n\nEl resto de la jornada ha sido muy fructífera y tienes hecho casi todo lo que tenías previsto para hoy, pero aún te quedan un par de trabajos por acabar y decides quedarte hasta un poco más tarde de tu hora normal de salida. Creías que eras ya la única que quedaba en la oficina cuando ves pasar por entre las mesas a Matthew Wilkins, un redactor que conoces porque lleva unos meses trabajando también allí aunque nunca habéis coincidido mucho y apenas hablado; tiene todo el aspecto elegante y anticuado de alguien de buenos orígenes y sus modales siempre son exquisitos aunque discretos, quizá un punto demasiado estirado para tu gusto pero te da buena impresión. Al verte parece sorprendido; se detiene en su camino hacia la salida y da dos pasos hacia ti. \n\n- Buenas tardes, Miss Ritter. Siempre soy el último en marcharme, me sorprende verla aún aquí. \n- Hola, Wilkins -sonríes-. Sí, hoy me toca a presumir a mí. \n\nNada más hacer la broma, y viendo que Wilkins parpadea como si le hubieran asestado un martillazo, te das cuenta de que has metido la pata. \n\n- Oh, disculpe. No quería decir... Me refería a...\n- No se preocupe, por favor -reacciona por fin él, quitándole caballerosamente importancia al asunto-. Lo cierto es que tiene usted razón, me gusta presumir al respecto. Me ha descubierto. \n\nAmbos sonreís. Este tipo te cae bien. \n\n- ¿Se queda más tiempo hoy entonces?\n- El autobús a Harringay ha debido pasar hace unos diez minutos, así que ya lo he perdido. Esperaré al siguiente. \n- Por favor, permítame llevarla. Yo vivo en Woodford y tengo coche, para mí el desvío no supone apenas nada y usted llegará incluso antes de lo normal. \n- Oh, no se preocupe. Aprovecharé para acabar esto. \n- Insisto, a riesgo de parecerle irrespetuoso. Me alegrará no hacer por un día todo el trayecto solo, y seguro que esos papeles pueden esperar hasta mañana por la mañana. ¿Qué me dice?\n\nWilkins no te parece para nada el tipo de pesado que volverá a repetir su oferta si le dices de nuevo que no. La verdad es que te vendría bien llegar temprano a casa hoy para tener tiempo de hacer algunas compras, y si esperas al siguiente autobús lo tomarás ya casi de noche; aunque irte en coche con alguien a quien apenas conoces tampoco te deja muy tranquila. ¿Qué le contestas?\n\n<<choice "Aceptas y vas a casa en coche">>\n\n<<choice "Te quedas trabajando y tomarás otro autobús">>
Son las 8:17 de la mañana cuando estás en la //Spandauer Gasthaus// llamando a la puerta de la habitación número 4. Hubieras podido esperar unos minutos más para llegar exactamente a y media, pero aprovechaste que la puerta de la calle se abrió al salir una señora para entrar tú; y de todas formas en tus instrucciones se te autorizaba a llegar un poco antes. Como sea, aquí estás. \n\n- ¿Herr Schmidt?\n- Un momento, por favor -responde una voz masculina al otro lado. \n\nAl abrirse la puerta encuentras a tu contacto: el hombre de ayer por la tarde. Ahora lleva traje y te mira con expresión de curiosidad. \n\n- Mi nombre es Adriana Slowinska -te presentas de manera seria-. Seré su acompañante en Berlín para sus visitas de hoy. \n\nNo puedes evitar echar una momentánea mirada por encima de su hombro tras la habitación; da la impresión de que no le gusta el detalle y te preguntas si no estará ocultando algo ahí dentro. \n\n- Llega usted con algo de adelanto -dice de manera cortante. \n- He recibido instrucciones para hacer una breve parada de camino a nuestro primer destino, y he pensado en adelantar un poco nuestra salida para no retrasarnos. ¿Podemos irnos ya?\n- Sí, claro -asiente él-. Deme un momento. \n\nTras esto cierra la puerta dejándote sola en el pasillo. //No es usted un caballero, Herr Schmidt//.\n\nAntes de un minuto vuelve a salir llevando un maletín en la mano. \n\n- ¿Vamos?\n\nUna vez en el coche los primeros minutos son de silencio. Mientras conduces se te ocurre que, después de que el enemigo te perdiera la pista al abandonar tu apartamento y desaparecer del Este, ahora deben conocer tu paradero de nuevo gracias al señor Schmidt; es posible que incluso os estén siguiendo ahora mismo. Aunque ¿para qué? Tienes sentado junto a ti al agente que mejor puede tenerte vigilada porque vas a acompañarle durante todo el día. \n\n- Su primera vez en Berlín, Herr Schmidt? -rompes el silencio sin dejar de mirar el tráfico; el espía no parece particularmente interesado en ti, pero tarde o temprano alguno tendrá que hablar y es mejor que seas tú quien haga las preguntas. \n- Sí -responde él lacónicamente. \n- Es una ciudad interesante. ¿De dónde es usted?\n\nNotas cómo te lanza una mirada por el rabillo del ojo antes de responder. \n\n- Hannover. ¿Es usted berlinesa? No reconozco su acento. \n- Mis padres vienen de Polonia. No conozco Hannover, ¿cómo es?\n- Aburrida. He oído que Berlín es más interesante, ¿lleva mucho tiempo por aquí?\n\nLa pregunta te hace sonreír involuntariamente por un instante: la situación es muy seria igual que lo es la misión, pero no puedes evitar sentir que todo este juego de estrategia que es el espionaje te gusta. Echarás de menos la emoción cuando vuelvas a Londres. \n\n- No se preocupe, no nos perderemos. \n\nAhora es él quien sonríe: //parece que estamos en tablas//. \n\n- ¿Puedo saber adónde vamos? -te pregunta.\n- Se me ha dicho que le lleve a comer algo antes de empezar nuestra ruta -respondes tú-. ¿Ha desayunado?\n- Gracias, ¿quién se lo ha dicho? Le agradeceré el detalle a mi vuelta. \n\nNo estás seguro de si te está poniendo a prueba simplemente porque es así como se hacen las cosas en este ambiente, tratando de sacarle información a todo el mundo en todo momento, o porque realmente sospecha que eres algo más que una simple guía. Da igual, no dirás una palabra fuera del guión. \n\n- Me han llamado esta mañana temprano, pero no puedo decirle mucho: creo que era una secretaria, no he preguntado de quién ha sido la idea. \n- Comprendo -sonríe como si no creyera una palabra de lo que dices.\n\nLa cafetería donde vais a desayunar está en una calle amplia y el local es grande, en ese momento hay bastante gente y se ve mucho movimiento. Al llegar tenéis la suerte de encontrar una pareja levantándose: ocupáis su sitio esperando que venga algún empleado a despejar la mesa, el señor Schmidt alarga una mano para coger el menú y empieza a ojearlo, tú miras a tu alrededor... Y te quedas petrificada. \n\nTras la barra los camareros van de acá para allá, nada especial en ellos excepto en uno: aún no te ha visto metido en sus ocupaciones, pero al darse la vuelta tú le has visto a él y no puedes creerlo. No hay ni la más mínima duda, es el: es Otto. \n\n<<choice "Violación de seguridad">>
Aún no puedes creer todo lo que está sucediendo. Hace nada llevabas una vida normal y tenías un trabajo normal en Londres, y en este momento estás caminando a media mañana por las calles de Berlín Oeste con un hombre prácticamente desconocido que además resulta ser un espía, para enfrentarte a una misión de la que lo único que sabes es que incluye peligro. Kramer pasea con total tranquilidad mientras tú no dejas de mirar a todas partes muy impresionada: esto está sucediendo, es real. \n\nEl coronel se detiene para mirarte un momento a los ojos y comienza a hablarte en alemán. \n\n- A partir de este momento su nombre completo es Adriana Slowinska; recibirá información detallada sobre su identidad, que mantendrá desde ahora hasta que vuelva a poner los pies en Londres. Hablará exclusivamente en alemán o polaco y fingirá no comprender el inglés cuando alguien le hable en su idioma, incluso aunque ese alguien sea yo. ¿Lo ha comprendido?\n- Perfectamente -contestas en alemán también. \n- Bien. \n\nKramer vuelve a mirar al frente relajadamente mientras camináis por entre los edificios de aspecto centroeuropeo tan característicos del país; aquí y allá se ve gente aparentemente normal y corriente caminando, hablando, entrando y saliendo de las tiendas. Es increíble: hace solo unos días ni se te habría pasado por la cabeza que estarías viendo con tus propios ojos lo que ahora tienes delante de ti. \n\n- Nos encontramos en el distrito de Spandau, en el sector británico de Berlín Oeste -continúa el coronel siempre en alemán-; un poco lejos del centro, pero es la única parte de la ciudad en la que podemos pasear tranquilamente sabiendo que nadie nos vigila. Además el lugar tiene sus atracciones turísticas, dentro de un momento le enseñaré alguna de ellas. \n- Supongo que el trabajo que tengo que hacer será en algún sitio menos agradable -comentas. \n- No crea -sonríe Kramer-, Berlín Este tiene también lugares interesantes. \n\nBerlín Este: se te encoge el estómago al escucharlo. Tu interlocutor sigue hablando, en apariencia con despreocupación. \n\n- Su tarea en esta misión será sencilla. Permanecerá por un tiempo indeterminado viajando por ambos lados de Berlín, familiarizándose con la ciudad para conocerla y orientarse en ella lo mejor posible. Cuando llegue el momento adecuado recibirá instrucciones para acompañar a una persona a hacer unas visitas profesionales: usted será la guía que le llevará de un sitio a otro y permanecerá a su lado durante ese día, nada más. No debería haber ningún problema y una vez hecho esto simplemente volará de regreso a casa. \n- Dicho así no parece nada especial. Cualquiera podría hacerlo. \n- Créame, //Frau Slowinska//, no es así. Encontrarla, investigarla y llegar a la conclusión de que era usted la adecuada para este trabajo fue algo extraordinariamente difícil; la preparación de todo esto ha llevado mucho tiempo y esfuerzo. La importancia de esta misión es enorme. Repito, enorme -al insistir en la palabra vuelve a mirarte con expresión grave, para continuar mirando hacia delante. \n- Comprendo. \n- No, no lo comprende. Esto es tan importante que ni siquiera puedo arriesgarme a confiar en mis colaboradores más fieles, y por eso de la actuación de una novata como usted dpenderán años de trabajo y miles de vidas humanas. Si comete un error o si las cosas salen mal las consecuencias pueden ser tan terribles como para cambiar la Historia de los próximos veinte años y el equilibrio de poder en toda Europa. Así de enorme es de lo estamos hablando, //Frau Slowinska//: ¿se hace ahora una idea?\n\nTe cuesta hablar después de lo que acabas de escuchar. \n\n- De hecho... Ahora creo que hacerme una idea de verdad es imposible. \n\nEl coronel sonríe. \n\nEntonces es en este momento cuando empieza a comprenderlo. No se preocupe: preste absoluta atención a sus instrucciones, limítese a seguirlas al pie de la letra y no haga locuras. \n\nLa calle llega hasta un parque florido por el que ves lo que te parece un canal o quizá un río pequeño; la zona te parece realmente preciosa, no imaginabas Berlín como una ciudad con rincones tan agradables. Seguís paseando a ritmo tranquilo. \n\nAl otro lado del río se ve lo que parece una fortificación, bastante imponente. Kramer mira hacia allí.\n\n- La ciudadela de Spandau -señala-. Construida entre los siglos trece y dieciséis, de gran valor histórico y arquitectónico. \n\nSeguro que el edificio tiene mucho interés, pero tú te mantienes en silencio dándole vueltas a la misión. Seguís caminando así unos minutos y poco después llegáis al límite del parque y os internáis en una calle de lo que parece un barrio residencial. Entonces el coronel habla de nuevo. \n\n- Dentro de un momento nos separaremos. Pasará la noche en una pensión de aquí cerca y tendrá la oportunidad de memorizar la información que encontrará allí; mañana por la mañana abandonará la habitación y la misión comenzará para usted. En el futuro recordará ese lugar como "casa": cuando reciba el aviso irá a casa a recoger a la persona a la que acompañará en su recorrido por la ciudad. \n\nKramer hace una ligera pausa antes de continuar con tono más grave. \n\n- Esta persona... Es mejor que lo sepa desde ahora: se trata de un agente doble, trabaja para el enemigo. \n- ¡¿Un...?! -Empiezas, pero el coronel te interrumpe con un gesto. \n- Tranquila, //Frau Slowinska//, él ni siquiera llegará a saber nada de su auténtico trabajo en todo esto. \n- ¿Y cuál es mi auténtico trabajo?\n- Ser su sombra en todo momento. Asegurarse por todos los medios de que no se sale del plan, controlar sus movimientos y no permitir bajo ningún concepto que se desvíe de su ruta o que haga contactos no previstos; y además hacerlo sin que sospeche que desconfiamos de él. Por la información que le habremos dado estará convencido de que usted será una simple conductora asignada para acompañarle, de manera que no se salga de su papel y no hable más que lo imprescindible. ¿De acuerdo?\n- De acuerdo. \n- Perfecto. Una última cosa. \n\nSe detiene y respira hondo antes de continuar. \n\n- Como le he dicho su misión es importante pero sencilla, y todo saldrá bien. Sin embargo debemos estar preparados para cualquier eventualidad; ¿comprende a qué me refiero?\n- Se refiere a si las cosas salen mal. Me hago una idea muy clara.\n- Se lo voy a resumir en pocas palabras: si por cualquier razón algo sucediera y fuera capturada, sobre todo mantenga el silencio a cualquier precio. Bajo ningún concepto debe decir ni una palabra de esto, ¿entiende bien lo que quiero decir? Pase lo que pase. Repito: pase-lo-que-pase -insiste-. Recuerde por qué usted es única para hacer este trabajo: ahora mismo es muchísimo lo que depende de sus actos.\n\nNotas la garganta seca por la tensión; tragas saliva antes de responder. \n\n- Tampoco tendría mucho que decir. En realidad no sé nada. \n- Mejor así, //Frau Slowinska//. Mejor así.\n\nSonríe, señala hacia adelante y se pone a caminar en dirección contraria. \n\n- Habitación número 4; la llave está en un pequeño bolsillo en la cara interior del dobladillo de su vestido. Eche un vistazo debajo del armario -tras esto se aleja sin mirar atrás. \n\nMiras hacia donde ha señalado. "Spandauer Gasthaus": el lugar donde dormirás esta noche, si puedes dormir. \n\n<<choice "Casa">>
Después de algunas preguntas generales más, el general lanza una mirada al hombre de paisano que hasta ese momento ha estado mirándote sin inmutarse. \n\n- Teniente, este es el coronel Kramer de Inteligencia. El coronel tiene un asunto del que hablarle; les dejaré solos para que puedan discutir los detalles. No es necesario que se levante -añade, cuando intentas ponerte en pie mientras Cartwright se dirige a la puerta para abandonar la habitación. \n- Gracias, general -dice Kramer mostrando una breve sonrisa de cortesía, tras la cual su rostro vuelve a mostrar una expresión de frialdad calculada mientras clava de nuevo los ojos en ti. \n\nEl coronel se acerca a la mesa y se sienta en el borde de manera informal. Tú tienes la impresión de que este no es un hombre en el que se pueda confiar del todo, que solo muestra de sí mismo lo que quiere mostrar; quizá sea justamente eso lo que se necesita para su trabajo, pero te intranquiliza. Sin embargo es tu superior, así que continúas guardando silencio hasta que es él quien habla. \n\n- Teniente Holzmann, ¿por qué cree que estoy aquí?\n- No lo sé, señor -dices prudentemente. \n\nKramer vuelve a mirarte haciendo una pausa. \n\n- He pasado las últimas semanas buscando a alguien como usted para llevar a cabo una misión en el extranjero. No entraña peligro, se trata simplemente de recoger unos documentos y entregárselos a una persona determinada; pero es algo que requiere discreción absoluta y necesito a alguien totalmente separado de mi departamento. No puedo decirle más por el momento y esto está fuera de sus obligaciones, así que puede usted rechazar el trabajo; pero si acepta estará usted haciendo un servicio a su país. Para eso entró en el ejército, ¿no es así?\n- Sí, señor. \n- ¿Y bien?\n\nPor un momento te quedas paralizado: todo es demasiado rápido, los pensamientos se agolpan en la cabeza. \n\n- ¿Puede darme un momento para decidir, señor?\n- Claro -sonríe Kramer, de nuevo con lo que parece una frialdad perfectamente calculada, y se levanta del borde del escritorio para dirigirse hacia una mesita auxiliar cercana-. ¿Le apetece un café? Con una nube de leche y sin azúcar, ¿verdad?\n\nLo último te sorprende aún más: bebes el café con una nube de leche y sin azúcar, pero ¿cómo lo sabe? ¿Te ha investigado? ¿Quién es este coronel Kramer, y por qué no terminas de confiar en él? Te han llamado esta mañana para presentarte aquí inmediatamente, un general del que jamás habías oído hablar acompañado de un coronel de espionaje que tampoco conoces te hacen preguntas generales y te sugieren que te presentes voluntario a una misión en el extranjero de la que no puedes tener ninguna información. Tú hablas alemán perfectamente, así que ¿se trata de viajar a Alemania? En plena Guerra Fría ¿se trata de una misión de espionaje tras el Telón de Acero? Kramer dice que no hay peligro, pero ¿por qué no puede ocuparse cualquiera de sus agentes y necesitan a alguien como tú? Aquí hay cosas que no encajan. \n\n- Aquí tiene -regresa el coronel con una taza. No ha cogido una para él. \n- Gracias. \n- Comprendo que esto le debe resultar chocante, teniente, pero a menos que acepte no puede saber más de lo que sabe ahora; en caso de rechazar el trabajo no insistiré y se reincorporará a su puesto normalmente. Necesito una respuesta, ¿qué decide?\n\n<<choice "Aceptas">>\n\n<<choice "Rechazas la misión">>
- Está bien. Acepto. \n- Me alegro de oír eso, teniente -sonríe Kramer, que de repente se muestra visiblemente más relajado. \n- ¿Puedo saber ahora de qué se trata esta misión?\n\nEl coronel se pone en pie y, dirigiéndose a la puerta, te hace un gesto para que le sigas. \n\n- Venga conmigo, Holzmann; acompáñeme a dar un paseo. Es hora de que sepa dónde estamos. \n\n<<choice "Un paseo por Berlín Oeste">>
Tu nombre es Vanessa Ritter, trabajas como traductora en la Oficina de Asuntos Exteriores del Gobierno de Inglaterra. Naciste en Alemania pero tu familia emigró a este país después de la guerra, cuando tú eras aún una niña; así que desde que puedes recordar has vivido con ellos y con tu abuela materna que también os acompañó. Hablar polaco y alemán es lo que te sirvió para conseguir este trabajo. \n\nHoy, una fría mañana del principio de la primavera londinense, te encuentras en el antedespacho del jefe de sección esperando en una cómoda butaca mientras una secretaria teclea en su máquina de escribir sin prestarte atención. No sabes por qué te han llamado pero esto no presagia nada positivo: el ambiente en tu departamento no siempre es perfecto y tú no eres de las que se callan, has tenido un par de encontrazos con algunos idiotas con los que no tienes más remedio que trabajar y temes que tus jefes quieran darte un toque de atención. Sabes que la razón está de tu parte y no tienen más que hablar con cualquiera para confirmar que eres muy buena en lo tuyo y que siempre que has saltado ha sido por algo, pero el mundo no es justo y eres consciente que para tus jefes si hay problemas la chica joven es más fácil de despedir que los viejos dinosaurios. En fin, lo que sea lo superarás. \n\nCuando por fin te hacen pasar cruzas la puerta preparada para todo. Para todo, excepto para lo que vas a encontrarte. \n\n- Adelante, Miss Ritter. Siéntese, por favor -el señor Hathaway de pie junto a su mesa, te hace un gesto señalando una de las sillas. \n\nTu jefe tiene al lado a otro hombre que no dice nada, simplemente te mira mientras tomas asiento y según tu impresión te estudia como si pudiera leer tus pensamientos. No se mueve ni un milímetro mientras el señor Hathaway se sienta y abre una carpeta para comenzar a ojear los papeles. \n\n- Miss Ritter, lleva usted trabajando con nosotros algo menos de cuatro años. \n\nYa está: te van a despedir.\n\n- Su trabajo es excelente, debo decir. No solo su dominio de los idiomas que habla sino el resto de sus cualidades profesionales. \n\n//Bla, bla, bla. Si vas a despedirme déjate de circunloquios y hazlo ya.// \n\n- Gracias, señor.\n- Por esa razón, quiero decirle que cuando mis superiores me han requerido información sobre usted les he dado las mejores referencias posibles. \n\n¿Cómo? ¿Sus superiores han preguntado por ti? Pero qué...\n\n- Usted nació en Alemania, ¿no es así?\n- Sí, señor -respondes un poco confusa-. En Stuttgart. Pero he vivido en Lancashire desde que era una niña, y me mudé a Londres cuando empecé a trabajar aquí. \n- Efectivamente -tu jefe lee los papeles que tiene delante-. Sus padres tienen un pequeño negocio de ebanistería en Preston. Su padre es carpintero de profesión, ¿cierto?\n- Así es -sigues la conversación sin tener ni idea de hacia dónde te lleva todo esto-. Al llegar a Inglaterra mi padre consiguió trabajo en el taller que ahora regenta; cuando el propietario falleció su viuda le ofreció continuar allí pagando un alquiler. Ahora él hace muebles y mi madre los pinta. \n\nEn ese momento interviene el otro hombre, sorprendiéndote porque te habla en un alemán perfecto. \n\n- Su abuela materna vino también con ustedes -dice. Sigues con la impresión de que te está estudiando. Y tiene usted un tío que se quedó en Alemania del Este y aún vive allí.\n- Mi padre nació en Leipzig -respondes también en alemán-, pero mi madre es polaca y había emigrado a Alemania por él. La guerra lo cambió todo, mi padre de joven estuvo en movimientos antinazis y pasó casi todos esos años en la cárcel y mi madre tuvo que volver a Polonia con su familia. Después de la derrota alemana liberaron a mi padre y se quedó en Stuttgart donde tenía amigos y posibilidades de trabajar; mi madre volvió con él llevándose a mi abuela que ahora era viuda, pero mi padre ya no soportaba vivir más allí y en cuanto tuvo una oportunidad la familia emigró.\n- Su alemán es realmente bueno -continúa el misterioso hombre- aunque se le nota el acento polaco. \n- Mis padres trabajaban mucho todo el día, así que me crié principalmente con mi abuela. Ella fue quien más me enseñó los dos idiomas. \n\nEl hombre continúa en inglés, pero lo que dice termina de dejarte estupefacta. \n\n- La señora Skomorowska. Extraordinariamente amable; su pastel de calabaza es delicioso, diría incluso que ha logrado perfeccionar la receta tradicional británica. También tiene usted otro familiar, un tío que aún vive en Leipzig; ¿cierto?\n\nDurante unos segundos no sabes qué decir. ¿De qué se trata todo esto? Sea lo que sea no es rutina, está claro que hay algo más. Quizá sea el momento de interrumpir el interrogatorio para preguntar qué está pasando, aunque puede que sea mejor dejar simplemente que continúen con sus preguntas mientras tú esperas a saber más antes de hacer nada. ¿Qué haces?\n\n<<choice "Preguntas qué está pasando">>\n\n<<choice "Dejas que sigan las preguntas">>
Desde luego no estás dispuesta a meterte en un lío sola y sin saber a qué te enfrentas: lo primero es pedir ayuda. Das unos pasos hacia la calle principal cuando ves aparecer a un hombre y una mujer cogidos del brazo. \n\n- ¡Eh, oigan! \n\nTe acercas a ellos y les cuentas lo que acaba de pasar; el hombre inmediatamente mira hacia la calle transversal por la que se marchó el niño. \n\n- Voy a ver qué pasa, esperad aquí.\n- Henry -le dice ella-, deberíamos avisar a alguien...\n- Esto parece una emergencia -le responde él-, vuelvo en seguida. \n\nEcha a correr alejándose rápidamente de vosotras y le seguís a distancia; su compañera parece visiblemente preocupada. Cuando llegáis a la esquina ves que la calleja está bien iluminada por varias farolas, hay varios portales a ambos lados pero pero él no está. Un segundo después asoma por una de las puertas que estaba abierta. \n\n- ¡Agnes, ven!\n\nActo seguido vuelve a perderse en el interior y la chica y tú vais hacia allí. El interior está iluminado solo por la luz que viene de las escaleras que van al piso superior. \n\n- ¿Henry?\n- ¡Aquí arriba!\n\nElla entra y tú dos pasos por detrás, pero cuando empiezas a subir te detienes de repente. No puede haber tenido tiempo de entrar en el portal, llegar hasta arriba y volver a bajar para avisaros...\n\nTe saca de tus pensamientos con un sobresalto el sonido de la puerta cerrándose tras de ti. Un hombre está de espaldas encendiendo ahora la luz, y puedes verlo claramente: tu sorpresa se transforma en estupefacción cuando hace un gesto hacia la chica que ahora os mira desde los escalones superiores. \n\n- Eso es todo, gracias -le dice el coronel Kramer, y ella asiente y desaparece hacia el piso de arriba-. Miss Ritter, si va a trabajar conmigo deberá aprender a no confiar en nada ni en nadie y a no dejarse atrapar. Acompáñeme, hablemos.\n\n<<choice "El trabajo de Kramer">>
Aunque el coronel Kramer hasta ese momento siempre se ha mostrado muy correcto y casi hasta agradable, cuando ahora comienza a hablar percibes tras esa fachada al hombre frío, calculador y capaz de cualquier cosa que realmente debe ser. Supones que las personas así son necesarias para hacer el tipo de trabajos que también lo son, pero hay algo en él que no acaba de gustarte. \n\n- Los tiempos en que vivimos resultan a veces tensos y difíciles -el hombre habla como escogiendo cuidadosamente las palabras- y concretamente nos encontramos ahora en una situación especialmente delicada.\n\n"Nos encontramos ¿quiénes?", piensas, pero no dices nada mientras él continúa. \n\n- Llevo mucho tiempo buscando a alguien con sus características. No es simplemente la cuestión profesional de cuántos idiomas sepa hablar; su jefe y sus compañeros creerán que ha sido usted encargada de traducir documentos secretos para el ejército, yo me he encargado de que lo piensen y estarán cotilleando sobre el asunto algunas semanas, pero esta cuestión va más allá y es mucho más importante. \n- ¿Por eso han investigado a mi familia?\n- Así es. Su padre fue a la cárcel por oponerse a los nazis, y no escapó de Alemania cuando pudo haberlo hecho. Su tío Sascha Ritter vive en Leipzig y también le hemos investigado: al igual que ocurrió con su hermano él pudo salir de allí antes de que se cerraran las fronteras a Occidente, pero decidió quedarse y sabemos que ha tenido problemas con la policía política. Usted misma tiene fama en su departamento de ser una mujer a la que no se puede pisar. Miss Ritter, para este trabajo necesito a alguien que no tenga miedo de luchar por aquello en lo que cree y esa es usted. \n\nAl oír estas palabras te sientes momentáneamente abrumada. Tras unos segundos de pensar en silencio hablas por fin.\n\n- Estamos hablando de algo peligroso, ¿cierto?\n- Cierto.\n- Una misión de espionaje. En el Este. Algo que no puede encargarle a los agentes que seguro que ya tiene allí. \n- Exacto. \n- Ellos tienen experiencia y contactos. Yo soy nueva. No puede encargarle esto a sus agentes porque... No puede confiar en nadie. Necesita a alguien de fuera.\n- Es usted muy lista -asiente Kramer-. Pero no soy yo quien la necesita: es su país. Yo solo hago mi trabajo. \n- Coronel -dices con preocupación-, supongo que se dará cuenta de que me está pidiendo algo muy difícil de aceptar. \n- Precisamente por eso la elección es suya: no puedo obligarla. La tarea en sí es sencilla, el riesgo está calculado y nadie aparte de usted y yo sabrá nada de esto; pero es una misión de enorme importancia y el trabajo excede de sus obligaciones. Necesito que se preste voluntaria, y lamentablemente no es algo que podamos demorar por más tiempo. Si va a negarse tiene que ser ya para que pueda encontrar a alguien más cuanto antes. Por ahora esto es todo lo que puedo contarle.\n\nAl ver que bajas la mirada el coronel añade algo más:\n\n- Pero antes de contestarme piense en qué dirían de esto su padre o su tío. Decida qué es lo correcto y tome su decisión. \n\n"Esto último había planeado decirlo desde antes", piensas con certeza. Seguro que este tipo tenía su discurso estudiado y sabía hacia dónde debía llevar la conversación para presionarte lo justo y que acabes aceptando. Kramer no te gusta, no te gustan sus métodos y no te gusta lo que te está proponiendo; pero tiene razón, si hay una misión para la que se necesita a alguien con sangre de luchadora por una causa esa eres tú. Tienes la intuición de que aquí hay algo más y que no puedes confiar en este hombre, que te está ocultando algo; pero el caso es que debes tomar una decisión. ¿Aceptas y te lanzas a la aventura, o rechazas su propuesta y sigues con tu vida?\n\n<<choice "Aceptas la misión de Kramer">>\n\n<<choice "No aceptas la misión">>
- Lo siento, señor, pero no puedo aceptar. Soy un oficial de comunicaciones y no estoy preparado para esto; tendrán que buscar a otro para el trabajo. \n\nKramer endurece el rostro. \n\n- Lamento oír eso, teniente. En fin, si no está capacitado para lo que se requiere de usted es mejor saberlo ahora que fracasar en su misión. \n\nEl coronel se dirige sin más a la puerta, deteniéndose antes de abrirla; entonces se gira brevemente para añadir algo más. \n\n- No volverá a oír hablar de mí, y no hablará con nadie de todo esto; por lo que a nosotros respecta esta conversación no ha tenido lugar. Regrese a su trabajo y continúe con sus funciones y con su vida. \n\n...\n\nHan pasado ya algunas semanas. Tras la llamada del general Cartwright y el ofrecimiento del coronel Kramer de la misión que rechazaste, te sumerges de nuevo en tu vida cotidiana y por momentos parece que todo aquello no fue más que un sueño. \n\nNo te resulta difícil no hablarle de ello a nadie y de hecho tampoco te paras mucho a pensarlo tú mismo, aunque algunas veces te sorprendes mirando al vacío imaginando qué hubiera podido pasar. Tú eras piloto, entraste en el ejército para servir a tu país y siempre pensaste que estabas hecho de una pasta especial; quizá aquel golpe en el oído fue después de todo una suerte, y aquellos dolores de cabeza resultaron la excusa perfecta para no admitir que habías apuntado demasiado alto... \n\nNunca lo sabrás, nunca volverás a hacerte esas preguntas. Teniente Holzmann, oficial de comunicaciones en un puesto aburrido de una central secundaria del sur de Londres; ese es el mundo al que realmente perteneces y en el que te quedarás. \n\n\n''FIN''
Por Mandelrot\n<html><a target="blank" href="http://mandelrot.com">mandelrot.com</a></html>
Pasa el tiempo y todo marcha según el plan. A base de conducir y caminar por las dos partes de Berlín vas empezando a entender la ciudad, y has llegado a un punto en que en todo momento sabes al menos en qué zona estás y si te pierdes en seguida encuentras una referencia para orientarte de nuevo. \n\nAl pasar los días te alegras de no haberte llevado la pistola contigo: por el momento no estás haciendo nada extraordinario o que pueda llamar la atención de nadie, y si te la encontraran en un registro te habrías metido en un problema fatal. Además, llegado el momento no crees que te sirviera de mucho contra agentes entrenados y experimentados: siempre sería menos malo ser detenida que resultar muerta en un tiroteo. \n\nLo que sí has hecho es esconder en tu coche las llaves de "casa" y del garaje. No quieres llevarlas encima, y has descubierto un pequeño hueco bajo el sitio del acompañante que solo se puede encontrar al tacto levantando un trozo del recubrimiento del suelo; para dar con ellas hay que saber que están exactamente ahí o bien desmontar y sacar el asiento completo, y por lo que has visto los guardias tienen días en que se ponen más estrictos y revisan el interior de los vehículos pero no llegan hasta esos extremos. \n\nSi tienes cuidado de no llevar contigo nada comprometedor, mucho menos dejarlo en el apartamento donde vives. Este es pequeño y discreto: solo tiene un dormitorio y en la cocina cabe una persona y no más, los muebles son un poco incómodos y la decoración prácticamente no existe, pero para el uso que tú le das es perfecto. Te lo encontraste con todo lo necesario para vivir incluyendo un armario lleno de ropa de tu talla exacta: prefieres no pensar en cómo averiguó Kramer tus medidas. Además de todo esto el edificio es un pequeño bloque de tres plantas con dos viviendas por cada una, y tú vives en una de las del tercero. Un sitio tranquilo que cuenta con una ventaja extra: una de las ventanas queda a solo un metro escaso de una cornisa del edificio de al lado con lo que parece una pequeña ventanita muy cerca, así que si te encontraras en un caso extremo podrías arriesgarte a saltar. La posibilidad ahí está, aunque será mejor que nunca haga falta recurrir a ella. \n\nLas cosas siguen su curso y un día te sucede algo curioso. Estás almorzando en un restaurante de Berlín Oeste, en una breve parada que has hecho para comer algo ligero mientras planeas el paseo que harás más tarde para conocer esa zona de la ciudad. La comida está algo sosa y te das cuenta de que no tienes un salero en la mesa, y levantas la vista para pedirle uno al camarero cuando pase; pero no llegas a llamarle, porque te llama la atención la pareja del fondo. Te quedas un momento mirándoles en silencio para inmediatamente volver a tu plato y seguir comiendo más despacio mientras piensas. \n\nAl hombre lo has visto antes. ¿Dónde? No estás del todo segura, pero... ¿No es ese el tipo con el que casi chocaste la semana pasada en aquella biblioteca en el Este? Haciendo memoria revives la situación: habías visitado el lugar porque, debido a tu trabajo en Londres como traductora, pensaste en echar un vistazo a ver qué libros tenían sobre gramática alemana. Buscando llegaste al pasillo equivocado, al volver sobre tus pasos casi llegando al principio tropezaste y estuviste a punto de caerle encima al hombre que en ese momento asomaba por la derecha; te disculpaste y seguiste tu camino sin pensarlo más, y no volviste a pensar en ello. Hasta ahora. \n\nPasan los minutos y empiezas a pensar que quizá estás en un error: la pareja charla tranquilamente mientras come y ninguno de ellos te mira ni siquiera un instante. En fin, dada tu situación quizá estés imaginando cosas. \n\nNo vuelves a ver a ese hombre en los días siguientes, pero hay dos veces más que tienes la misma sensación de reconocer caras en lugares que no pueden ser casuales. ¿Estás siendo vigilada? Pero no le ves el sentido: si alguien sospecha de ti ¿por qué no detenerte simplemente para interrogarte? Pasas la aduana con frecuencia y ni siquiera has notado que los guardias te presten más atención que a los demás, siempre encuentras tu apartamento como lo has dejado e incluso al dejar pequeñas trampas para saber si alguien ha movido determinados objetos nunca aparece nada ni un milímetro fuera de sitio. No notas que nadie te siga cuando conduces ni al caminar... Quizá sean todo figuraciones tuyas. \n\nPero esas caras... No podrías asegurarlo del todo, pero casi. Es imposible fijarse en todas y cada una de las personas con las que te cruzas a lo largo del día; sin embargo últimamente has estado tratando de poner la máxima atención y la última vez estás convencida de que la chica de la cabina telefónica era la misma persona que viste unos días antes mirando aquel vestido de verano tan bonito en la tienda de ropa del Oeste. Si estás en lo cierto está claro, no puede ser casualidad: has oído todo tipo de historias sobre la Stasi, la temible policía secreta de la RDA, y tú podrías ser su objetivo. \n\nLe has estado buscando explicaciones a esta situación pero nada parece tener sentido: seguirte sin detenerte, ¿por qué? Si saben quién eres y qué estás haciendo debe ser porque tu contacto, el hombre al que esperas y que según Kramer es un agente enemigo, ya les ha dicho que estás allí; pero entonces también sabrán que tu misión ahora es simplemente esperar y que tú misma irás a recogerle cuando llegue el momento, no tiene mucho sentido colocar agentes para verte almorzar o dar paseos por la ciudad. Y si no saben nada ¿por qué estas coincidencias de caras conocidas?\n\nNo sabes qué está pasando pero no estás dispuesta a correr más riesgos que los imprescindibles: desde aquella primera vez has aumentado tus precauciones, conduces redoblando los esfuerzos para no ser seguida, sigues evitando el contacto con la gente y tienes los ojos más abiertos que nunca. \n\nUna mañana, después de haber circulado más de media hora haciendo de todo para asegurarte varias veces de que no hay nadie tras de ti, aparcas a unos quince minutos a pie de la cafetería; si te están espiando ya sabrán que cada día vas allí pero al menos nadie sabrá dónde has dejado tu vehículo. Caminas dando un rodeo hasta llegar por fin, te sientas y sonríes cuando Otto, el camarero del que ya sabes su nombre por habérselo oído a sus compañeros, te mira desde lejos como siempre con la mirada encendida y te hace un gesto de saludo. \n\nTe sientas cerca de la pared y finges despreocupación mientras observas a tu alrededor, cuando por fin la ves. Es ella, la chica de la cabina y la tienda de ropa. Ahora sí estás segura, te están vigilando. \n\nPor un momento se te acelera el corazón. La mujer tiene una taza en su mesa y parece absorta en el libro que está leyendo, pero no tienes ni la más mínima duda de que está allí por ti. Bajas la mirada tratando de disimular. \n\n- Bitte schön -te sorprende Otto con tu chocolate con las dos galletitas. Ha venido sonriendo como todos los días, pero cuando le has mirado se le ha quedado congelada la sonrisa. \n- Danke -dices con sequedad. \n\nOtto parece sorprendido pero en principio no dice nada; sin embargo, después de darse la vuelta y alejarse un paso, se vuelve a girar hacia ti. \n\n- Discúlpeme. ¿Se encuentra bien? - Dice. Se le nota nervioso. \n- Sí, gracias -sonríes brevemente pero con frialdad-. Estoy bien. \n- Si necesita algo llámeme, por favor.\n\nNi siquiera respondes, asientes sin más.\n\nSe aleja dándote la impresión de sentirse inseguro. Por un momento te da lástima por él, probablemente ahora estará como si le hubiera caído un jarro de agua fría por encima; pero ahora mismo tienes otros problemas más importantes en los que pensar que el flirteo de la mañana. Y tus preocupaciones no han hecho más que empezar. \n\nRevuelves el chocolate con la cucharilla mientras la cabeza te trabaja a toda presión. ¿Qué debes hacer? Ante todo mantener la calma. Ahora sabes lo que antes sospechabas, pero de resto la situación no ha cambiado: sea quien sea que te vigila no debes salirte de...\n\nDe repente todos tus pensamientos se interrumpen ante otra sorpresa aún mayor. ¡La pareja de azul! Estabas tan absorta en la chica que no habías reparado en ellos: están al otro lado del local, ella hablando despreocupadamente con su taza en la mano y él escuchándola con la gorra puesta como si nada. No hay confusión posible, es tu señal. Ha llegado el momento de pasar a la acción, ir a "casa" y recoger tus nuevas instrucciones. \n\nDadas las circunstancias te encuentras en una encrucijada. Tus órdenes son dirigirte al Oeste y acceder a casa en algún momento del día; pero también te quedó claro que debes evitar a cualquier potencial agente enemigo llegando incluso a matarlo si es preciso. Bien, pues tienes a una potencial agente enemiga sentada a unos metros tomando un café y leyendo un libro. Eso sin contar con la posibilidad de que no esté sola, no parece que sea el caso pero no podrías asegurarlo. Algo hay que hacer. \n\nMientras piensas buscando soluciones recorres involuntariamente con la mirada el resto del local y te das cuenta de que Otto, que está detrás de la barra secando unos vasos, te lanza miradas de soslayo. No podrías decir si se le ve preocupado o decepcionado, pero ahora mismo no estás para pensar en eso... Aunque te ha dado una idea: en la parte de atrás, cerca de los baños, has visto a veces que hay una puerta por la que entran las mercancías y que debe dar a algún tipo de callejón. Hay una llave aunque no sabes dónde la guardan, pero Otto sí. \n\nDespués de descartar otras posibilidades se te ocurren tres maneras de actuar. Puedes entablar conversación con Otto y convencerle de que te deje salir por la puerta de las mercancías; de todas formas no tienes que volver por allí y no le verás nunca más, aunque tampoco te gusta depender de él ni tampoco meterle en problemas como seguramente sucederá cuando hayas escapado. La segunda opción podría ser salir de allí a pie y tratar de despistar a quien te siga; andando por la calle sería casi imposible, pero recuerdas la salida desde tu apartamento al edificio de al lado y crees que quizá podrías arriesgarte a saltar por la cornisa. Por último, en coche ganarías posibilidades de desaparecer: podrías buscar la oportunidad y hacer alguna maniobra arriesgada para perderles, aunque dejarás en evidencia que sabes que te siguen y si conducir alocadamente hiciera que la Policía te detuviera pondrías en serio peligro la misión que es lo prioritario. \n\nNo hay decisiones fáciles. ¿Qué haces?\n\n<<choice "Hablas con Otto para tratar de escabullirte por detrás">>\n\n<<choice "Vas a tu apartamento para saltar y escapar a pie">>\n\n<<choice "Tratarás de escapar en coche">>
- Está bien -sigues en inglés-. Yo le contaré lo que sé y usted me contará lo que sabe. \n- De acuerdo, empiece. \n- Me llamo Martin Holzmann. ¿Y usted? \n- Su nombre no suena a inglés. \n- Mis padres fueron inmigrantes alemanes. Por eso me eligieron. \n\nLa mujer baja la mirada un instante, pensando. \n\n- Slowinska es su verdadero nombre?\n- Ritter. Vanessa Ritter. Mi padre nació en Leipzig pero toda la familia de mi madre viene de Polonia. Emigrantes tras la guerra.\n- De ahí su acento. \n- Sí. Yo nací en Lancashire pero actualmente vivo en Londres. Vivía, hasta hace dos meses. \n- ¿Lleva dos meses en esto?\n- Así es. Y por cómo han ido las cosas en estos últimos días empiezo a pensar que usted tampoco es un espía profesional. \n\nNiegas con la cabeza; todas las piezas empiezan a encajar. \n\n- La persona que me reclutó para esta misión me dijo que necesitaban a alguien de fuera. Era demasiado importante. \n\nElla endurece la expresión. \n\n- No me lo diga: Kramer. \n\nNo hace falta que respondas, tu mirada es bastante elocuente. La mujer continua.\n\n- Y por cierto, me dijo que usted era un espía enemigo; ahora estoy convencida de que mintió, aunque no entiendo por qué lo hizo.\n- A mí me dijo lo mismo de usted. Si estaba planeado que nos atraparían para que nos fichara la policia secreta supongo que Kramer lo hizo a propósito para que no habláramos entre nosotros. Asi habría menos posibilidades de confesar cuando nos atraparan.\n- Ese cerdo manipulador -la mujer baja finalmente el arma-. Llevaba semanas sospechando que era vigilada, pero Kramer me dijo que nadie lo sabía así que me estaba volviendo loca pensando que era la Stasi. Sin embargo no comprendía por qué no llegaban a detenerme si sabían que era una infiltrada; ahora supongo que esperaban a que llegara usted para atraparnos juntos. \n\nAsientes con la cabeza. \n\n- La Stasi busca a una pareja de espías, alguien les hace llegar la noticia de que estarán en el Este en un día concreto y mandan a dos señuelos que somos nosotros. Nos detienen en medio de una supuesta misión, nos fotografían, para ellos estamos identificados, y por si hubiera alguna duda de lo importantes que somos montan una operación de rescate peligrosísima para hacer que escapemos. \n- No solo eso -añade ella, que parece perdida en sus pensamientos-. Parece que el túnel que vamos a utilizar es alto secreto: fue excavado desde el Oeste para interceptar comunicaciones soviéticas y nuestra fuga hará que lo descubran. Esos dos espías que hemos suplantado deben ser realmente importantes. \n- Vanessa -dices, y al oír su nombre la mujer sale de su concentración-, tenemos que irnos. \n- Sí. Vamos. \n\nRecoges la maza del suelo y miras hacia el lugar en la pared que antes te había indicado. \n\n- Aquí -te corrige señalando hacia la pared contraria. Según Otto hay que romper a unos veinte centímetros del suelo y a un metro de la esquina. \n- Me había dicho...\n- Mentí. No sabía si era de fiar. \n\nLa miras fijamente un momento más: una mujer lista y valiente. \n\n- De acuerdo, larguémonos de aquí. \n\nComienzas a golpear rompiendo los ladrillos, y poco después empieza a asomar el túnel al otro lado. Dirigiendo adecuadamente los mazazos en seguida abres un hueco lo suficientemente grande para pasar. \n\n- Yo iré delante -dices. \n- Tome la pistola. Por si acaso. \n\nVes en la mirada de la mujer un último destello de recelo, como si pensara "¿y si después de todo me estoy equivocando?", pero aún así te la ofrece. \n\n- Tengo la mía -no puedes evitar sonreír ante su expresión de sorpresa cuando sacas tu arma del bolsillo-. Solo espero que lo que me ha contado sea cierto y que no tengamos que usarlas. \n\nPor fin entráis en el túnel, que está totalmente oscuro; la señora Ritter te alarga su linterna. \n\n- Hacia la derecha. \n\nNinguno tiene reloj pero te parece que han pasado horas cuando por fin llegáis al final. Hay una escalerilla metálica que acaba en lo que parece una tapa de madera: subes primero y la empujas para notar que cede fácilmente. La levantas muy despacio asomándote con cuidado.\n\nLo primero que notas es la luz, parece que aquello da a un cuarto iluminado por varias lámparas que cuelgan del techo. Después de esto ves a un hombre sentado junto a una mesa: al notar que la tapa se levanta mira hacia donde estás y se lleva una mano al bolsillo de la chaqueta, pero no tarda más que un instante en relajar la expresión y sonreír mientras se pone en pie. \n\n- Ah, por fin han llegado -sonríe. Es el comandante Kramer, que te ayuda a subir y alarga una mano para hacer lo mismo con tu compañera; jamás habrías pensado que te sentirías feliz al encontrarlo de nuevo-. Me alegro de verles, bienvenidos a Berlín Oeste. Muy pronto volverán a casa.\n\n\n''FIN''
Sin pensártelo dos veces sales disparada hacia la puerta principal del edificio de apartamentos; subes los escalones y abres con tu llave en un segundo. Eres una mujer fuerte y valiente pero no estúpida: no sabes quién demonios puede estar ahí arriba y no tienes ni idea de si habrá peligro. Antes de subir te detienes un momento a buscar debajo de las escaleras, inmediatamente encuentras el atizador de hierro forjado que sabías que el señor Hurley guardaba en ese lugar, y sujetándolo con fuerza ahora sí te diriges hacia el piso superior. Por muy fuerte que sea el que esté ahí arriba con esto le puedes abrir la cabeza a cualquiera. \n\nTe acercas sigilosamente a tu puerta y, colgándote el bolso al hombro, con una mano aprietas firmemente el atizador mientras con la otra introduces la llave en la cerradura lo más silenciosamente que puedes. Haces una pausa instantánea para respirar hondo: el corazón te late con fuerza, la adrenalina te recorre todo el cuerpo y estás preparada para todo. Respiras hondo justo cuando escuchas sonar el teléfono en el interior del apartamento; tomas impulso y...\n\n- ¡¿Qué está pasando aquí?!\n\nIrrumpes con decisión y lo primero que ves son los cajones abiertos de uno de los muebles del cuarto de estar, y a un desconocido arrodillado en el suelo junto al teléfono como si hubiera estado examinando algo bajo la mesilla. Se ha quedado petrificado mirándote con expresión de pánico y la boca abierta por la sorpresa, momento en que tú avanzas unos pasos hacia él blandiendo el atizador para aprovechar tu momentánea ventaja y acorralarle. \n\n- ¿Quién es usted? ¡Quédese de rodillas!\n\nTodo transcurre tan rápido que no te da tiempo a reaccionar: el intruso desvía un ligerísimo instante la mirada a un punto detrás de ti y a la derecha, más o menos hacia donde está la puerta que da al dormitorio; intuyes el peligro demasiado tarde y no te da tiempo a protegerte cuando lo último que sientes es un fuerte golpe en la nuca antes de perder el conocimiento.\n\n<<choice "Despierta">>
- Señor, con todo respeto ¿puedo saber por qué se me ha llamado?\n\nEl general mira de nuevo al hombre de paisano, que sigue sin decir nada. \n\n- Teniente, este es el coronel Kramer, de Inteligencia. El coronel Kramer ha venido a verme porque necesita a un voluntario para una misión en el extranjero y usted cumple con las características necesarias para el trabajo. \n- ¿Una misión en el Alemania Oriental, señor?\n\nEn ese momento habla el coronel Kramer, dirigiéndose a ti en un alemán perfecto. \n\n- ¿Por qué piensa que es en Alemania Oriental, teniente?\n\nTú respondes en perfecto alemán también. \n\n- Soy un simple oficial de mantenimiento de comunicaciones en un puesto nada importante. Lo único que tengo de especial es que hablo alemán, y siendo usted un oficial de inteligencia y ya que necesitan a alguien para el extranjero, es lógico pensarlo. \n\n\nEl coronel continúa hablando ya en inglés. \n\n- ¿Por qué cree que le hemos llamado?\n- Pues... -Bajas la vista por un momento, pensativo-. Supongo que ustedes deben tener ya a mucha gente que conozca Alemania Oriental y que hable el idioma. Por alguna razón prefieren recurrir a alguien nuevo... \n\nSe te ilumina la mirada con la idea que se te acaba de ocurrir. Ahora es el general quien permanece escrutándote en silencio mientras habla el coronel. \n\n- Continúe, teniente. \n- Señor, se me ocurre que si hay una misión en el Este que usted prefiere que no hagan sus propios hombres, o es muy peligrosa y no quiere comprometerlos o es que hay algún infiltrado y no puede permitir que esto se sepa. ¿Tengo razón?\n\nEl general y el coronel se miran sorprendidos y se producen unos instantes de silencio. Tras esto el general concluye la conversación. \n\n- Teniente, por el momento la reunión ha terminado; puede retirarse. No hable absolutamente con nadie de lo que ha sucedido aquí, ¿entendido? \n- Entendido, señor -dices mientras te pones en pie. \n\nAbandonas el despacho con la cabeza llena de incógnitas. ¿Has dicho algo inconveniente? ¿Deberías haberte limitado a responder a las preguntas de tus superiores? ¿De qué va todo esto?\n\nUna vez abandonas el edificio del Ministerio de Defensa te diriges hacia la central de Sevenoaks, donde poco a poco vuelves a la normalidad durante tu trabajo cotidiano. Al final de la jornada uno de tus compañeros pasa por delante de tu escritorio y se detiene al verte concentrado en tus tareas: \n\n- ¿Todavía trabajando, Holzmann? Normalmente tú a esta hora ya has terminado. \n- Ah, hola, Bowers -dices-. Sí, hoy voy con algo de retraso y me he dado cuenta de que ya no llego a mi autobús. Tomaré el siguiente. \n- Deja eso para mañana, yo te llevo en mi coche; creo que una vez comentaste que tú vives cerca de Barking, ¿cierto? Llegarás a casa temprano y yo apenas tengo que desviarme un par de minutos de mi camino. \n\nBowers siempre te ha parecido un tipo agradable, pero vuestra relación se ha limitado básicamente a temas de trabajo y en todo este tiempo que lleváis trabajando juntos es la primera vez que te hace un ofrecimiento así. ¿Qué respondes?\n\n<<choice "Aceptas y te marchas con Bowers">>\n\n<<choice "Rechazas su oferta, tomarás el siguiente autobús">>
<html><br/><div style="text-align:center"><img src="http://3.bp.blogspot.com/-P18LYFQm7bI/U1IOqplHFgI/AAAAAAAAP3s/Y_yls2947ng/s640/enq-low.jpg" /></div>\n\n<br/><br/><u><b>Antes de empezar</b></u></html>\n\nEsta es la primera historia interactiva que he creado usando el sistema <html><a target="blank" href="http://www.gimcrackd.com/etc/src/">Twine</a></html> para ofrecerla a los lectores de mi web como he hecho antes con otras obras (y espero seguir haciendo en el futuro). Esta en concreto nació simplemente como un experimento que fue creciendo sin esperarlo, pero al final ha salido una aventura entretenida y original que espero que te guste. Si te quedas con ganas de más suscríbete a <html><a target="blank" href="http://mandelrot.com"><b>mi blog</b></a></html> y te enterarás cuando salgan cosas nuevas. \n\nHe calculado la historia para que el lector encuentre el equivalente a unas 15-20 páginas de media hasta llegar a un final (una media horita como máximo). El total que yo he escrito es de 248 páginas cubriendo todas las posibilidades, así que como ves hay material para que la acción pueda variar bastante según lo que elijas. \n\nPero ¿me aceptas un consejo? En estas historias todo el mundo cuando llega a un final suele volver atrás para ver qué hubiera pasado de haber escogido otros caminos (yo el primero). Pero al escribir "¿En quién confías?" me he dado cuenta de que hacer eso le quita mucha emoción a cada decisión que tomas, porque si te equivocas puedes releer y corregirla. Mi sugerencia: si quieres disfrutar la aventura al máximo arriésgate y elijas lo que elijas no vuelvas atrás, y que pase lo que tenga que pasar. Te pensarás dos veces cada paso y lo vivirás con más intensidad, ya verás. \n\nAhora sí, comenzamos. Tú vas a ser el protagonista de esta historia, así que lo primero es saber si eres hombre o mujer para encarnar a tu personaje: \n\n- Si eres hombre empiezas aquí: <<choice "Ministerio de Defensa, Londres, 1977">>\n\n- Y si eres mujer aquí: <<choice "Foreign Office, Londres, 1977">>
Está claro que no hay soluciones buenas, así que tienes que optar por la menos mala. Ni hacer locuras en coche arriesgándote a ser detenida o algo peor, ni depender de Otto ni de nadie: tienes que despistar a tus perseguidores haciéndoles creer que estás en un sitio concreto, y tu apartamento es perfecto para eso. Mientras la mujer del libro y sus amigos te creen en allí tú pasarás al Oeste y seguirás con tu misión. \n\nNecesitarás el coche para después así que no te queda más remedio que dejarlo donde está y usar el transporte público por el momento. El plan consiste en ir al lugar donde vives, saltar al edificio de al lado, buscar una salida que no dé a la misma calle, dirigirte directa al coche y conducir a "casa". Como idea puede funcionar pero un resbalón te puede costar la vida. Literalmente. \n\nSi vas a matarte desde un tercer piso mejor disfrutar antes del chocolate de Otto. Notas cómo te mira de soslayo de vez en cuando con preocupación, y piensas que si no estuvieras a punto de jugarte la vida casi podrías sentirlo por él. Pero eres una espía en terreno enemigo a punto de lanzarse a la parte más peligrosa de su misión, y además has descubierto que estás siendo vigilada y debes arreglártelas para escapar de tus perseguidores sin revelar que les has descubierto: suficientes problemas para ti. Una vez tienes claro cómo actuar dejas el billete más alto que tienes bajo la taza vacía, sonríes a Otto por última vez y sales de la cafetería sin mirar atrás. \n\nTe lleva casi una hora llegar a casa. El transporte público de Berlín Este no es tan malo como hubieras podido pensar, pero mientras viajas en el tranvía recuerdas por un momento la compleja organización de Londres y, quizá por la costumbre, te parece incomparablemente mejor. Es curioso que durante todo este tiempo apenas hayas añorado tu vida en Inglaterra: allí tienes una vida cómoda y rutinaria, un trabajo bastante seguro y pocos problemas, mientras que aquí llevas siempre encima la presión de que algo pueda ir mal y arruinar tu misión además de tu propio riesgo personal. Sin embargo, te cuesta admitirlo pero... Lo cierto es que esto te gusta. \n\nLlegas por fin a tu calle sin molestarte en comprobar si alguien te ha seguido, entras a tu portal y subes directamente las escaleras. Como siempre compruebas las pequeñas trampas que has dejado por todo el apartamento: nadie ha movido nada. Te asomas un momento a la ventana por la que vas a salir, miras a todas partes fijándote especialmente en la cornisa del otro edificio y cierras de nuevo; todo está en orden así que ya solo queda cambiarte de ropa y escapar. \n\nEliges un vestido lo más diferente posible al que llevabas y te recoges el pelo bajo un gorro de entretiempo que no habías usado hasta ahora: esto unido al maquillaje totalmente distinto hace que, al mirarte al espejo, pienses que desde lejos y sin esperarlo posiblemente los que te hayan visto entrar de una manera no te reconocerán de esta otra. En fin, más vale que sea así. Pocos minutos después por fin estás lista; a la ventana. \n\nEl corazón te late con fuerza mientras te sujetas al marco de la ventana subiéndote al alféizar. //Dios mío, esto ha sido una locura//. El salto parecía más pequeño cuando solo era una idea, ahora tienes la impresión de que la distancia es imposible; ¿y si la cornisa resulta estar resbaladiza? Crees poder agarrarte bien a los salientes que te quedan a la altura del pecho, pero ¿y si uno de ellos se rompe cuando tratas de sujetarte? Y si...\n\nSe acabaron las dudas: esto es importante y no hay vuelta atrás. De repente sabes que si te lo piensas un segundo más acabarás no siendo capaz, así que dejas de darle vueltas y por fin saltas. \n\nEs el instante más largo de tu vida. \n\nCasi te da la impresión de haber estado en modo automático durante todo el tiempo que pasa desde que despegas los pies del alféizar hasta que aterrizas aferrándote a los salientes del otro lado, te deslizas sujetándote como puedes, empujas la ventanita que cede fácilmente y por fin accedes al interior. Tomas una bocanada de aire dándote cuenta de que estabas conteniendo la respiración, parpadeas saliendo del shock dándote cuenta de que estás en un pasillo con las puertas de las viviendas a un lado y de que afortunadamente no hay nadie por allí, te colocas la ropa y vuelves a ponerte en marcha. \n\nAbajo hay un semisótano con lo que parecen repuestos de caldera, dos bicicletas y algunos útiles y herramientas; encuentras una puerta que por lo que se ve a través de un ventanuco da a un patio, solo está trabada con un pestillo así que no te resulta difícil salir de allí. Ahora solo tienes que encontrar algo parecido en alguno de los edificios que dan a la calle de atrás: en pocos minutos ya estás dirigiéndote hacia una parada de tranvía que no es la que más cerca te queda pero que te permitirá llegar sin ser descubierta hasta el coche. Y de ahí al Oeste y a casa. \n\n<<choice "Instrucciones">>
- Acepto, señor -contestas. No confías en Kramer y sabes que te está ocultando algo, pero por el momento decides no hacer más preguntas. \n- Me alegro de oír eso, teniente -sonríe el coronel, que de repente se muestra visiblemente más relajado-. Salvo que tenga alguna objeción nos pondremos en marcha inmediatamente; lamento que todo sea tan de improviso, pero no tenemos tiempo que perder. Acompáñeme. \n\nCuando sales de la habitación con Kramer no ves a nadie por allí: ni el general Cartwright, ni al asistente, ni ninguna otra persona en esa parte del edificio. El coronel parece conocer perfectamente aquel laberinto de pasillos, y te conduce hacia lo que parece un ascensor de servicio que os lleva directamente hasta un aparcamiento. Allí os subís a un coche gris oscuro y Kramer introduce la llave en el contacto. \n\n- ¿Puedo saber adónde vamos? -Preguntas. \n- Al aeropuerto. No se preocupe por no tener equipaje, nos ocuparemos de eso en su momento. \n- Señor, si voy a viajar debería pasar antes por mi casa. Además debería avisar a mis superiores en la oficina...\n\nKramer se detiene por un momento para mirarte fijamente. \n\n- Teniente, nadie debe saber nada de todo esto. Ni siquiera el general Cartwright; le conozco hace mucho tiempo y confío en él, pero le diré que finalmente le hemos descartado porque tenemos a otro mejor para el trabajo. Mañana sus superiores recibirán el aviso de que está usted en cama con gripe; y en cuanto a su apartamento en Barking no debe preocuparse, solo estará fuera unos días.\n\nTras decir esto arranca el coche y este empieza a moverse.\n\n- Esta es una misión de alto secreto. Sabemos que hay infiltrados en nuestro servicio de Inteligencia, es algo con lo que siempre contamos y a veces incluso lo utilizamos a nuestro favor; pero esto es muy importante y no podemos correr riesgos. Le he investigado a fondo, Holzmann: está limpio, es usted el hombre que necesito. No se preocupe, su tarea es sencilla y todo debería salir bien. \n\nLe miras por un instante antes de hacerle la pregunta que desde hace ya un rato tienes en la cabeza.\n\n- ¿Puede decirme ahora adónde tengo que viajar?\n\nEl coronel responde en perfecto alemán. \n\n- Va usted a conocer el país de sus padres. Le gustará: relájese, simplemente va a disfrutar de unos días de vacaciones en Alemania. \n\n<<choice "Un paseo por Berlín Oeste">>
Después de un par de segundos de sorpresa miras a un lado, hacia la cabina telefónica del otro lado de la calle; ves como un hombre cuelga y se aleja unos pasos, y mientras él saca unos cigarrillos y se pone a encenderse uno tú te diriges a paso rápido hacia el teléfono ahora libre. \n\n- Policía de Londres, dígame -responde una voz. \n- Hay intrusos en mi casa -dices precipitadamente-. Necesito ayuda. \n- Su nombre y dirección, por favor. \n- Me llamo Mar...\n\nNo puedes continuar: de repente alguien te agarra desde atrás con fuerza y notas un pinchazo en el cuello. Sueltas el teléfono y te giras como puedes, para ver al hombre que acaba de dejar la cabina dando un par de pasos hacia atrás; te da tiempo de ver a dos más saliendo del portal de tu casa para comenzar a dirigirse hacia donde estás, y es en ese momento que sientes como si de repente estuvieras borracho: las imágenes pierden nitidez y si no caes al suelo por la falta de equilibrio es solo porque consigues apoyarte en la cabina. Parpadeas un par de veces y adivinas la silueta del hombre que te ha pinchado en el cuello acercándose a ti para sostenerte, mientras todo se desvanece...\n\n<<choice "Al despertar">>
No tienes nada mejor que hacer que pasar el resto de la tarde cerca de //casa//, no incumples ninguna orden ni te sales de tus instrucciones, esto no tiene por qué por qué interferir en el resto de tu misión y tampoco te va a pasar nada por tener más información de la que tienes. Está decidido. \n\nTienes el coche aparcado a bastante distancia pero puedes ver la entrada principal de la pensión. La tarde va cayendo y la gente va de acá para allá, pasa el tiempo y ya hace rato que estás convencida de que allí no haces nada; sin embargo decides que te quedarás hasta que llegue el momento de buscar algún sitio para cenar e ir al lugar donde pasarás la noche. \n\nEspera un momento: aquel hombre que se acerca al portal... Anda despacio mirando a todas partes como si fuera la primera vez que está por allí, se detiene un segundo y observa el cartel, saca unas llaves, avanza hacia la puerta, abre y entra. Si fuera un huésped que ya conociera el sitio habría abierto directamente, y cualquier nuevo cliente recién llegado traería equipaje o como mínimo alguna bolsa. Este puede ser tu contacto. \n\nDesde esta distancia no has podido verlo del todo bien, preferiste la seguridad de la vigilancia a distancia antes que arriesgarte a colocarte más cerca; pero al menos sabes que ha llegado solo. Y no parece que haya nadie vigilándole... Aparte de ti, claro. \n\nLlevas ya mucho tiempo en el coche y por allí no aparece nadie más de interés; seguramente esto ha sido todo, lo más probable es que el tipo se quede allí hasta la mañana y lo que tenías que ver ya lo has visto. Un rato más tarde sales del coche a estirar un poco las piernas y pensar en lo que está por venir, y paseas por la calle de enfrente de la //Gasthaus// aparentando despreocupación aunque manteniendo un ojo puesto en la puerta por lo que pudiera pasar. En fin, parece el momento de marcharse; te acercas a una cabina telefónica que tienes a unos pasos para echar tranquilamente desde allí el último vistazo antes de volver al automóvil. \n\n¡Sorpresa! Justo cuando estás entrando a la cabina empieza a abrirse la puerta de la pensión. Te llevas un sobresalto y te abalanzas sobre el teléfono descolgando el auricular y llevándotelo al oído mientras ves salir al hombre de antes; aunque te ha pillado totalmente desprevenida, cuando después de mirar a los transeúntes junto a él y los coches más cercanos pasa la vista por donde estás ya te encuentra en actitud normal como si estuvieras hablando. De hecho no te dedica más de un segundo de atención, parece encontrar que todo está normal y al cabo de unos momentos se pone a caminar en la misma dirección por donde vino. Uf, por poco. \n\nUn hombre moreno vestido de camisa y cazadora, unos años mayor que tú; tiene aspecto de estar en buena forma y se mueve de manera elegante y ligera pero con un cierto toque rígido como de disciplina militar. Estás segurísima, este es tu espía. "Veamos a dónde va", te dices. \n\nEs un profesional y no puedes arriesgarte, así que te mantienes a mucha distancia aun cuando puedas perderle. Poco después le ves entrar en un local, desde donde estás aciertas a apreciar que se trata de una tienda de comestibles: vaya, parece que simplemente va a por la cena y no vas a descubrir nada importante. En fin, al menos si has acertado con esto sientes como si tuvieras una pequeña ventaja psicológica para mañana y te encuentras un poquito más segura. \n\nNo quieres pasar por delante de la tienda por si el espía mira hacia afuera y te ve la cara, y en la acera de enfrente solo hay viviendas así que optas por quedarte donde estás mirando un escaparate y dando la espalda a los transeúntes. Pasa poco tiempo cuando distingues en el reflejo del cristal que el hombre sale de nuevo con algo en la mano: de repente se te para el corazón al notar que se detiene solo unos pasos antes de pasar por detrás de ti y reaccionas instintivamente dándole la espalda del todo y concentrándote en el escaparate, y cuando ya casi estás esperando que una pesada mano caiga sobre tu hombro y alguien te diga "está detenida" respiras de alivio al verle seguir sin percatarse de tu presencia. \n\nPero antes de que doble la esquina te das cuenta de un detalle: ahora no lleva nada en las manos. Qué raro. El hombre desaparece por la calle lateral y tú miras hacia atrás para darte cuenta de que hay una papelera en el punto donde se había detenido momentáneamente. ¿Qué habrá pasado? Te acercas y al echar un disimulado vistazo al interior ves lo que parece un bocadillo envuelto en papel con el mismo nombre que la tienda de comestibles; pero ni siquiera está mordido. Entonces ¿para qué habrá ido a la tienda? Te giras para quedarte unos segundos mirando el pequeño negocio que no parece tener nada de especial, sospechando que ahí dentro pasan cosas que se salen de lo normal y anotando mentalmente que se lo mencionarás a Kramer cuando lo vuelvas a ver. Si es que vuelves a verle, claro. \n\nPor fin te decides a volver a seguir al espía: al llegar a la esquina le ves caminando a paso vivo de nuevo en dirección a la pensión. Entra, cierra la puerta y ya no ocurre nada más. \n\nTras todo esto decides marcharte de allí y buscar un sitio para comer algo. Cenas en un coqueto restaurante cerca del río, haciendo tiempo hasta que sea la hora de ir al lugar donde dormirás. \n\nParece ser la entrada trasera de un almacén, en una zona que parece poco transitada en general y que por la noche se presenta totalmente desierta. La única farola oscura en toda la calle es la que está delante de ese lugar, seguro que no es casualidad; aparcas a unos metros, te fijas en el cubo de basura de enfrente, llegas hasta la puerta y compruebas que la han dejado abierta, entras y ves un pasillo con varias puertas más todas cerradas excepto una que da a un cubículo con un camastro desvencijado y un viejo baño con ducha. No es un hotel de lujo pero servirá. Mañana estarás lista para enfrentarte a la parte crítica de tu misión. \n\n<<choice "Desayuno con sorpresa">>
- Entre usted, yo iré en seguida. \n\nÉl sospecha. Lanza una mirada momentánea hacia los árboles y no parece ver nada, pero sabe que allí hay algo. \n\n- Me dijo que sus instrucciones eran acompañarme en todo momento. \n- Entre en la clínica -tratas de jugártela manteniéndote firme a pesar de estar en desventaja. \n\nTe sostiene la mirada por unos segundos en silencio. \n\n- ¿Ocurre algo?\n- Entre, señor Schmidt. En un momento estaré con usted. \n\nEl espía mira con desconfianza alrededor y parece hacer cálculos. \n\n- Está bien -responde finalmente.\n\nNo sabes si lo dice porque le ha impresionado tu aplomo o si piensa que te tiene controlada de todas formas, pero te sientes aliviada cuando empieza a caminar hacia la entrada de la clínica. Acabas de ganar unos segundos pero solo tienes eso: estás en Berlín Este, todo lo sucedido ha acabado definitivamente con el plan y está claro que la misión no puede continuar como si nada, tus instrucciones fueron decidir lo mejor o llegado el momento lo menos malo. Pues el momento es este: o vas tras Otto intentando entender qué está pasando con él, o sales disparada hacia la frontera para cruzar a Berlín occidental antes de que te atrapen y te puedan sonsacar lo que sabes. ¿Qué haces?\n\n<<choice "Sigues a Otto">>\n\n<<choice "Se acabó, escapas">>
Hay que destruir el material y escapar. ¿Hacia dónde correr? Detrás de la clínica está la avenida por la que llegásteis, y por ese lado es también por donde asoma el coche parado en el camino: mala opción. Tampoco puedes ir hacia donde está la señora Rosansky, así que solo te queda la opción de cruzar la vegetación hacia donde viste el parque a lo lejos: se acabaron las dudas, tomas impulso y sin más echas a correr a toda la velocidad que puedes. \n\nNada más salir disparado oyes gritos a tu espalda a lo lejos: no te paras a averiguar de dónde vienen exactamente, corres y corres a toda prisa entre la vegetación sin salir a campo abierto donde es más fácil verte y seguirte en coche. Si te van a atrapar al menos no les resultará fácil. \n\nAtraviesas arboledas, saltas muros, cruzas un pequeño puente, llegas a algo parecido a una nave industrial con aspecto de almacén de maderas, entras por el portón principal en el que ahora no hay nadie, sales sin ser visto por una pequeña trasera que encuentras abierta, sigues avanzando a toda prisa por otro bosquecillo corriendo siempre paralelo a una carretera con poca circulación, saltas otro muro, llegas hasta una zona de edificios aparentemente de viviendas y callejeas cambiando de dirección varias veces y tratando de recuperar el resuello. En un momento en el que cruzas un paso estrecho entre dos edificios ves una vieja puerta cerrada solo con un pestillo; no hay nadie por allí así que lo abres, encuentras lo que parece un trastero lleno de maquinaria oxidada y trozos de metal, cierras la puerta y respiras hondo. De momento has escapado. \n\nEl siguiente paso es destruir los documentos. De todo lo que llevas en el maletín los importantes son los que te devolvió el doctor Werthner, en ellos está la información secreta que debías pasar a tu contacto; así que te concentras en ellos dejando el resto. No llevas cerillas para prenderles fuego, pero en el cuarto descubres un grifo que da a lo que parece un sumidero de desagüe: suficiente. Pasas unos momentos haciendo pedacitos los papeles, los mojas todo lo que puedes, los retuerces, los vuelves a mojar, los estrujas y desmenuzas durante largo rato, y vas repitiendo la operación hasta que lo que queda empieza a ser una masa irreconocible. Sigues y sigues, ya estás seguro de que nadie que vea lo que tienes en las manos tendrá ni idea de qué puede ser; a continuación abres el grifo y de la masa de papel vas arrancando pequeñas bolitas y dejándolas caer por el sumidero dejando pasar varios segundos entre cada una y la siguiente. Pase lo que pase a partir de ahora al menos ya has conseguido que esta información no caiga en manos del enemigo. \n\nAhora tienes que llegar al oeste, lo que no será tan fácil. Por lo poco que has podido ver de Berlín debes estar muy lejos de la frontera, imposible llegar andando en poco tiempo; así que optas por el transporte público. De camino en coche te fijaste en los tranvías y viste las paradas con el cartel "Straßenbahn" y gente esperando: tu primer objetivo es encontrar la más cercana y empezar a moverte de verdad. \n\nCasi dos horas después te encuentras junto a una esquina con un periódico en las manos, fingiendo hojearlo mientras en realidad observas a lo lejos la actividad en la aduana que tendrás que cruzar para llegar al oeste. No parece que haya un aumento de la seguridad en comparación con cuando estuviste allí antes: en el paso para vehículos se pide la documentación y ocasionalmente se echa un vistazo por encima al maletero de los coches, y los peatones aguardan en la cola tranquilamente y sin que nada parezca anormal. \n\nDurante todo el camino hasta aquí has estado dudando entre tratar de cruzar aquí o salir de Berlín y buscar otro camino, pero has llegado a la conclusión de que no tienes alternativa: sin contactos, con una cantidad limitada de dinero y sin conocer el terreno está claro que tarde o temprano te acabarán atrapando, así que tu única posibilidad es la que tienes delante. Si te están buscando en otra parte, si realmente el enemigo no pensaba que estuvieras en una misión importante o si por cualquier otra razón nadie ha dado la alerta aquí, con tu pasaporte y el papel que autoriza tu estancia en Berlín Este durante el día de hoy cruzarás la frontera y lograrás escapar. \n\nNo vale la pena pensarlo más. Doblas el periódico bajo el brazo, respiras hondo y tratando de parecer tranquilo empiezas a caminar hacia la cola de peatones de la frontera. \n\n- Documentación -te dice lacónicamente el agente cuando te toca el turno. \n- Aquí tiene. \n\nLos segundos se te hacen interminables. El hombre te mira fugazmente, examina el pasaporte y el pase y vuelve a mirarte. \n\n- ¿Cuánto tiempo ha estado en Berlín Este?\n- Solo unas horas. He venido por una entrevista de trabajo. \n- ¿Sobre qué?\n- Represento a una compañía de material médico. He traído información sobre nuestros productos. Puedo enseñarle...\n- ¿Dónde ha estado?\n- En el Unfallkrankenhaus Berlin -decides en el último momento mencionar el complejo hospitalario en general y no específicamente la clínica. \n\nEl policía se queda unos momentos mirando los papeles sin decir nada, como decidiendo si aceptar tu explicación o hacer más comprobaciones. Notas las gotas de sudor empañando tu camisa. \n\nCuando por fin coge el sello y lo estampa sobre tus documentos, los recoge y te los devuelve, notas como si el tiempo hubiera vuelto a arrancar después de haber estado parado. \n\n- Siga. \n\nCaminas notando la tensión aflojándose con cada paso. No puedes creerlo: lo has conseguido. \n\nCasi has llegado hasta los últimos dos guardias. Están hablando entre ellos, te lanzan una mirada pero no pareces llamar especialmente su atención. Tú desvías la vista hacia adelante, hacia el lado occidental por fin: ya casi estás. \n\n- HALT!\n\nDe repente escuchas el grito a tu espalda, los dos guardias miran hacia el lugar de donde viene y entonces a ti, e inmediatamente te apuntan con sus armas. Te quedas clavado mientras escuchas unos pasos acercándose rápido. \n\n- Casi lo consigue, //Herr Schmidt// -te dice el hombre que primero llega hasta ti y te sujeta fuertemente por los hombros al tiempo que otro te quita el maletín de la mano-. Acompáñenos. \n\n<<choice "Prisionero">>
Mientras caminas hacia tu apartamento no apartas la vista de la ventana en la que se ve la luz encendida. No sabes por qué pero hay algo que no te encaja: recuerdas perfectamente haberla apagado. \n\n¡¿Qué ha sido eso?! Por un momento crees ver... ¡Hay alguien en tu apartamento! Te quedas un instante paralizado por la sorpresa. ¿Qué hacer?\n\n<<choice "Echas a correr hacia tu casa">>\n\n<<choice "Buscas un teléfono para llamar a la Policía">>
La luz del día te saca lentamente del sueño; tienes la impresión de que has dormido una eternidad, pero te sientes pesado como si aún estuvieras muy cansado. Entreabres un ojo y la claridad que entra por la ventana te hace cerrarlo de nuevo por unos momentos. \n\nDe repente das un salto. ¿La luz del día? ¿La ventana? \n\nEn un instante te encuentras sentado en la cama con los ojos y la boca completamente abiertos por la estupefacción. ¡Estás en tu apartamento! Pero... ¿Cómo puede ser?\n\nNotas la cabeza zumbándote pastosamente cuando te pones en pie; estás en tu propio dormitorio vestido con uno de tus pijamas, en lo que parece una mañana cualquiera en Londres. Al dirigir la mirada a la ventana ves a lo lejos gente caminando por la calle, todo perfectamente normal. \n\nPero es que nada debería ser normal. ¿Qué estás haciendo allí de nuevo? Aún desorientado caminas al salón: todo está perfecto, nada parece haber sido tocado, cada cosa está exactamente donde la encuentras cada mañana. Pasas unos minutos comprobando hasta el último rincón de la casa, buscando... ¿Qué? No lo sabes, pero //algo//. Lo que sea, el más mínimo detalle que parezca fuera de lo habitual. \n\nLo único que encuentras fuera de su sitio está en la mesa de la cocina: tu termómetro sobre la mesita, junto a este un tubo de analgésicos, y en el fregadero algo de vajilla sin fregar lo que no es habitual en ti dadas tus costumbres de pulcritud militar.\n\nEnciendes la radio y al escuchar la fecha en el boletín de noticias descubres que han pasado varios días desde tu último recuerdo consciente. ¿Qué está ocurriendo? Después de un buen rato dándole vueltas a la cabeza terminas por decidir vestirte e ir al trabajo; allí tus compañeros te reciben preguntándote si estás mejor de la gripe, y ante tu sorpresa te cuentan que llamaste hace días para decir que estabas en cama con fiebre muy alta. No recuerdas nada de eso. \n\n...\n\nHan pasado algunas semanas. Tu vida rutinaria ha continuado como si nunca hubiera ocurrido nada más extraordinario que una gripe. Nadie se ha puesto en contacto contigo, no has recibido ninguna señal y nada parece indicar que vaya a ser así. \n\nEn este momento estás en tu mesa de trabajo, mirando el documento que tienes delante. Es una carta escrita a máquina pero aún sin firmar: se trata de una carta a la oficina del general Cartwright del Estado Mayor solicitándole ser recibido por él. La has escrito con mucho cuidado, escogiendo cada palabra para no revelar el motivo de tu petición; y ahora al leerla te preguntas tú mismo por qué quieres hablar con el general. ¿Qué esperas que te diga? Martin Holzmann, un teniente de comunicaciones de una central sin importancia en las afueras de Londres, que se dirige a un alto mando del Estado Mayor británico ¿para pedir explicaciones?\n\nFinalmente rompes la carta en trozos pequeños y los tiras a la papelera. Respiras hondo: se acabó. Probablemente tendrás mucho tiempo de aquí en adelante qué salió mal o cuál fue tu error, si es que de verdad lo cometiste; nadie vendrá a aclararte las cosas, lo único que puedes hacer seguir adelante con tu vida. \n\n\n''FIN''
Mientras caminas hacia los árboles tras los que ha desaparecido Otto tu cabeza no para de dar vueltas. Si trabaja para el enemigo ¿a qué viene todo esto? Pueden detenerte cuando quieran. Y si no es así ¿cómo se explica todo lo que ha sucedido hasta ahora, desde la vigilancia a la que te han tenido sometida mientras vivías en el Este hasta el episodio del café con el señor Schmidt? ¿Quién es Otto en realidad?\n\nAl llegar a los árboles le ves asomar tras la esquina de uno de los edificios cercanos; cuando ha visto que le sigues y que le has localizado desaparece. Te diriges hacia allí siguiéndole y le encuentras esperándote algo más allá. Llegas hasta él. \n\n- ¿Pero qué está...? -Empiezas, pero él te interrumpe. \n- Cállese y escuche. Su misión ha terminado. Diríjase a su piso franco con el señor Schmidt. Una vez allí...\n- Cállese usted -le cortas con firmeza.\n\nOtto tiene ahora un aspecto totalmente distinto al que le conocías: no sabes si es el traje o que ya no está en su papel de jovencito enamorado, pero ahora parece un hombre duro y disciplinado. Sin embargo cuando le interrumpes se adivina de nuevo y por un momento al joven bajo ese revestimiento de hierro; aprovechas tu instante de superioridad para sacar todo lo que llevas dentro hablando muy enfadada. \n\n- No me diga que me dirija a ningún sitio porque no voy a ir. Primero cuénteme quién demonios es usted y qué está pasando aquí y luego cuando me lo haya explicado yo seré quien decida qué voy a hacer. ¿Está claro?\n\nÉl abre la boca para contestar pero no llega a hacerlo: desvía la mirada hacia la esquina, y al girarte tú ves al señor Schmidt allí parado y clavando los ojos en vosotros. Pero esto solo dura un segundo: echa a correr perdiéndose a hacia los otros edificios y al cabo de unos momentos aparecen otros dos hombres en su persecución; el que va detrás se detiene, os mira y gira para dirigirse hacia vosotros. \n\nEntonces te llevas otras sorpresa, al volverte hacia Otto de nuevo y darte cuenta de que te está apuntando con una pistola. Su aspecto vuelve a ser duro y frío, da miedo. \n\n- Está usted detenida. No se mueva o la mataré. \n\n<<choice "Capturada">>
- Está bien. Les diré todo lo que sé, pero les advierto que no es lo que esperan. \n\nUna mínima pausa. \n\n- Hable -dice el hombre frío. \n\nRespiras hondo. \n\n- De acuerdo. Mi nombre es Vanessa Ritter, soy traductora en la Oficina de Asuntos Exteriores del Gobierno de Inglaterra. \n\nEl interrogatorio es duro, pero tú eres una mujer fuerte: les cuentas todo lo que quieren saber dentro de lo que puedes contarles, pero omites el nombre de Kramer y no dices ni una palabra sobre tus instrucciones secretas de controlar a Schmidt. Tus superiores te asignaron temporalmente al ejército y te asignaron la misión de permanecer en Berlín hasta que llegara tu contacto para llevarlo de un sitio a otro, esto es todo lo que sabes. Les cuentas todos los detalles de tu permanencia en Berlín Este: qué hacías, a qué te dedicabas, la cafetería de Otto... Aunque nadie te pregunta por el garaje que usabas como piso franco y tú no lo mencionas. Te agarras a esta versión sin fisuras sabiendo que te va la vida en ello y cuentas con que, una vez comprueben que eres quien dices ser y que efectivamente fuiste transferida al ejército hace muy poco, se darán cuenta de que no eres la espía que buscan y has dicho la verdad, que eres solo un señuelo sin importancia y que el único valor que puedes tener para ellos es como moneda de cambio en las próximas negociaciones de intercambio de agentes con Occidente. \n\nLos interrogatorios se suceden durante días siempre repitiendo las mismas preguntas de mil y una formas diferentes. Entre las sesiones te encierran en tu celda sin muebles, duermes en el suelo y comes sobras que te dejan regularmente en una bandeja; después de un tiempo la comida mejora, te hacen menos preguntas y más generales, y llegado un momento tienes la impresión de que ya han comprobado tu versión y se han convencido de que dices la verdad porque parecen no prestarte apenas más atención. \n\nDespués de algún tiempo te trasladan a lo que parece una prisión, o más bien un complejo carcelario compuesto de celdas aisladas unas de otras. Te dejan respirar un poco de aire fresco una hora al día en un patio interior, pero jamás ves a nadie aparte de los guardias que te llevan desde tu celda hasta allí.\n\nPasan semanas, meses, hasta que por fin llega el momento: te traen ropa nueva, te dan una buena comida y una taza de café, viene una chica joven que siempre vigilada por un guardia te corta el pelo y las uñas, y cuando se han asegurado de que estás arreglada, duchada y perfumada te conducen hasta el garaje que está dentro del mismo edificio. Una vez allí te meten en la parte de atrás de una furgoneta sin que puedas ver el exterior: el camino dura al menos un par de horas, y cuando por fin te dejan salir ves que está anocheciendo y te encuentras en lo que parece la pista de un aeropuerto desierto excepto por una avioneta que espera algo más allá. Junto a ella hay un hombre que no reconoces. Los que te han llevado hasta allí te señalan hacia él para que te dirijas hacia donde está: así empiezas a hacerlo mientras los otros se marchan. \n\n- Señora Ritter -el hombre junto a la avioneta te alarga la mano para estrechártela, hablando inglés con un fuerte acento americano-. Mi nombre es Richard Hanley, agregado diplomático de los Estados Unidos. Me alegro de verla, dentro de poco estará usted en su país. Suba, por favor. \n\nEn el interior encuentras a una mujer y dos hombres, todos en silencio. Te miran cuando entras pero nadie dice nada; tú haces lo mismo, te sientas también y esperas. Bastante tiempo después aparece otro hombre más que os mira con la misma expresión con la que tú debiste mirar al grupo cuando subiste a la avioneta, y también se sienta sin hablar. Y tras esto los motores de la avioneta se ponen en marcha, el señor Hanley entra recogiendo la escalerilla y cerrando la portezuela, y se dirige a todo el grupo. \n\n- Damas y caballeros, en unos momentos despegaremos y nuestro destino final será la base militar aérea de Rammstein, en la ciudad de Kaiserlautern en Alemania occidental. Sus respectivos gobiernos están al tanto del traslado y allí sus representantes se harán cargo de cada uno de ustedes. \n\nHace una ligera pausa, y antes de sentarse añade: \n\n- Disfruten del vuelo, bienvenidos de vuelta a casa. \n\n\n''FIN''
- Buenas tardes, señora O'Donnell -saludas a la propietaria de la tienda al entrar. \n- Ah, buenas tardes, señorita Ritter -sonríe ella, siempre tan agradable-. Qué casualidad, no hace más de una hora que he estado hablando de usted. \n- ¿Y eso?\n- He atendido a un caballero muy amable que según parece tiene previsto mudarse a uno de los apartamentos junto al suyo. Me sorprendió porque vi ayer a la señora Hurley y no mencionó nada de que buscara nuevos inquilinos. \n- Oh. No... No lo sabía -te sorprende el comentario. Tus caseros tampoco te lo habían dicho a ti, lo cual es realmente extraño. \n- Bueno, olvidé preguntarle a este caballero su nombre pero seguro que siendo vecinos se verán pronto. Me preguntó por las personas que vivían en la casa; supongo que para asegurarse de que no hubiera mala gente, ya sabe. \n- Sí, claro -respondes con expresión pensativa.\n- Le hablé de usted y se mostró particularmente interesado por saber todo lo que pudiera decirle; le di las mejores referencias suyas, por supuesto. \n- Muchas gracias, señora O'Donnell. \n\n¿Tienes un nuevo vecino sin haber sabido siquiera que se había quedado algún apartamento vacío? ¿Quién se ha ido de la casa y cómo es que no te has enterado ni los Hurley habían hecho ninguna referencia a ello?\n\nLa señora O'Donnell no puede arte muchos más detalles, así que haces tus compras y algo después, ya cayendo la noche, sales de la tienda en dirección a tu casa. Vas distraída pensando en la conversación que acabas de tener cuando, solo unos metros antes de llegar al portal, levantas la vista y te quedas clavada en el sitio: ¡has visto cómo la luz en la habitación de tu apartamento acaba de apagarse! ¿Qué haces?\n\n<<choice "Echas a correr hacia tu apartamento">>\n\n<<choice "Llamas a la puerta de tus caseros">>\n\n<<choice "Buscas un teléfono para llamar a la policía">>
//A continuación encontrará aquí instrucciones y datos relativos a la siguiente fase de su misión: léalas atentamente, memorice toda la información y entonces destruya estas hojas. \n\nNo regresará a su apartamento en Berlín Este nunca más. Todos los efectos personales que haya podido dejar allí serán destruidos, y todos los que haya traído de nuevo a CASA deberá dejarlos en la bolsa que encontrará en el armario. Solo conservará su documentación y las llaves de su coche y de su piso franco; lo demás se quedará aquí sin excepciones. \n\nEncontrará usted dos juegos completos de ropa y complementos en el armario. Esta noche dormirá en CASA y mañana por la mañana la abandonará llevando puesto uno de los juegos, y el otro lo dejará en el maletero de su coche. Pasará el día moviéndose libremente por Berlín Oeste, y a partir de las 21 horas se dirigirá a la dirección que encontrará en el anexo a este documento y dormirá allí asegurándose de que al marcharse no quede rastro de su paso por ese lugar. Justo enfrente del mismo verá en la calle un cubo de basura vacío excepto por una bolsa grande: allí dejará de nuevo todas sus pertenencias excepto la documentación y las llaves, se habrá vestido con el segundo juego de ropa y complementos que llevará en el maletero, y por la mañana comenzará la siguiente fase de su misión. \n\nCuando amanezca se dirigirá de nuevo a CASA para recoger a su contacto: su nombre es Markus Schmidt y la estará esperando a las 8:30 de la mañana, para estar segura de ser puntual puede llegar unos minutos antes de esa hora pero no después. El señor Schmidt trabaja para una compañía colaboradora del consorcio médico al que usted pertenece y ha sido informado de que se le ha asignado un acompañante durante sus visitas profesionales.\n\nTiene usted dos tareas: la tarea A es la que conocerá el señor Schmidt y consiste en llevarle por el itinerario que encontrará detallado en el anexo a este documento, permanecer con él y asistirle durante las dos entrevistas que realizará y después de esto llevarlo de vuelta a CASA. La tarea B es alto secreto y nadie más que usted debe conocerla, y consistirá en controlar al señor Schmidt en todo momento y asegurarse de que se ciñe al plan previsto dentro del itinerario exacto, realiza sus entrevistas autorizadas y ninguna más, y tras esto regresa directo a CASA sin otras paradas. Una vez haya terminado su trabajo regresará a Berlín occidental e irá directamente al aeropuerto de Tegel: allí se sentará en cualquier sitio a su elección y alguien le entregará un billete de avión a cambio de sus documentos y su maletín. Tomará el vuelo que se le indique y con esto su trabajo habrá terminado. \n\nSiga sus órdenes al pie de la letra. Cualquier desviación del plan, intrusión externa, indicio de filtración de información al exterior o anomalía de cualquier tipo debe ser considerada una violación extrema de la seguridad y de la misma misión. Usted deberá tomar las decisiones oportunas para alcanzar sus objetivos o, si no fuera posible, como mínimo no revelar bajo ningún concepto información que se salga de su tarea A. Esto tiene máxima importancia y mantener el secreto es su principal prioridad a cualquier precio. Fin de las instrucciones.//\n\n<<choice "Esperando al enemigo">>
Pasa el tiempo y todo marcha según el plan. A base de conducir y caminar por las dos partes de Berlín vas empezando a entender la ciudad, y has llegado a un punto en que en todo momento sabes al menos en qué zona estás y si te pierdes en seguida encuentras una referencia para orientarte de nuevo. \n\nDesde que te llevaste la pistola pequeña del garaje te sientes un poquito más segura, aunque tomas muchas precauciones para que no la descubran: has encontrado un escondrijo perfecto bajo el lugar del acompañante en tu coche, hay que levantar una esquina del recubrimiento del suelo y solo se puede acceder a él haciendo el asiento al máximo hacia adelante y palpando hasta levantarlo con las uñas. En un registro tendrían que saber que está exactamente ahí o bien destornillar y sacar el asiento completo; los guardias de la aduana a veces se ponen más estrictos y hacen inspecciones en los vehículos, pero no llegarían a tanto. Es el lugar perfecto para esconder el arma y las llaves del garaje y de "casa".\n\nNo quieres dejar la pistola en el lugar donde vives por si alguien la registrara mientras tú no estás y tampoco quieres que te detengan con ella encima; así que durante el día la dejas siempre en el vehículo sabiendo que está ahí si la necesitaras, y por la noche te la llevas contigo a tu apartamento. Este es pequeño y discreto: solo tiene un dormitorio y en la cocina cabe una persona y no más, los muebles son un poco incómodos y la decoración prácticamente no existe, pero para el uso que tú le das es perfecto. Te lo encontraste con todo lo necesario para vivir incluyendo un armario lleno de ropa de tu talla exacta: prefieres no pensar en cómo averiguó Kramer tus medidas. Además de todo esto el edificio es un pequeño bloque de tres plantas, dos viviendas por cada una y tú vives en una de las del tercero. Un sitio tranquilo.\n\nLas cosas siguen su curso y un día te sucede algo curioso. Estás almorzando en un restaurante de Berlín Oeste, en una breve parada que has hecho para comer algo ligero mientras planeas el paseo que harás más tarde para conocer esa zona de la ciudad. La comida está algo sosa y te das cuenta de que no tienes un salero en la mesa, y levantas la vista para pedirle uno al camarero cuando pase; pero no llegas a llamarle, porque te llama la atención la pareja del fondo. Te quedas un momento mirándoles en silencio para inmediatamente volver a tu plato y seguir comiendo más despacio mientras piensas. \n\nAl hombre lo has visto antes. ¿Dónde? No estás del todo segura, pero... ¿No es ese el tipo con el que casi chocaste la semana pasada en aquella biblioteca en el Este? Haciendo memoria revives la situación: habías visitado el lugar porque, debido a tu trabajo en Londres como traductora, pensaste en echar un vistazo a ver qué libros tenían sobre gramática alemana. Buscando llegaste al pasillo equivocado, al volver sobre tus pasos casi llegando al principio tropezaste y estuviste a punto de caerle encima al hombre que en ese momento asomaba por la derecha; te disculpaste y seguiste tu camino sin pensarlo más, y no volviste a pensar en ello. Hasta ahora. \n\nPasan los minutos y empiezas a pensar que quizá estás en un error: la pareja charla tranquilamente mientras come y ninguno de ellos te mira ni siquiera un instante. En fin, dada tu situación quizá estés imaginando cosas. \n\nNo vuelves a ver a ese hombre en los días siguientes, pero hay dos veces más que tienes la misma sensación de reconocer caras en lugares que no pueden ser casuales. ¿Estás siendo vigilada? Pero no le ves el sentido: si alguien sospecha de ti ¿por qué no detenerte simplemente para interrogarte? Pasas la aduana con frecuencia y ni siquiera has notado que los guardias te presten más atención que a los demás, siempre encuentras tu apartamento como lo has dejado e incluso al dejar pequeñas trampas para saber si alguien ha movido determinados objetos nunca aparece nada ni un milímetro fuera de sitio. No notas que nadie te siga cuando conduces ni al caminar... Quizá sean todo figuraciones tuyas. \n\nPero esas caras... No podrías asegurarlo del todo, pero casi. Es imposible fijarse en todas y cada una de las personas con las que te cruzas a lo largo del día; sin embargo últimamente has estado tratando de poner la máxima atención y la última vez estás convencida de que la chica de la cabina telefónica era la misma persona que viste unos días antes mirando aquel vestido de entretiempo tan bonito en la tienda de ropa del Oeste. Si estás en lo cierto está claro, no puede ser casualidad: has oído todo tipo de historias sobre la Stasi, la temible policía secreta de la RDA, y tú podrías ser su objetivo. \n\nLe has estado buscando explicaciones a esta situación pero nada parece tener sentido: seguirte sin detenerte, ¿por qué? Si saben quién eres y qué estás haciendo debe ser porque tu contacto, el hombre al que esperas y que según Kramer es un agente enemigo, ya les ha dicho que estás allí; pero entonces también sabrán que tu misión ahora es simplemente esperar y que tú misma irás a recogerle cuando llegue el momento, no tiene mucho sentido colocar agentes para verte almorzar o dar paseos por la ciudad. Y si no saben nada ¿por qué estas coincidencias de caras conocidas?\n\nNo sabes qué está pasando pero no estás dispuesta a correr más riesgos que los imprescindibles: desde aquella primera vez has aumentado tus precauciones, conduces redoblando los esfuerzos para no ser seguida, sigues evitando el contacto con la gente y tienes los ojos más abiertos que nunca. \n\nUna mañana, después de haber circulado más de media hora haciendo de todo para asegurarte varias veces de que no hay nadie tras de ti, aparcas a unos quince minutos a pie de la cafetería; si te están espiando ya sabrán que cada día vas allí pero al menos nadie sabrá dónde has dejado tu vehículo. Caminas dando un rodeo hasta llegar por fin, te sientas y sonríes cuando Otto, el camarero del que ya sabes su nombre por habérselo oído a sus compañeros, te mira desde lejos como siempre con la mirada encendida y te hace un gesto de saludo. \n\nTe sientas cerca de la pared y finges despreocupación mientras observas a tu alrededor, cuando por fin la ves. Es ella, la chica de la cabina y la tienda de ropa. Ahora sí estás segura, te están vigilando. \n\nPor un momento se te acelera el corazón. La mujer tiene una taza en su mesa y parece absorta en el libro que está leyendo, pero no tienes ni la más mínima duda de que está allí por ti. Bajas la mirada tratando de disimular. \n\n- Bitte schön -te sorprende Otto con tu chocolate con las dos galletitas. Ha venido sonriendo como todos los días, pero cuando le has mirado se le ha quedado congelada la sonrisa. \n- Danke -dices con sequedad. \n\nOtto parece sorprendido pero en principio no dice nada; sin embargo, después de darse la vuelta y alejarse un paso, se vuelve a girar hacia ti. \n\n- Discúlpeme. ¿Se encuentra bien? - Dice. Se le nota nervioso. \n- Sí, gracias -sonríes brevemente pero con frialdad-. Estoy bien. \n- Si necesita algo llámeme, por favor.\n\nNi siquiera respondes, asientes sin más.\n\nSe aleja dándote la impresión de sentirse inseguro. Por un momento te da lástima por él, probablemente ahora estará como si le hubiera caído un jarro de agua fría por encima; pero ahora mismo tienes otros problemas más importantes en los que pensar que el flirteo de la mañana. Y tus preocupaciones no han hecho más que empezar. \n\nRevuelves el chocolate con la cucharilla mientras la cabeza te trabaja a toda presión. ¿Qué debes hacer? Ante todo mantener la calma. Ahora sabes lo que antes sospechabas, pero de resto la situación no ha cambiado: sea quien sea que te vigila no debes salirte de...\n\nDe repente todos tus pensamientos se interrumpen ante otra sorpresa aún mayor. ¡La pareja de azul! Estabas tan absorta en la chica que no habías reparado en ellos: están al otro lado del local, ella hablando despreocupadamente con su taza en la mano y él escuchándola con la gorra puesta como si nada. No hay confusión posible, es tu señal. Ha llegado el momento de pasar a la acción, ir a "casa" y recoger tus nuevas instrucciones. \n\nDadas las circunstancias te encuentras en una encrucijada. Tus órdenes son dirigirte al Oeste y acceder a casa en algún momento del día; pero también te quedó claro que debes evitar a cualquier potencial agente enemigo llegando incluso a matarlo si es preciso. Bien, pues tienes a una potencial agente enemiga sentada a unos metros tomando un café y leyendo un libro. Eso sin contar con la posibilidad de que no esté sola, no parece que sea el caso pero no podrías asegurarlo. Algo hay que hacer. \n\nMientras piensas buscando soluciones recorres involuntariamente con la mirada el resto del local y te das cuenta de que Otto, que está detrás de la barra secando unos vasos, te lanza miradas de soslayo. No podrías decir si se le ve preocupado o decepcionado, pero ahora mismo no estás para pensar en eso... Aunque te ha dado una idea: en la parte de atrás, cerca de los baños, has visto a veces que hay una puerta por la que entran las mercancías y que debe dar a algún tipo de callejón. Hay una llave aunque no sabes dónde la guardan, pero Otto sí. \n\nDespués de descartar otras posibilidades se te ocurren tres maneras de actuar. Puedes entablar conversación con Otto y convencerle de que te deje salir por la puerta de las mercancías; de todas formas no tienes que volver por allí y le verás nunca más, aunque tampoco te gusta depender de él ni tampoco meterle en problemas como seguramente sucederá cuando hayas escapado. Pero la segunda solución tampoco es ideal: tienes una pistola escondida en el coche, puedes dirigirte a un lugar apartado y tender una emboscada a la mujer del libro, a quien vaya con ella o a quienquiera que sea el que vaya tras tus pasos. ¿Serás capaz? Crees que sí. Por último, si tus vigilantes son varios seguramente será difícil despistarles a pie pero en coche ganarías posibilidades: podrías buscar la oportunidad y hacer alguna maniobra arriesgada para perderles, aunque dejarás en evidencia que sabes que te siguen y si conducir alocadamente hiciera que la Policía te detuviera pondrías en serio peligro la misión que es lo prioritario. \n\nNo hay decisiones fáciles. ¿Qué haces?\n\n<<choice "Hablas con Otto para tratar de escabullirte por detrás">>\n\n<<choice "Recoges tu arma y tenderás una emboscada a tus perseguidores">>\n\n<<choice "Tratarás de escapar en coche">>
Están cometiendo un error: sea quien sea a quien buscan se están equivocando de persona. Mi nombre es Adriana Slowinska, soy empleada de un consorcio médico internacional en el que participa la República Democrática de Alemania y mi trabajo consiste en trasladar muestras y documentación entre hospitales. Se me asignó la tarea de acompañar hoy a un representante de una compañía del Oeste en sus visitas y no sé nada más. \n\nHas dicho esto tratando de hablar con total aplomo y parecer convincente, pero mentalmente estás preparada para que en cualquier momento otro golpe te deje sin aire. Sin embargo sucede algo distinto: mientras hablabas has escuchado el sonido de una puerta a tu espalda y justo al terminar unos golpes sordos y ruidos de algo rompiéndose. Todo sucede muy rápido, no sabes lo que está pasando. \n\nTe quedas en silencio esperando sin saber qué va a pasar a continuación. A tu izquierda escuchas un tintineo metálico, quizá unas llaves; tras esto alguien empieza a abrir las esposas de tus muñecas. Lo que sucede a continuación te deja estupefacta. \n\nYa con libertad en las manos, y mientras empiezas a mover los brazos entumecidos, notas que alguien te quita la capucha y por primera vez puedes ver la escena que te rodea. A un lado a tus pies un hombre corpulento tirado en el suelo bocabajo con una pistola en la mano, dejando asomar bajo su costado el borde de un charquito de sangre; frente a ti otro hombre sentado en el suelo con la espalda apoyada en la pared, al parecer muerto de dos disparos en el pecho. Un escritorio con papeles, en el suelo entre este y el hombre corpulento una lámpara rota, al otro lado una mesita de ruedas con jeringuillas y lo que parecen herramientas quirúrgicas...\n\n... Y en pie ante ti la persona que te ha liberado. \n\n- Hay que darse prisa, no hay tiempo -dice Otto. Lleva guantes negros y una pistola con silenciador.\n- Pero qué...\n- Espere aquí hasta que yo le diga -te corta mientras avanza hacia la puerta, y desaparece por el pasillo. \n\nTe pones en pie y en ese momento te paras un instante recordando algo: miras atrás, das un paso para recoger la pistola del hombre muerto en el suelo, la encajas en la cintura de tu falda por la espalda comprobando que queda tapada y no se ve, y entonces te diriges hacia la puerta. \n\nOtto ha desaparecido. Te dijo que esperaras y dadas las circunstancias no crees que tengas ninguna opción mejor. Pasan un par de minutos cuando ves que reaparece al otro lado del pasillo... Con Markus Schmidt junto a él. Te hace una seña para que les sigas, Schmidt se queda allí esperándote mientras Otto señala a una puerta y se marcha hacia el otro lado. \n\n- Vamos -el hombre se dirige a la puerta y al abrirla véis unas escaleras-. Hay que subir por ahí. \n- ¿Y Otto?\n- Nos ha despejado el camino. \n\nEfectivamente eso parece, porque en el piso superior pasáis junto al cuerpo de un hombre tirado en el suelo sobre un charco de sangre. Otra puerta, otro pasillo, unas escalerillas, la última puerta más y estáis en la calle en medio de la noche cerrada y con la única luz de las farolas cercanas. Schmidt mira a ambos lados y ambos echáis a correr perdiéndoos entre las calles. \n\n- No se pare -dice mientras corre-. La vigilancia exterior está neutralizada pero según su amigo en un par de minutos se dará la alarma y tendremos a toda la Stasi buscándonos por Berlín. \n- ¿Esa gente era de la policía secreta? ¿Otto también? ¿Y usted?\n- Tenemos que pasar al Oeste cuando antes o nos matarán -responde-. Según su amigo tenemos que ir directos a un garaje que usted conoce. \n- No sé a qué se refiere -desconfías. \n- Otto me advirtió de que no me creería hasta que viera el coche. También me dijo que el portón está abierto y que la maza del sótano está en el maletero. \n\nSus palabras te sorprenden, y aún más cuando llegáis hasta un coche que resulta ser el que tenías preparado en el garaje que usabas de piso franco. Está claro que Otto conoce el lugar, y dadas las circunstancias no tienes más opción que seguir sus instrucciones.\n\n- ¿Es este? -señala Schmidt al acercaros al vehículo. \n- Sí -dices mientras compruebas que la puerta está abierta y entráis. \n\nLas llaves están puestas también. Arrancas y os ponéis en marcha en silencio hasta que tú hablas al cabo de un par de minutos. \n\n- Esto era parte de un plan pensado hace tiempo, ¿no es así?\n- ¿A qué se refiere?\n- A todo esto. Esta fuga. No sé dónde he estado exactamente, pero no me creo que una prisionera de la policía secreta de Alemania Oriental se pueda escapar tan fácilmente y simplemente con la ayuda de un tipo que se dedica a visitar hospitales y un asesino con una pistola y silenciador. \n\nPor unos segundos el hombre no contesta, parece pensar antes de hablar. \n\n- No se preocupe, en un momento aclararemos las cosas. Usted tiene algunas preguntas que responder. \n\n<<choice "¿Confías en él?">>
- Están cometiendo un error: sea quien sea a quien buscan se han equivocado de hombre. Mi nombre es Markus Schmidt, soy ciudadano de la República Federal Alemana y estoy en Berlín Oriental por un asunto de negocios. Soy un ejecutivo de una empresa de tecnología médica de primera línea mundial y un profesional conocido y respetado. Y les aseguro que cuando el Gobierno de mi país se entere de lo que me han hecho alguien va a pagar por lo ocurrido. \n\nHas dicho todo esto tratando de hablar con total aplomo y parecer convincente, pero mentalmente estás preparado para que en cualquier momento otro golpe te deje de nuevo en el suelo y que comience el calvario que acabará con el resto de tu vida en prisión. Sin embargo sucede algo distinto: justo al terminar las últimas palabras escuchas a tu espalda el sonido de una puerta, unos golpes sordos, y luego ruidos de algo rompiéndose. Todo sucede muy rápido, no sabes lo que está pasando. \n\nTe quedas en silencio esperando sin saber qué va a pasar a continuación. A tu izquierda escuchas un tintineo metálico, quizá unas llaves; tras esto alguien empieza a abrir las esposas de tus muñecas. Lo que sucede a continuación te deja estupefacto. \n\nYa con libertad en las manos, y mientras empiezas a mover los brazos entumecidos, notas que alguien te quita la capucha y por primera vez puedes ver la escena que te rodea. A un lado a tus pies un hombre corpulento tirado en el suelo bocabajo con una pistola en la mano, dejando asomar bajo su costado el borde de un charquito de sangre; frente a ti otro hombre sentado en el suelo con la espalda apoyada en la pared, al parecer muerto de dos disparos en el pecho. Un escritorio con papeles, en el suelo entre este y el hombre corpulento una lámpara rota, al otro lado una mesita de ruedas con jeringuillas y lo que parecen herramientas quirúrgicas...\n\n... Y en pie ante ti la persona que te ha liberado. \n\n- Rápido, tenemos que salir de aquí cuanto antes -dice la señora Slowinska. \n- Pero qué...\n- No hay tiempo, acompáñeme -apremia la mujer ya avanzando rápidamente hacia la puerta. Desde ella te hace una seña para que le sigas-. ¡Deprisa! \n\nTe pones en pie y cuando empiezas a seguirla desaparece por lo que parece un pasillo. Pero te paras un instante recordando algo: miras atrás, das un paso para recoger la pistola del hombre corpulento muerto en el suelo, metes el arma en tu bolsillo y ahora sí vas tras la señora Slowinska. \n\nUna nueva sorpresa cuando ves quién está con ella al otro lado del pasillo: ¡el camarero de la cafetería! Traje gris, guantes negros y una pistola con silenciador: su aspecto no tiene nada que ver con el que tenía cuando lo viste por primera vez. \n\nMientras él se aleja hacia el otro lado del pasillo donde estáis, la mujer te hace una seña con mucha urgencia. Al acercarte a ella abre una puerta tras la que ves unas escaleras. \n\n- Vamos -dice, y la sigues cuando empieza a subir. \n- ¿Y ese hombre?\n- Nos ha despejado el camino. \n\nEfectivamente eso parece, porque en el piso superior pasáis junto al cuerpo de un hombre tirado en el suelo sobre un charco de sangre. Otra puerta, otro pasillo, unas escalerillas, la última puerta más y estáis en la calle en medio de la noche cerrada y con la única luz de las farolas cercanas. La señora Slowinska mira a ambos lados y ambos echáis a correr perdiéndoos entre las calles. \n\n- No se pare -dice mientras corre-. La vigilancia exterior está neutralizada pero en un par de minutos se dará la alarma y tendremos a toda la Stasi buscándonos por Berlín.\n- ¿Esa gente era de la policía secreta? ¿Su amigo también?\n- Tenemos que pasar al Oeste cuanto antes o nos matarán. \n\nCallejeáis poco más de un minuto más corriendo tan rápido como os es posible hasta llegar a un coche que resulta estar abierto. Debía estar preparado, porque la mujer entra directamente en el asiento del conductor y mientras tanto tú ocupas el del acompañante sin pararte a hacer más preguntas. En un momento estáis en marcha. \n\n- Esto era parte de un plan pensado hace tiempo, ¿no es así? -Preguntas por fin. \n\nLa señora Slowinska no desvía la vista del camino. \n\n- ¿A qué se refiere?\n- A todo esto. Esta fuga. No sé dónde he estado exactamente, pero no me creo que un prisionero de la policía secreta de Alemania Oriental se pueda escapar tan fácilmente y simplemente con la ayuda de una mujer y un tipo con una pistola. \n\nPor unos segundos se hace el silencio; la mujer parece pensar antes de hablar. \n\n- No se preocupe, en un momento aclararemos las cosas. Usted tiene algunas preguntas que responder. \n\n<<choice "¿En quién confías?">>
En el coche se produce un absoluto silencio mientras cruzáis Berlín Oeste de camino al Muro. Ver al otro lado de la ventanilla a toda esa gente normal llevando vidas normales te da que pensar: ¿cuántos de ellos serán realmente ciudadanos comunes, y cuántos tendrán algo que ver con el espionaje? Berlín es el centro del mundo político y el eje de la Guerra Fría, lo que sucede en esta ciudad afecta al mundo entero; pero esta mañana estás conduciendo con un agente enemigo que probablemente lleva material ultrasecreto hacia el otro lado del Telón de Acero, y al mirar alrededor parece que allí no pasa nada. \n\nAl cabo de un rato llegáis por fin a la cola de vehículos para pasar a Berlín Este. Seguro que ahora no habrá problemas, pero tal como van las cosas dudas de que todo sea tan sencillo cuando intentes volver. \n\n- Creía que sería más difícil cruzar de un lado a otro -dice Schmidt como si nada de lo que pasa fuera con él. \n- Depende -decides seguirle la conversación-. Hay días en los que los controles son muy exhaustivos; hoy todo parece en calma. \n\n//De momento.//\n\nNada más superar la aduana notas que el hombre se queda mirando al impresionante edificio de piedra de color claro junto al que pasáis. \n\n- La embajada soviética -dices, volviendo a tu papel de guía-. Moscú deja claro quién manda aquí. \n- Todo Berlín Este es así?\n- No, en absoluto -le lanzas una breve mirada: ¿qué hay de curiosidad y qué de ponerte a prueba?-. Al alejarnos del centro notará que esta parte es más pobre. \n- Lo que se dice de la URSS es cierto, entonces. \n\nTe pone a prueba. No te dejarás sonsacar tan fácil.\n\n- ¿Qué se dice?\n- Bueno... Ya sabe, que el nivel de vida es peor y hay más pobreza que en Occidente. \n- ¿Habla de los rumores que se comentan en Hannover, señor Schmidt? ¿O ha estado alguna vez en algún país soviético?\n- Esta es mi primera vez. Espero volver a casa contento con mi visita. \n- Quizá le guste y decida regresar. \n\nEl tipo sonríe y notas que la tensión entre ambos se relaja un poco. \n\n- Es posible, nunca se sabe. Seguro que hay muchas cosas que descubrir por aquí. \n\nSeguís avanzando por Berlín oriental y se ve a Schmidt absorto en el paisaje urbano. Sin embargo al cabo de un rato habla de nuevo. \n\n- ¿Conoce el lugar al que nos dirigimos?\n- La Augenklinik Berlin. Está en el distrito de Marzahn; es parte de un gran complejo hospitalario llamado Unfallkrankenhaus Berlin pero la clínica está en un edificio aparte, en una zona más tranquila. \n- Comprendo -es lo único que responde, y vuelve a perderse en sus pensamientos. \n\nConocías de pasada la zona y habías visto de lejos el complejo hospitalario pero esta es la primera vez que accedes a él. Al llegar tu impresión es la de que es una mole monstruosa y poco acogedora; pero la Augenklinik resulta ser un pequeño edificio a un par de cientos de metros del recinto principal, localizado en un rincón muy bonito y rodeado de vegetación. Por allí hay lo que parecen algunos bloques de viviendas, y algo más lejos distingues un amplio parque. \n\nDejáis el coche cerca de la entrada; Schmidt sale primero y tú te dispones a hacer lo mismo cada vez con más dudas en la cabeza. Él ahora tiene aspecto de tranquilo y confiado, está en su terreno y sabe que aquí él tiene la ventaja y no va a pasarle nada; pero ¿y tú? Hay que admitirlo, aquí no tienes nada que te respalde. Estás a merced de las circunstancias. \n\n//Es la hora de la verdad, vamos allá.// Respiras hondo y sales del coche. El espía está dándote la espalda, observando en silencio la entrada de la clínica; tú te giras un momento para echar un vistazo a los alrededores cuando de repente ves algo que te deja helada. \n\nNo puedes creerlo: ¡es Otto! Está a cierta distancia junto a unos árboles que hay de camino a uno de los edificios de viviendas cercanos y ahora lleva un traje gris, pero no tienes ni la más mínima duda de que es él y os está observando. \n\nTe sientes como si hubieras caído directamente en una jaula y estuvieras totalmente perdida, cuando Otto hace algo que te sorprende aún más: se lleva un dedo a la boca indicando silencio y te hace un gesto apremiante para que le sigas. Tras esto desaparece tras los árboles. \n\nTras quedarte mirando unos segundos hacia ese lugar ahora vacío, y totalmente sorprendida por lo que acabas de ver, te giras lentamente y encuentras a Schmidt que se ha vuelto y te mira con gran extrañeza. No hay tiempo para pensar, ¿haces como si no hubiera pasado nada y le sigues al interior de la clínica o le dices que vaya delante y te quedas fuera? Decide y hazlo rápido. \n\n<<choice "Entráis en la clínica">>\n\n<<choice "Le dices que entre él y no le sigues">>
Sin pensártelo dos veces echas a correr hacia tu apartamento. Subes las escaleras saltando los escalones de dos en dos, y al llegar a la puerta haces un segundo de pausa para respirar hondo: tu corazón late con fuerza, la adrenalina te recorre todo el cuerpo y estás preparado para todo. Introduces la llave en la cerradura con sigilo para no alertar a quien quiera que esté ahí dentro y en ese momento escuchas sonar el teléfono; tomas impulso y...\n\n- ¡¿Qué está pasando aquí?!\n\nIrrumpes en el apartamento con decisión, y lo primero que ves son los cajones abiertos de uno de los muebles del cuarto de estar, y a un desconocido junto al teléfono que aún suena: se ha quedado petrificado mirándote con la boca abierta por la sorpresa, momento en que tú avanzas unos pasos para aprovechar tu momentánea ventaja y acorrararle. \n\n- ¿Quién es usted? ¡No se mueva!\n\nTodo transcurre tan rápido que no te da tiempo a reaccionar: percibes que el intruso desvía un ligerísimo instante la mirada a un punto detrás de ti y a la derecha, más o menos hacia donde está la puerta que da al dormitorio; intuyes el peligro demasiado tarde, y no te da tiempo a protegerte cuando lo último que sientes es un fuerte golpe en la nuca antes de perder el conocimiento. \n\n<<choice "Al despertar">>
Aún no puedes creer todo lo que está sucediendo. Hace nada llevabas una vida normal y tenías un trabajo normal en Londres, y en este momento estás caminando a media mañana por las calles de Berlín Oeste con un hombre prácticamente desconocido que además resulta ser un espía, para enfrentarte a una misión de la que lo único que sabes es que incluye peligro. Kramer pasea con total tranquilidad mientras tú no dejas de mirar a todas partes muy impresionada: esto está sucediendo, es real. \n\nEl coronel se detiene para mirarte un momento a los ojos y comienza a hablarte en alemán. \n\n- A partir de este momento su nombre completo es Adriana Slowinska; recibirá información detallada sobre su identidad, que mantendrá desde ahora hasta que vuelva a poner los pies en Londres. Hablará exclusivamente en alemán o polaco y fingirá no comprender el inglés cuando alguien le hable en su idioma, incluso aunque ese alguien sea yo. ¿Lo ha comprendido?\n- Perfectamente -contestas en alemán también. \n- Bien. \n\nKramer vuelve a mirar al frente relajadamente mientras camináis por entre los edificios de aspecto centroeuropeo tan característicos del país; aquí y allá se ve gente aparentemente normal y corriente caminando, hablando, entrando y saliendo de las tiendas. Es increíble: hace solo unos días ni se te habría pasado por la cabeza que estarías viendo con tus propios ojos lo que ahora tienes delante de ti. \n\n- Nos encontramos en el distrito de Spandau, en el sector británico de Berlín Oeste -continúa el coronel siempre en alemán-; un poco lejos del centro, pero es la única parte de la ciudad en la que podemos pasear tranquilamente sabiendo que nadie nos vigila. Además el lugar tiene sus atracciones turísticas, dentro de un momento le enseñaré alguna de ellas. \n- Supongo que el trabajo que tengo que hacer será en algún sitio menos agradable -comentas. \n- No crea -sonríe Kramer-, Berlín Este tiene también lugares interesantes. \n\nBerlín Este: se te encoge el estómago al escucharlo. Tu interlocutor sigue hablando, en apariencia con despreocupación. \n\n- Su tarea en esta misión será sencilla. Permanecerá por un tiempo indeterminado viajando por ambos lados de Berlín, familiarizándose con la ciudad para conocerla y orientarse en ella lo mejor posible. Cuando llegue el momento adecuado recibirá instrucciones para acompañar a una persona a hacer unas visitas profesionales: usted será la guía que le llevará de un sitio a otro y permanecerá a su lado durante ese día, nada más. No debería haber ningún problema y una vez hecho esto simplemente volará de regreso a casa. \n- Dicho así no parece nada especial. Cualquiera podría hacerlo. \n- Créame, //Frau Slowinska//, no es así. Encontrarla, investigarla y llegar a la conclusión de que era usted la adecuada para este trabajo fue algo extraordinariamente difícil; la preparación de todo esto ha llevado mucho tiempo y esfuerzo. La importancia de esta misión es enorme. Repito, enorme -al insistir en la palabra vuelve a mirarte con expresión grave, para continuar mirando hacia delante. \n- Comprendo. \n- No, no lo comprende. Esto es tan importante que ni siquiera puedo arriesgarme a confiar en mis colaboradores más fieles, y por eso de la actuación de una novata como usted dpenderán años de trabajo y miles de vidas humanas. Si comete un error o si las cosas salen mal las consecuencias pueden ser tan terribles como para cambiar la Historia de los próximos veinte años y el equilibrio de poder en toda Europa. Así de enorme es de lo estamos hablando, //Frau Slowinska//: ¿se hace ahora una idea?\n\nTe cuesta hablar después de lo que acabas de escuchar. \n\n- De hecho... Ahora creo que hacerme una idea de verdad es imposible. \n\nEl coronel sonríe. \n\nEntonces es en este momento cuando empieza a comprenderlo. No se preocupe: preste absoluta atención a sus instrucciones, limítese a seguirlas al pie de la letra y no haga locuras. \n\nLa calle llega hasta un parque florido por el que ves lo que te parece un canal o quizá un río pequeño; la zona te parece realmente preciosa, no imaginabas Berlín como una ciudad con rincones tan agradables. Seguís paseando a ritmo tranquilo. \n\nAl otro lado del río se ve lo que parece una fortificación, bastante imponente. Kramer mira hacia allí.\n\n- La ciudadela de Spandau -señala-. Construida entre los siglos trece y dieciséis, de gran valor histórico y arquitectónico. \n\nSeguro que el edificio tiene mucho interés, pero tú te mantienes en silencio dándole vueltas a la misión. Seguís caminando así unos minutos y poco después llegáis al límite del parque y os internáis en una calle de lo que parece un barrio residencial. Entonces el coronel habla de nuevo. \n\n- Dentro de un momento nos separaremos. Pasará la noche en una pensión de aquí cerca y tendrá la oportunidad de memorizar la información que encontrará allí; mañana por la mañana abandonará la habitación y la misión comenzará para usted. En el futuro recordará ese lugar como "casa": cuando reciba el aviso irá a casa a recoger a la persona a la que acompañará en su recorrido por la ciudad. \n\nKramer hace una ligera pausa antes de continuar con tono más grave. \n\n- Esta persona... Es mejor que lo sepa desde ahora: se trata de un agente doble, trabaja para el enemigo. \n- ¡¿Un...?! -Empiezas, pero el coronel te interrumpe con un gesto. \n- Tranquila, //Frau Slowinska//, él ni siquiera llegará a saber nada de su auténtico trabajo en todo esto. \n- ¿Y cuál es mi auténtico trabajo?\n- Ser su sombra en todo momento. Asegurarse por todos los medios de que no se sale del plan, controlar sus movimientos y no permitir bajo ningún concepto que se desvíe de su ruta o que haga contactos no previstos; y además hacerlo sin que sospeche que desconfiamos de él. Por la información que le habremos dado estará convencido de que usted será una simple conductora asignada para acompañarle, de manera que no se salga de su papel y no hable más que lo imprescindible. ¿De acuerdo?\n- De acuerdo. \n- Perfecto. Una última cosa. \n\nSe detiene y respira hondo antes de continuar. \n\n- Como le he dicho su misión es importante pero sencilla, y todo saldrá bien. Sin embargo debemos estar preparados para cualquier eventualidad; ¿comprende a qué me refiero?\n- Se refiere a si las cosas salen mal. Me hago una idea muy clara.\n- Se lo voy a resumir en pocas palabras: si por cualquier razón algo sucediera y fuera capturada, sobre todo mantenga el silencio a cualquier precio. Bajo ningún concepto debe decir ni una palabra de esto, ¿entiende bien lo que quiero decir? Pase lo que pase. Repito: pase-lo-que-pase -insiste-. Recuerde por qué usted es única para hacer este trabajo: ahora mismo es muchísimo lo que depende de sus actos.\n\nNotas la garganta seca por la tensión; tragas saliva antes de responder. \n\n- Tampoco tendría mucho que decir. En realidad no sé nada. \n- Mejor así, //Frau Slowinska//. Mejor así.\n\nSonríe, señala hacia adelante y se pone a caminar en dirección contraria. \n\n- Habitación número 4; la llave está en un pequeño bolsillo en la cara interior del dobladillo de su vestido. Eche un vistazo debajo del armario -tras esto se aleja sin mirar atrás. \n\nMiras hacia donde ha señalado. "Spandauer Gasthaus": el lugar donde dormirás esta noche, si puedes dormir. \n\n<<choice "Casa">>
Se acabó. No te lo piensas más: de repente simplemente te das la vuelta y echas a correr a toda velocidad. \n\n- ¡Eh! -Escuchas la voz de la señora Slowinska por última vez.\n\nCorres y corres todo lo que puedes pasando calles, doblando esquinas, cruzando pasajes entre edificios e ignorando a la gente que se te queda mirando al pasar junto a ellos. Al cabo de un rato, cuando ya has llegado al límite de tus fuerzas y además estás seguro de que es imposible que alguien te haya seguido con todo lo que has hecho, te paras a recuperar el resuello en lo que parece una estrecha calle peatonal.\n\nTe ocultas en la entrada de un portal esperando por si aparece alguien tras de ti, pero pasan los minutos y solo ves salir a una señora muy mayor de lo que parece una tienda algo más adelante y que se pierde hacia el otro lado dándote la espalda. Si alguien te busca te ha perdido.\n\nPor fin te pones en marcha. Lo primero que haces es entrar en una tienda de ropa, y cambias tu indumentaria por un pantalón de pana, jersey y cazadora, y añades al conjunto una gorra que te da cierto aspecto de trabajador manual o de obrero: pareces totalmente otro hombre, muy diferente al que entró en la tienda de traje. Sales así vestido llevando las prendas formales en una bolsa, que tiras en el primer cubo de basura que encuentras. \n\nA partir de aquí lo tienes claro: encontrar la embajada, identificarte como ciudadano británico y volver a casa. \n\n...\n\nHan pasado ya algunas semanas. Llegaste a Londres sin muchos problemas una vez se verificó tu identidad en la embajada. El hecho de que nadie te preguntara qué demonios estabas haciendo en Berlín y cómo habías llegado allí te sugiere que Kramer tuvo algo que ver en mantener la discreción en todo aquel asunto, pero el caso es que ni entonces ni posteriormente has vuelto a tener noticia de él. Simplemente aterrizaste en el aeropuerto, llegaste a tu apartamento, al día siguiente te reincorporaste a tu trabajo como si solo hubieras faltado unos días por enfermedad, y nada más.\n\nNo te resulta difícil no hablarle de ello a nadie y de hecho tampoco te paras mucho a pensarlo tú mismo, aunque algunas veces te sorprendes mirando al vacío imaginando qué hubiera podido pasar de haber continuado la misión. Tú eras piloto, entraste en el ejército para servir a tu país y siempre pensaste que estabas hecho de una pasta especial; quizá aquel golpe en el oído fue después de todo una suerte, y aquellos dolores de cabeza resultaron la excusa perfecta para no admitir que habías apuntado demasiado alto... \n\nNunca lo sabrás, nunca volverás a hacerte esas preguntas. Teniente Holzmann, oficial de comunicaciones en un puesto aburrido de una central secundaria del sur de Londres; ese es el mundo al que realmente perteneces y en el que te quedarás. \n\n\n''FIN''
Recorréis unos metros más por una agradable calle que se cruza con una avenida en la que encuentras el Franziskus Krankenhaus. Es un gran edificio de ladrillos rojos que llama la atención entre el entorno, pero no tiene el aspecto frío y aséptico que habías pensado: más bien parece un lugar de acogida, al verlo nadie imaginaría que allí se pudieran llevar a cabo labores de espionaje. \n\nLa puerta a la que os dirigís está junto a la esquina del edificio. Por un momento dudas de si deberías entrar solo o dejar que la señora Slowinska te acompañara: no tienes instrucciones al respecto, pero no te parece buena idea dejar que una agente enemiga sepa quiénes colaboran con el servicio de Inteligencia británico. \n\n- ¿Me espera usted aquí? -dices.\n- Mis instrucciones son acompañarle en todo momento -notas que la mujer está tensa.\n- De acuerdo -respondes. De haber sido algo importante Kramer te hubiera advertido al respecto. \n\nAl entrar lo primero que te sorprende es ver a una monja tras el mostrador de recepción. Tras ella, en la pared, hay una placa con el símbolo de la cruz y sobre esta unas manos con agujeros en el centro en clara referencia cristiana, y las palabras "PAX ET BONVM" enmarcando la composición. \n\n- Buenos días, ¿puedo ayudarles?\n- Tenemos una cita con el doctor Werthner, de oftalmología. \n- Un momento, por favor -la monja sonríe cálidamente antes de desaparecer por una puerta lateral.\n\nEn los breves momentos en que esperáis miras de soslayo a tu contacto; ella permanece en silencio y parece concentrada en sus pensamientos hasta que la monja reaparece.\n\n- ¿Ustedes vienen juntos?\n- Sí -responde inmediatamente la señora Slowinska. \n- Comprendo. El doctor Werthner les espera en su despacho: por este pasillo encontrarán las escaleras, suban hasta la segunda planta y justo enfrente verán la indicación hacia Oftalmología. \n- Gracias -asientes. Al poneros en marcha observas cómo la monja vuelve a entrar inmediatamente en la estancia contigua. \n\nPoco después estáis llamando a la puerta del despacho del doctor Werthner. \n\n- Adelante -escuchas desde el otro lado. \n\nAbres la puerta justo en el momento en que el hombre que ocupa la habitación está colgando el teléfono de su escritorio y se pone en pie para recibiros. Es un hombre alto y delgado, de piel y cabello claros. \n\n- El señor Schmidt, supongo -alarga la mano para estrechártela con una amable sonrisa, pero cuando desvía la mirada hacia la señora Slowinska notas en él una calculada reserva-. Le esperaba, aunque no sabía que vendría acompañado. \n- Encantado, doctor Werthner. Esta es la señora Slowinska, mi guía durante mi estancia en Berlín. \n- Claro, comprendo -el doctor amplía su sonrisa al estrechar la mano de la mujer, pero su mirada revela recelo-. Tomen asiento, por favor. Creo que tiene usted material interesante que enseñarme, ¿no es así, señor Schmidt?\n\nMomentos después ya estás abriendo el maletín y sacas la documentación técnica para dársela al doctor. Este observa los papeles con fingida atención. \n\n- Excelente, excelente. Veo que en su empresa no exageraban, sus equipos son lo más avanzado del mercado. \n- Me alegro de que esté satisfecho -tratas de mostrar una sonrisa que parezca natural. \n- Esperen unos minutos, por favor. Quiero mostrar este material a mis colaboradores. \n\nEl doctor Werthner sale del despacho llevándose los papeles y dejándote a solas con tu contacto. Unos instantes después te giras hacia la señora Slowinska.\n\n- Parece que el doctor no esperaba que viniera usted conmigo.\n- No sé qué le habrían dicho a él -responde la mujer muy seria-. Mis instrucciones son muy claras. \n\nTras esto se hace el silencio. Desde luego lo que parece que ella tiene claro son sus objetivos, mientras que tú por el momento no tienes más remedio que dejarte llevar. Te sientes en desventaja, aunque al pensarlo llegas a la conclusión de que al menos tú sabes para quién trabaja en realidad tu contacto mientras que ella no tiene ni idea de tu verdadera misión. Algunas de las cosas que han pasado hasta ahora te tienen preocupado, pero Kramer te dijo que para la señora Slowinska tú no eres nadie importante y esperas que siga pensando así. \n\nNo pasa mucho tiempo antes de que el doctor Werthner reaparezca. \n\n- Disculpen la espera. Aquí tiene de nuevo su documentación, señor Schmidt; puede quedársela, esperaré el dossier completo de su empresa para presentárselo a la dirección del hospital. Aunque debo decir que mi primera impresión ha sido muy buena -sonríe de nuevo.\n\nCuando recibes los papeles no tienes más que medio segundo para ojearlos antes de guardarlos de nuevo en el maletín. A primera vista parecen exactamente los mismos que has traído, si hay algún cambio no se nota en absoluto. Ya no queda nada más que hacer allí: os despedís brevemente y en seguida la señora Slowinska y tú abandonáis el despacho y el hospital para dirigiros caminando de nuevo hacia el coche. \n\nDe camino, pasando cerca de la cafetería de antes, de repente te detienes. \n\n- Espéreme en el coche -dices. \n\nTu contacto parece sorprendida, pero no dice nada mientras tú caminas unos pasos hacia los ventanales de la cafetería. Echas un vistazo al interior: todo sigue como lo habías dejado hace un rato, pero ya no ves a aquel camarero de antes. Te quedas un poco más esperando por si vuelve a aparecer hasta que llegas a la conclusión de que, quienquera que fuera ese hombre, ya no está allí.\n\nPor fin vuelves al coche, en el que la señora Slowinska te espera mirándote interrogante; sin embargo no te pregunta por qué has ido a echar ese vistazo sin venir a cuento, lo que te confirma que efectivamente tenías razón en tus sospechas de antes y que ahora ella sabe que estás alerta. Su juego ha quedado al descubierto. \n\n- ¿Podemos irnos ya? -es lo único que dice.\n- Adelante -contestas lacónicamente.\n\nPor fin os ponéis en marcha. Has cubierto la primera etapa de tu misión: si todo ha ido bien llevas en este momento información importantísima y de la que dependen muchísimas vidas escondida en los documentos que llevas en tu maletín; y con un material tan extraordinariamente valioso y acompañado por una espía enemiga estás a punto de entrar en la boca del lobo. Ahora es cuando empieza el peligro de verdad. \n\n<<choice "Berlín Este">>
Durante unos minutos más continúan las preguntas sobre tu historia familiar y personal y después sobre tu trabajo. Tú respondes educadamente y te armas de paciencia esperando que por fin llegue la explicación a todo esto; en cualquier caso y pase lo que pase estás decidida a no salir de la habitación sin saber por qué estás allí. \n\n- Bien, creo que es todo -concluye el señor Hathaway soltando los papeles sobre la mesa antes de dirigirse al hombre misterioso-. Como verá Miss Ritter se ajusta perfectamente a los requisitos para el puesto. \n- A la perfección -asiente este-. Muchas gracias por su cooperación, se tendrá en cuenta en el Ministerio. \n\nTu jefe parece enormemente contento con el comentario. \n\n- Oh, excelente, excelente. Miss Ritter, creo que va siendo hora de que conozca al comandante Kramer. \n- Encantada, señor -respondes educadamente, aunque eso no te resuelve ninguna duda. \n- Hace algún tiempo -continúa tu jefe- se distribuyó una nota interna en la que se informaba de que se estaba buscando a alguien de sus características. En aquel momento notifiqué que en este departamento teníamos a alguien que cumplía con los requisitos y durante este tiempo el coronel ha estado... Recabando información. Parece que el resultado ha sido satisfactorio, de lo cual me alegro. \n- ¿Voy a hacer un trabajo para el ejército? -preguntas. \n\nEsto no tiene nada que ver con lo que estabas pensando antes de entrar; pero aún resulta más inesperado lo que dice a continuación el coronel Kramer en un polaco tan perfecto como su alemán: \n\n- No exactamente para el ejército. Soy coronel de inteligencia. \n\nEl silencio cae en la habitación como una pesada manta que lo cubre todo por un largo momento. \n\nInteligencia. Un espía, vamos.\n\n- Desconozco los detalles de la tarea -Hathaway habla para Kramer- pero estoy seguro de que el ejército de Su Majestad quedará plenamente satisfecho de la labor de Miss Ritter. Informaré a mis superiores de que les brindaremos toda la colaboración posible. Miss Ritter, mientras el coronel precise de sus servicios queda usted dispensada de sus obligaciones; avisaré a Hallman para que derive el trabajo urgente a otros traductores hasta que se reincorpore al departamento. En fin, si no precisan nada más...\n\nKramer y tú salís del despacho juntos. Tu cabeza bulle a preguntas, pero ante el silencio del coronel decides centrarte en lo práctico.\n\n- Si voy a trabajar un tiempo fuera de la oficina será mejor que recoja algunas cosas que podría necesitar.\n- No hay prisa -responde él-. Quizá deberíamos hablar de la naturaleza del trabajo antes de que decida si lo acepta.\n- ¿Aceptarlo? No comprendo. He sido asignada temporalmente al ejército y estoy cualificada para traducir cualquier documento, por muy secreto que sea. Si me ha investigado ya sabrá que se puede confiar en mí. \n\nEl coronel vuelve a hablar en polaco, y lo hace en voz ligeramente más baja.\n\n- Estoy seguro de que puedo confiar en usted y también de que puede traducir cualquier documento. Pero esto no se trata de una simple traducción, y como le he dicho no represento exactamente al ejército de Su Majestad. ¿Damos un paseo?\n\n<<choice "El trabajo de Kramer">>
- Está bien. Les diré todo lo que sé, pero les advierto que no es lo que esperan. \n\nUna mínima pausa. \n\n- Hable -dice el hombre frío. \n- ¿Pueden darme un vaso de agua? Tengo la boca seca -intentas ganar unos momentos para pensar, y quizá consigas que te quiten la capucha y puedas ver a tus captores.\n- Empiece a hablar y ya veremos. \n\nRespiras hondo. \n\n- De acuerdo. Mi nombre es Martin Holzmann, teniente del ejército de Su Majestad la reina de Inglaterra. \n\nEl interrogatorio es duro, muy duro: pero al fin y al cabo no dejas de ser un militar, en cuanto empiezas a hablar tienes claro cuál debe ser tu versión y que no puedes salirte de ella ni un milímetro o será tu fin. \n\nLes cuentas prácticamente todo, pero nada que no hayan averiguado ya por la señora Slowinska o que pueda serles realmente útil: quién eres, dónde trabajas y qué haces en tu puesto, que solo unos días atrás fuiste reclutado para la misión de llevar unos documentos desde el despacho del doctor Werthner en Berlín Oeste hasta el del doctor Breitling en el Este y que no conoces a nadie ni sabes nada más. Omites el nombre de Kramer: según tu historia el general Cartwright no te dijo el nombre del que sería tu jefe en este trabajo, simplemente te ordenó que a partir de ese momento siguieras sus instrucciones. \n\nLes cuentas paso a paso tu estancia en Berlín, y para ayudar a que te crean incluyes detalles como el episodio de la cafetería o cómo destruiste los documentos. En realidad, y salvo el nombre del coronel de inteligencia Kramer, ¿qué sabes? Nada: todo lo que puedes decirles es irrelevante, y confías en que comprueben que efectivamente has dicho la verdad, que eres solo un señuelo sin importancia y que el único valor que puedes tener para ellos es como moneda de cambio en las próximas negociaciones de intercambio de agentes con Occidente. \n\nDespués de la presión y los golpes del interrogatorio, y sin haberte quitado la capucha en ningún momento, te arrastran de nuevo a tu celda y te dejan allí tirado en el suelo algún tiempo más. No puedes descansar mucho antes de que te vuelvan a buscar para repetir todo el proceso desde el principio, incluyendo la tortura a golpes para sacarte todo lo que puedas confesar; aunque esta vez sí que hay un momento en que por fin te descubren la cabeza, te dan algo de agua, te dejan ir al baño y te prometen algo de comer cuando hayan comprobado que lo que dices es cierto. Si no, te advierten, lo pagarás muy caro. \n\nLa situación continúa igual durante varios días, aunque al poco notas que los interrogatorios dejan de ser violentos y se limitan a comprobar datos y a hacerte preguntas sobre detalles de poca importancia sobre tu trabajo. Te da la impresión de que ya saben que has dicho la verdad, que si buscan a un espía concreto ese no eres tú, y que no tienes realmente nada más que ofrecerles. En una de las sesiones incluso alguien te sugiere la posibilidad de que trabajes para ellos cuando regreses a Inglaterra: tu respuesta es tajante, has colaborado en todo lo que te han pedido pero esa es una línea que no cruzarás. No eres un traidor. Por como reaccionan supones que ya lo esperaban, en cualquier caso nadie insiste. \n\nDespués de algún tiempo te trasladan a lo que parece una prisión, o más bien un complejo carcelario compuesto de celdas aisladas unas de otras. Te dejan respirar un poco de aire fresco una hora al día en un patio interior, pero jamás ves a nadie aparte de los guardias que te llevan desde tu celda hasta allí. \n\nPasan semanas, meses, hasta que por fin llega el momento: te traen ropa con aspecto nuevo, te dan una buena comida y café, se aseguran de que estés afeitado y te des una buena ducha, y te conducen hasta el garaje que está dentro del mismo edificio. Una vez allí te meten en la parte de atrás de una furgoneta sin que puedas ver el exterior: el camino dura al menos un par de horas, y cuando por fin te dejan salir ves que está anocheciendo y te encuentras en un aeródromo desierto excepto por una avioneta que espera a pie de pista. Junto a ella hay un hombre que no reconoces. Los que te han llevado hasta allí te señalan hacia él para que te dirijas hacia donde está: así empiezas a hacerlo temiendo por un momento que te maten a tiros por la espalda mientras caminas, pero en su lugar simplemente vuelven a subir al vehículo y se marchan. \n\n- Teniente Holzmann -el hombre junto a la avioneta te alarga la mano para estrechártela, hablando inglés con un fuerte acento americano-. Mi nombre es Richard Hanley, agregado diplomático de los Estados Unidos. Me alegro de verle, dentro de poco estará usted en su país. Suba, por favor. \n\nEn el interior encuentras a cuatro hombres, todos en silencio. Te miran cuando entras pero nadie dice nada; tú haces lo mismo, te sientas también y esperas. Bastante tiempo después aparece otro hombre más que os mira con la misma expresión con la que tú debiste mirar al grupo cuando subiste a la avioneta, y también se sienta sin hablar. Y tras esto los motores de la avioneta se ponen en marcha, el señor Hanley entra recogiendo la escalerilla y cerrando la portezuela, y se dirige a todo el grupo. \n\n- Caballeros, en unos momentos despegaremos y nuestro destino final será la base militar aérea de Rammstein, en la ciudad de Kaiserlautern en Alemania occidental. Sus respectivos gobiernos están al tanto del traslado y allí sus representantes se harán cargo de cada uno de ustedes. \n\nHace una ligera pausa, y antes de sentarse añade: \n\n- Disfruten del vuelo, bienvenidos de vuelta a casa. \n\n\n''FIN''
Tienes una importante misión que cumplir y tus instrucciones ante esta situación son clarísimas: debes eliminar al agente enemigo antes de dirigirte a buscar tus nuevas órdenes. "Que pase lo que tenga que pasar", te dices a ti misma mientras das un sorbo al delicioso chocolate de Otto. Te sientes extrañamente tranquila hasta el punto de sorprenderte: deberías estar al borde del pánico con el peligro que estás a punto de correr, pero por alguna incomprensible razón no es así. \n\nEn realidad podría decirse que has tenido suerte: si te están vigilando desde hace tiempo y hay un equipo encargado del trabajo no habrías podido eliminar a uno de ellos sin que el resto lo supiera tarde o temprano y te capturara. Tendrías que esperar hasta el último momento de todas formas, o sea hoy. Esta mañana parece que le toca a la chica del libro: tu plan es llevarla hasta algún sitio en el que tarden un par de días en encontrarla, aún más en identificarla y que sus amigos descubran qué ha pasado, y que para cuando piensen en ti ya hayas terminado tu misión y estés de camino a Inglaterra. Solo puede ser en Berlín Oeste, y tú conoces el lugar perfecto. \n\nRespiras hondo: ha llegado el momento. Sacas el billete de más valor que llevas encima y lo dejas bajo la taza, recoges el bolso mientras te levantas y miras a Otto, y después de lanzarle una cálida sonrisa de despedida te diriges a la salida sin mirar atrás. \n\nCaminas tranquilamente directa hasta donde tienes el coche. Entras, arrancas y te pones en marcha hacia la frontera. Conduces atenta a los retrovisores: no ves a nadie seguirte, pero seguro que están ahí. Ya aparecerán. \n\nEn la aduana hay bastante movimiento pero los guardias no están especialmente pesados, y en unos minutos consigues pasar sin problemas. Poco después paras el automóvil momentáneamente para sacar lo más rápida y disimuladamente que puedes la pistola, la cuelas entre tu espalda y el respaldo de tu asiento y sigues. Ya solo queda dirigirte al lugar donde te jugarás la vida. \n\nSe trata de una zona de callejuelas entre almacenes en el distrito de Reinickendorf, en el sector francés; el sitio apenas está transitado porque no hay viviendas ni comercios cerca, solo van y vienen camiones por las vías principales pero es fácil que las otras más pequeñas estén desiertas. Ya hace un par de semanas, cuando pasaste por allí en uno de tus recorridos, etiquetaste mentalmente el lugar deseando que no te hiciera falta utilizarlo; ahora conduces dirigiéndote de nuevo hacia lo que se ha convertido para ti en un campo de batalla.\n\n¡Ahí están! Has tardado mucho en verlos, pero en aquel coche gris allá atrás has reconocido fugazmente a la chica de la cafetería; va con un hombre que es quien conduce. Solo quedan a la vista un par de segundos antes de colocarse detrás de otro vehículo, pero ya les has localizado. Bien, vamos allá. \n\nYa estás en Reinickendorf y te vas acercando hacia el lugar de la emboscada. Al pensarlo empiezas a notar un ligero temblor en las manos: por fin los nervios comienzan a aflorar, pero no puedes permitírtelo y menos ahora. Eres una mujer fuerte, piensas en tu padre, piensas en tu tío que sigue en el Este luchando por sus ideas, te agarras a lo que sea para mantenerte fría. No es fácil. \n\nEn esta calle hay dos camiones aparcados a la izquierda, la puerta del almacén junto a ellos está abierta, y de resto no hay movimiento ni señales de gente. Perfecto, unos cincuenta metros más adelante entras en una callejuela a la derecha. Aparte de unas cajas y cubos de basura allí solo hay paredes a los dos lados, y otra callejuela que se cruza a la izquierda: giras, paras el coche a los pocos metros, sales con la pistola en la mano, quitas el seguro como has practicado y retrocedes hasta la esquina sintiendo el corazón a punto de salirte del pecho. \n\nAproximadamente medio minuto después oyes el motor que se acerca. Tratas de tragar saliva pero no tienes. Te tiembla todo el cuerpo. El estómago se te revuelve hasta hacerte pensar que vas a vomitar. El motor suena ya a pocos metros, avanzando despacio. Sujetas la pistola tan fuerte que te duelen las manos. Por un momento te da la sensación de que te van a fallar las piernas y te vas a caer al suelo, y te apoyas fuerte contra la pared. Finalmente el coche empieza a asomar por la esquina: ¡ahora!\n\nDisparos. Muerte. Solo son un par de segundos, pero las expresiones del hombre y de la mujer al verte parecen congeladas en el tiempo cuando te les apareces y a través de la ventanilla abierta vacías las seis balas de tu pistola en ellos. Lo haces sin pensar, como si de repente alguien hubiera tirado de ti hacia atrás para controlar tu cuerpo y apretar el gatillo dejándote como simple espectadora. Ves lo que pasa como desde fuera, de lejos, y cuando todo termina te quedas en shock con los brazos estirados sosteniendo el arma ahora descargada mientras el coche sigue avanzando lentamente hasta topar con la otra esquina de la callejuela y detenerse suavemente. \n\nNo sabes cuánto tiempo pasas en ese estado, ahí de pie apuntando con un arma vacía a dos muertos en un coche con el motor aún en marcha. Cuando por fin empiezas a recuperar la consciencia es como si despertaras de un sueño: esto... ¿Esto ha pasado de verdad? No... No puede ser...\n\nAhora sí, se te aflojan las rodillas y caes sentada en el suelo. Te das cuenta de que tus manos están agarrotadas de tan fuerte que estás apretando el arma, y con esfuerzo consigues separarlas hasta que cae en tu regazo. //Oh, Dios mío, esto es real//. \n\nCasi dos horas y tres cuartos después has llorado, has vomitado, has conseguido rehacerte, has metido los dos cuerpos en el maletero de su coche después de registrarlos y quitarles sus efectos personales incluyendo documentos y armas, has examinado también la guantera y otros compartimentos llevándotelo todo y metiéndolo junto con tu propia pistola en una bolsita que había en el mismo maletero, has dejado el vehículo aparcado y cerrado a un par de calles donde crees que no llamará la atención en varios días, has vuelto a tu coche, has conducido cambiando de distrito hasta cerca de Charlottenburg encontrando finalmente un lugar donde poder deshacerte de la bolsita en el río sin ser vista, has vuelto a conducir, y ahora te encuentras en una cafetería de la zona de Tiergarten con una taza de café que se te está quedando frío delante de ti y la mirada perdida regresando lentamente a la realidad. Ya está, por fin estás volviendo en ti misma. Solo necesitas un rato más y pronto podrás ponerte en marcha de nuevo. \n\n<<choice "Instrucciones">>
- Acepto, señor -contestas. No confías en Kramer y sabes que te está ocultando algo, pero por el momento decides no hacer más preguntas. \n- Me alegro de oír eso, teniente -sonríe el coronel, que de repente se muestra visiblemente más relajado-. Salvo que tenga alguna objeción nos pondremos en marcha inmediatamente; lamento que todo sea tan de improviso, pero no tenemos tiempo que perder. Acompáñeme. \n\nLe sigues por un pasillo estrecho en el que hay varias puertas cerradas. El coronel abre la última de ellas, tras las cuales hay un pequeño descansillo y unas escaleras que bajan; al seguir por allí llegáis hasta un callejón en el que hay aparcado un coche gris oscuro. Kramer entra en el lado del conductor y tú en el del acompañante mientras él introduce la llave en el contacto. \n\n- ¿Puedo saber adónde vamos? -Preguntas. \n- Al aeropuerto. No se preocupe por no tener equipaje, nos ocuparemos de eso en su momento. \n- Señor, si voy a viajar debería pasar antes por mi casa. ¿No debería quitarme al menos el uniforme?\n- No se preocupe por su apartamento de Barking, solo estará fuera unos días; en cuanto a su ropa, también nos encargaremos de eso.\n\nKramer se detiene un momento para mirarte mientras habla. \n\n- Teniente, esto es muy serio. Hemos tomado muchas precauciones para que nadie sepa dónde estamos o lo que nos disponemos a hacer; si alguien quisiera seguir su rastro lo único que podría llegar a averiguar sería que se marchó de su oficina solo, y a partir de ahí nada más. Entiendo que para un hombre como usted, que no está acostumbrado a trabajar a estos niveles, la situación sea extraña; pero créame, es mejor tenerlo siempre todo bajo control y no dejar cabos sueltos. \n\nTras decir esto arranca el coche y este empieza a moverse. Tú te quedas mirándole por un instante más antes de hacerle la pregunta que desde hace ya un rato tienes en la cabeza:\n\n- ¿Puede decirme ahora adónde tengo que viajar?\n\nEl coronel responde en perfecto alemán. \n\n- Va usted a conocer el país de sus padres. Le gustará: relájese, simplemente va a disfrutar de unos días de vacaciones en Alemania. \n\n[[Hacia Alemania|Un paseo por Berlín Oeste]]
La primera vez que pasaste la aduana a Berlín oriental te sentiste por dentro tan nerviosa que casi creíste que los guardias escucharían los latidos de tu corazón que sonaban en tu pecho como bombazos. Pero mantuviste la compostura y todo fue bien, apenas te entretuvieron lo justo para ojear tus documentos y ni siquiera te hicieron bajar del coche, y una vez en el Este no tuviste más que seguir las instrucciones y no encontraste ningún problema. Durante la primera semana te has instalado, has empezado a reconocer el terreno e incluso has pasado una vez a la parte occidental: a la vuelta la policía estaba mirando el interior de los vehículos y tardaste algo más, pero en general puedes decir que empiezas a asentarte en tu posición. \n\nEsta mañana es especial. Son las nueve menos cinco y estás como todos los días tomando un chocolate en la cafetería; la pareja de azul no se ha presentado y si no hay sorpresas permanecerás allí con tu libro aproximadamente media hora y después te marcharás. Pero hoy te espera algo distinto a los días anteriores, y es que irás por fin a conocer tu piso franco. Da la impresión de que nadie te vigila y efectivamente eres la única que sabe de tu verdadera identidad y tu misión, así que ha llegado el momento. \n\n- //Bitte schön// -el camarero sonríe al dejar la taza en tu mesa, como siempre con dos galletitas a pesar de que todos los demás clientes reciben una. Desde el primer día notaste que le gustas: aunque nunca te ha dicho nada fuera de lo normal en su trabajo está clarísimo que se le ilumina la cara cuando te ve, siempre se las arregla para ser él quien te atienda y se esmera como si fueras la última cliente del planeta. Es un poco joven para ti y de todas formas en estas circunstancias no podrías permitirte salir con nadie, pero al menos te gusta saber que probablemente te estás tomando cada mañana los mejores chocolates a este lado del Telón de Acero. \n\nLees un rato y, pasadas y media y sin ver a nadie de azul, finalmente te marchas. Sabes dónde está el piso franco porque has pasado cerca una vez, pero das un largo rodeo conduciendo hasta estar absolutamente segura de que nadie te sigue. Después de casi una hora de vueltas y más vueltas, de parar, esperar y arrancar, de cambiar de dirección observando si lo hace alguien más y de mil y una otras trampas, aparcas a dos calles de tu destino y te dispones a tomar las mismas precauciones a pie hasta llegar allí. \n\nEl garaje está en un barrio obrero de edificios de aspecto pobre y se encuentra en una situación ideal para su propósito: el acceso en coche se hace por callejón al final del cual está el portón de la entrada, fuera de la vista y del tránsito de la calle principal, pero hay una estrecho paso lateral entre dos edificios que da a otra vía y que llegado el momento podría ser perfecto para escabullirse a pie. Parece que Kramer ha pensado en todo. \n\nEl portón tiene un tamaño suficiente para que un coche grande entre sin problemas. La cerradura está a un lado y la hoja se abre hacia afuera: un último vistazo hacia atrás para asegurarte de que no hay nadie más en el callejón y entras antes de volver a cerrar. \n\nEl espacio es amplio y lo primero te llama la atención es un coche, aparcado mirando hacia la salida y a un lado de manera que aún cabría otro. Luego lo examinarás: ahora te fijas en que la luz entra por unas ventanas horizontales cerca del techo con cristales translúcidos, en que hay una mesa o más bien banco de trabajo pegado a una pared de la que cuelgan herramientas de mecánico, y al fondo dos puertas pequeñas. \n\nTe diriges a ellas y ves que una da a un pequeño aseo en el que hay simplemente un inodoro, un lavabo y un espejo. La otra sin embargo da a unas escaleras que bajan; reparas en que hay una bombilla colgando sobre tu cabeza, con una cadenita para encenderla. Lo haces. \n\nAbajo encuentras un pequeño sótano con herramientas de todo tipo, lo que parecen piezas mecánicas y unos grandes sacos con troncos de madera. Pero inmediatamente te fijas en que una de las estanterías está rodada hacia adelante: al acercarte ves que oculta una abertura en la pared, da toda la impresión de haber sido movida a propósito para que la veas pero si la colocas en su sitio quedará totalmente oculta. "Veamos", te dices al colarte por allí. \n\nUna escalerilla de mano te lleva, a través de un agujero en el suelo, a lo que casi te parece un zulo. Si hasta ese momento cualquiera podría entrar en el garaje y no sospechar que allí podría haber algo fuera de lo común, en el espacio que encuentras allí abajo todo es distinto. \n\nLa luz de la bombilla te permite ver que estás en un cuartucho de unos tres o cuatro metros cuadrados de paredes de ladrillo; allí solo hay unas cajas, algo de gravilla en el suelo y nada más. Es al abrir las cajas cuando te das cuenta de por qué esa parte del garaje está escondida. \n\nRopa de mujer. Dos pelucas muy realistas, una oscura de pelo liso y otra de rizos castaños algo más claros. Maquillaje, dos bolsos y otros útiles que si se diera el caso de necesitarlos podrían servirte de disfraz. Tres pistolas, dos de ellas pequeñas y una más grande, con tres cajas de balas y un sobre que resulta contener instrucciones muy claras y detalladas para aprender a usar las armas. Latas de comida del ejército de la RDA y unas botellas vacías que podrías llenar de agua en el lavabo de arriba. Una cuerda, una gran maza, mantas, varios mapas, una mochila y una maleta de tela pequeña. Dinero, mucho dinero: reconoces los billetes de las dos Alemanias y parece que los otros son de Polonia y Checoslovaquia. Y por último, tres pasaportes con nombres diferentes pero todos con tu foto: uno de Alemania occidental, otro de Alemania oriental y otro de Polonia. \n\nPor un momento chocan en tu interior la sensación positiva de que todo está planeado y trabajas con profesionales extraordinariamente preparados que han calculado cualquier eventualidad, con el agobio momentáneo de preguntarte si estás a la altura de todo esto. Jamás has disparado un arma, ni se te había pasado por la cabeza la posibilidad de tener que huír disfrazada escapando a otros países, y si se diera ese caso ni siquiera tienes idea de qué harías o hacia dónde te dirigirías. ¿De verdad te serviría todo esto si ocurriera una catástrofe? \n\nDa igual: si la situación se pone tan mal y no tienes más remedio que buscar soluciones drásticas simplemente lo harás. Ahora te parece impensable, pero Kramer estaba seguro y tú misma al pensarlo llegas a la conclusión de que sacarás fuerzas de donde sea. Después de unos momentos más examinando todo el material decides acabar de inspeccionar el lugar para descubrir qué más hay allí para ti. \n\nAparte del zulo, que colocando la estantería queda perfectamente escondido, en el garaje lo único que tiene algo de interés es el coche de arriba. Las llaves están puestas; en la guantera hay un plano de Berlín Este y otro de la RDA, compruebas que el depósito está lleno, y ya no te sorprende ver que además en el maletero hay unas garrafas de gasolina extra además de una manta y una chaqueta gruesa y todo parece en óptimas condiciones para salir disparada y hacer un viaje largo si lo necesitas. Aparte de arrancar de vez en cuando el motor para que no se quede sin batería no hace falta nada más.\n\nPasas varias horas en tu piso franco, hasta que estás convencida de que conoces hasta el último centímetro y estás familiarizada con todos los recursos que tienes allí. Es hora de irse, pero cuando ya estás a punto de salir se te ocurre una idea que te hace dudar. \n\nMientras dure tu etapa "durmiente" en Berlín no deberías en principio correr ningún peligro; estás simplemente mezclándote con la gente y viviendo una vida normal hasta que llegue el momento de recibir nuevas instrucciones. Pero ¿y si en algún momento sucede algo? ¿Y si se te presenta alguna situación no prevista o extrema? En tus instrucciones se mencionaba el caso de que tuvieras que "eliminar" a un agente enemigo. Si te vieras abocada a algo así ¿cómo lo harías?\n\n¿Debes llevarte contigo una de las pistolas que tienes abajo? Quizá la más pequeña, sería muy fácil de ocultar y quién sabe si alguna vez podría salvarte la vida.... Pero si alguien la descubriera eso significaría delatarte como espía y el riesgo sería máximo, probablemente acabarías detenida o algo peor.\n\nTus instrucciones no mencionaban nada sobre esto, no tienes pistas que te ayuden a saber qué es lo correcto, pero tienes que tomar una decisión. ¿Te llevas la pistola?\n\n<<choice "Sí, a partir de ahora irás armada">>\n\n<<choice "No, no hay por qué aumentar el riesgo">>
- Lo siento, comandante, pero no soy la persona que busca. Yo ya hago un trabajo para mi país, no será tan importante como el suyo pero para mí es suficiente. Tendrá que seguir buscando. \n\nKramer endurece la expresión, pero habla sin perder la calma. \n\n- Lamento oír eso. En cualquier caso si esta es la situación es mejor saberlo ahora; gracias por su tiempo, Miss Ritter. Su jefe recibirá una notificación anunciándole que por el momento el ejército no necesitará sus servicios y usted se reincorporará normalmente a su puesto. No volverá a oír hablar de mí. \n\n...\n\nUnas semanas después tu vida ha seguido como siempre: el coronel cumplió lo que dijo, volviste a tu trabajo sin más y nadie te hizo ni el más mínimo comentario sobre todo aquello. Tú misma lo dejaste pasar metida como estabas en tus propios asuntos, aunque después de aquella mañana llamaste a tu familia en Lancashire para asegurarte de que todo iba bien y pasaste el siguiente fin de semana visitándoles. Nunca mencionaste una palabra sobre aquella mañana ni sobre la entrevista. ¿Qué habría dicho tu padre de habérselo contado? ¿Se habría sentido orgulloso de que su hija luchara por el país que les había acogido, o preocupado por el riesgo que hubiera podido correr?\n\nNunca lo sabrás. Bastantes problemas tienes ya en tu vida cotidiana, en el trabajo y fuera de él como cualquier persona normal. Eso es lo que eres y eso es lo que siempre serás: si un día se te presentó la oportunidad de convertirte en algo más está claro que no era para ti. \n\n\n''FIN''
No te lo piensas más: sales corriendo directa hacia el coche, arrancas y te marchas justo cuando ves al señor Schmidt salir de la cafetería, buscarte entre la calle, darse cuenta de lo que estás haciendo y gritarte para que te detengas. Pero de eso nada. \n\nDejas el coche muy cerca de la embajada británica, abierto, mal aparcado y con tus documentos en la guantera; ya da igual. Caminas el trecho que te queda directa hacia tu destino y pensando solo en identificarte como ciudadana británica y pedir que te envíen de vuelta a casa. \n\n...\n\nHan pasado ya algunas semanas. Llegaste a Londres sin muchos problemas una vez se verificó tu identidad en la embajada. El hecho de que nadie te preguntara qué demonios estabas haciendo en Berlín y cómo habías llegado allí te sugiere que Kramer tuvo algo que ver en mantener la discreción en todo aquel asunto, pero el caso es que ni entonces ni posteriormente has vuelto a tener noticia de él. Simplemente aterrizaste en el aeropuerto, llegaste a tu apartamento, al día siguiente te reincorporaste a tu trabajo y nada más. \n\nNo te resulta difícil no hablarle de ello a nadie y de hecho tampoco te paras mucho a pensarlo tú misma. Actuaste siempre siguiendo estrictamente tus órdenes, incluyendo ponerte a salvo para evitar ser capturada e interrogada cuando llegaste a la conclusión de que la seguridad había sido comprometida y no era posible cumplir tus objetivos. Tienes la conciencia tranquila, hiciste lo correcto. \n\nPero a veces, solo a veces y muy ocasionalmente, te descubres a ti misma mirando al vacío y preguntándote "¿qué hubiera pasado si...?". Con el tiempo los ecos de esos pensamientos se van apagando y llegas a recordar aquella aventura casi como si fuera un sueño, mientras sigues viviendo centrándote en tu vida real: Vanessa Ritter, traductora de alemán y ruso para la Oficina de Asuntos Exteriores del Gobierno de Inglaterra. Es lo que eres y lo que siempre serás. \n\n\n''FIN''
- Despacio, despacio. Tranquila, Miss Ritter, trate de incorporarse. \n\nAbres los ojos lentamente, tratando de esquivar como puedes un cierto mareo. Tras un momento consigues identificar la voz que te habla y asociarla con la imagen de la persona que tienes delante: es el coronel Kramer, del servicio de Inteligencia, el hombre que estaba esta mañana con tu jefe. \n\n- ¿Dónde estoy? -dices mientras te sientas con cuidado. \n- No se preocupe ahora por eso. \n\nMiras alrededor: no reconoces el lugar. Es una pequeña habitación sin ventanas, solo hay una puerta y sobre ella una rejilla de ventilación. Está amueblada muy austeramente: la cama en la que te has despertado, una silla en la que se sienta Kramer y una mesa desnuda pegada a la pared. Además de la luz del techo ves una lámpara de flexo sobre la mesa, y aparte de esta breve lista no allí no hay nada más.\n\n- Lamento todo esto -continúa Kramer-; no debería haber sido necesario. Mis hombres seguían sus rutinas estándar de control, pero parece que usted les sorprendió volviendo a casa antes de lo acostumbrado. \n\nEn ese momento, ya completamente despierta, te llevas una enorme sorpresa al darte cuenta de algo: ¡llevas puesta una ropa que no es tuya! Un discreto vestido de color claro que no reconoces.\n\n- No se preocupe por su intimidad, en todo momento ha estado al cuidado de personal femenino. Créame que no ha habido más opciones. \n- Coronel Kramer -hablas despacio para no explotar por el enfado que te está creciendo por dentro-. Lo que está pasando es intolerable y quiero una explicación. Empiece a hablar ya. \n\nEl hombre se pone en pie y asiente con gravedad. Hasta ese momento siempre se ha mostrado perfectamente correcto en sus modales, pero por un instante al empezar a hablar percibes tras esa fachada al hombre frío, calculador y capaz de cualquier cosa que realmente debe ser. Supones que las personas así son necesarias para hacer el tipo de trabajos que también lo son, pero hay algo en él que no acaba de gustarte. \n\n- Los tiempos en que vivimos resultan a veces tensos y difíciles -el hombre habla como escogiendo las palabras- y concretamente nos encontramos ahora en una situación especialmente delicada.\n\n"Nos encontramos ¿quiénes?", piensas, pero no dices nada mientras él continúa. \n\n- Llevo mucho tiempo buscando a alguien con sus características. No es simplemente la cuestión profesional de cuántos idiomas sepa hablar; su jefe y sus compañeros creerán que ha sido usted encargada de traducir documentos secretos para el ejército, yo me he encargado de que lo piensen y estarán cotilleando sobre el asunto algunas semanas, pero esta cuestión va más allá y es mucho más importante. \n- ¿Por eso han investigado a mi familia?\n- Así es. Su padre fue a la cárcel por oponerse a los nazis, y no escapó de Alemania cuando pudo haberlo hecho. Su tío Sascha Ritter vive en Leipzig y también le hemos investigado: al igual que ocurrió con su hermano él pudo salir de allí antes de que se cerraran las fronteras a Occidente, pero decidió quedarse y sabemos que ha tenido problemas con la policía política. Usted misma tiene fama en su departamento de ser una mujer a la que no se puede pisar. Miss Ritter, para este trabajo necesito a alguien que no tenga miedo de luchar por aquello en lo que cree y esa es usted. \n\nAl oír estas palabras te sientes momentáneamente abrumada. Tras unos segundos de pensar en silencio hablas por fin.\n\n- Estamos hablando de algo peligroso, ¿cierto?\n- Cierto.\n- Una misión de espionaje. En el Este. Algo que no puede encargarle a los agentes que seguro que ya tiene allí. \n- Exacto. \n- Ellos tienen experiencia y contactos. Yo soy nueva. No puede encargarle esto a sus agentes porque... No puede confiar en nadie. Necesita a alguien de fuera.\n- Es usted muy lista -asiente Kramer-. Pero no soy yo quien la necesita: es su país. Yo solo hago mi trabajo. \n- Coronel -dices con preocupación-, supongo que se dará cuenta de que me está pidiendo algo muy difícil de aceptar. \n- Precisamente por eso la elección es suya: no puedo obligarla. La tarea en sí es sencilla, el riesgo está calculado y nadie aparte de usted y yo sabrá nada de esto; pero es una misión de enorme importancia y el trabajo excede de sus obligaciones. Necesito que se preste voluntaria, y lamentablemente no es algo que podamos demorar por más tiempo. Si va a negarse tiene que ser ya para que pueda encontrar a alguien más cuanto antes. Por ahora esto es todo lo que puedo contarle.\n\nAl ver que bajas la mirada el coronel añade algo más:\n\n- Pero antes de contestarme piense en qué dirían de esto su padre o su tío. Decida qué es lo correcto y tome su decisión. \n\n"Esto último había planeado decirlo desde antes", piensas con certeza. Seguro que este tipo tenía su discurso estudiado y sabía hacia dónde debía llevar la conversación para presionarte lo justo y que acabes aceptando. Kramer no te gusta, no te gustan sus métodos y no te gusta lo que te está proponiendo; pero tiene razón, si hay una misión para la que se necesita a alguien con sangre de luchadora por una causa esa eres tú. Tienes la intuición de que aquí hay algo más y que no puedes confiar en este hombre, que te está ocultando algo; pero el caso es que debes tomar una decisión. ¿Aceptas y te lanzas a la aventura, o rechazas su propuesta y sigues con tu vida?\n\n<<choice "De acuerdo, aceptas la misión">>\n\n<<choice "No aceptas la misión">>
No sabes cuánto tiempo ha pasado. No sabes dónde estás. No sabes nada desde que te esposaron, te fotografiaron durante un buen rato y finalmente te pusieron una capucha. A partir de entonces eres consciente de que te metieron en un coche, te condujeron a empujones y sin más te empujaron hasta hacerte caer al suelo; escuchaste una puerta cerrarse y después nada. No has podido sacarte la capucha que parece tener algún tipo de atadura para mantenerla cerrada aunque con el hueco suficiente en torno a tu cuello para respirar; pero sí lograste ponerte de pie apoyándote contra una pared y, aún con las manos esposadas a la espalda y dando pasos con cuidado para no golpearte con algún obstáculo, has llegado a la conclusión de que estás en algún tipo de cuarto minúsculo completamente vacío. Quizá una celda, porque al tacto has notado que la puerta es metálica. \n\nUna vez llegaste a la conclusión de que no había nada más que explorar a tu alrededor te sentaste en el suelo apoyada en una esquina, y así has estado hasta ahora. \n\nPor fin oyes la cerradura. Alguien entra en la habitación, te sujeta de los hombros y te levanta sin decir nada. Sientes un empujón, tropiezas con el marco de la puerta, te vuelven a empujar y te conducen bruscamente hasta obligarte a sentarte en lo que parece una incómoda silla ligera.\n\nLo siguiente que escuchas te estremece: el sonido inconfundible de un arma siendo amartillada junto a tu cabeza. Notas el cañón empujando contra la sien a través de la tela de la capucha.\n\n- Estás muerta -dice una voz de hombre. \n\nPor un instante estás a punto de decir algo, pero ¿qué?\n\n- Empieza a hablar ahora o lo harás pronto y será peor. Mucho peor. \n- Se equivocan -dices por fin-. No sé qué está oc...\n\nUn fuerte golpe en la cara te hace caller. La voz te habla con un tono muy agresivo, y lo que dice te paraliza de terror. \n\n- Te vamos a torturar. Te drogaremos para soltarte la lengua. Después te cortaremos los dedos de una mano para asegurarnos de que no nos mientes, y después la mano entera. Luego un pie. La nariz. Las orejas. Te sacaremos todo lo que sabes. Cuando acabemos contigo te van a mandar a una prisión en Siberia y pasarás el resto de tu vida entre palizas y violaciones. te levantarás y te acostarás todos los días deseando haber muerto, pero nos aseguraremos de que vivas muchos años como una maldita perra. \n\nOtro hombre habla desde unos pasos frente a ti; suena mucho más frío. \n\n- ¿Cómo se llama?\n\nEn ese momento la adrenalina recorre todo tu cuerpo y en el segundo que pasa hasta que respondes te da tiempo a pensar de todo. La misión ha fracasado, te han capturado y no tienes escapatoria. Estás temblando de nervios y de miedo, pero entre la tensión y el caos aciertas a recordar tus instrucciones: proteger tu información, no hablar de tus objetivos secretos en esta misión, cueste lo que cueste.\n\nY te costará. \n\n- Adriana Sl... -Empiezas a decir, cuando sientes otro golpe esta vez en el estómago. Te quedas sin aire y te retuerces hacia adelante del dolor. \n- Se te ha acabado el tiempo -vuelve a hablar el hombre agresivo pegándose a tu oído-. Abre la boca para largar otra mentira y te juro que será la última cosa que seas capaz de decir. \n\n- Queremos nombres. El suyo y el de toda su red. Si habla será internada en una prisión militar y será tratada como una simple presa hasta que sea canjeada en la próxima negociación con su Gobierno; si decide no cooperar obtendremos la información de todas formas, por usted o por su... amigo. \n\n//¿Red? ¿Qué red? ¿Nombres de quién? ¿Este "amigo" es el señor Schmidt, o hablan de Otto?//\n\n- Él nos ha dicho ya todo lo que nos interesa -continúa el hombre frío-, así que negarse a colaborar es una estupidez. Solo confírmenos lo que ya sabemos y los diplomáticos harán el resto: dentro de poco estará de vuelta en su país. En caso contrario puede estar seguro de que se arrepentirá. \n\nDeben referirse a Schmidt: cuando te atraparon a ti le persiguieron también a él. Pero ¿no era un agente enemigo? ¿Acaso están intentando engañarte? ¿O es que está infiltrado a un nivel tan alto que ni siquiera tus interrogadores saben que trabaja para sus mismos jefes?\n\n- Última oportunidad -el hombre agresivo te susurra al oído apoyándote de nuevo la pistola en la sien. \n\nEl hombre frío vuelve a hablar, pero esta vez te hiela la sangre porque lo hace... en inglés. \n\n- Empecemos por su verdadero nombre. ¿Cómo se llama?\n\nHas llegado a un momento crítico y tu cabeza trabaja a toda presión. No tienes ningún contacto ni ningún nombre que darles aparte del de Kramer; él mismo se aseguró de que trabajaras por tu cuenta y sin establecer relaciones con su equipo. Pero aquí nadie sabe eso: a tu contacto le dijeron que eras una simple guía... ¿O no le dijeron eso? ¿Y si buscan a otra, alguien que sí es importante?\n\nUn momento. \n\nDe repente empieza a hacérsete una luz en la cabeza: Kramer te ha enviado al matadero. Nadie salvo él sabe quién eres: él puede haberle contado a los demás, empezando por Schmidt, cualquier cosa sobre tu identidad. Te infiltra en el Este completamente sola, te incluye en una misión en la que sabe que el enemigo te está esperando, y una vez te atrapen no puedes decir nada porque no sabes nada. Eres sacrificable. Y mientras tú hacías de señuelo quizá una espía importante de verdad habrá hecho un trabajo importante de verdad sin ser descubierta: resultado, tú serás torturada y morirás en una prisión de Siberia y en Londres nadie sabrá qué ha sido de ti. Hasta te imaginas a Kramer yendo a hablar con tu familia y contándoles cualquier historia... Maldita sea, qué tonta has sido. \n\n- Hable ya -el hombre frío deja notar en su voz un ligero timbre de impaciencia-. Diga ahora quién es usted realmente, o este interrogatorio habrá terminado y comenzará otro muy distinto; a partir de ese momento no habrá vuelta atrás. \n\nSe acabó. O te mantienes fiel a tus órdenes, dejas que te torturen y acabas pudriéndote en una prisión a trabajos forzados el resto de tu vida como planeó Kramer, o empiezas a confesar la verdad: les dices tu nombre, que eres una simple traductora y que no puedes contarles nada porque no sabes nada, y rezas para que te crean. Al fin y al cabo no tienes datos que puedan hacer daño a tu país y quizá sea cierto que, cuando comprueben tu información y descubran que no eres nadie, te acabarán canjeando y volverás a casa. \n\n<<choice "Sigues tus órdenes y aceptas tu destino">>\n\n<<choice "Confiesas la verdad">>
Poco después llegáis hasta la calle donde está el paso que da al garaje. A estas horas, aparte de luces en algunas ventanas aquí y allá, todo es quietud, oscuridad y silencio. Reduces la velocidad mirando a todas partes ahí fuera hasta que por fin detienes el coche. \n\n- Baje y métase por ese callejón, y avance ocultándose hasta el portón de garaje que encontrará al final. Si ve a alguien asomado a alguna ventana espere hasta estar seguro de que no le observan; entonces abra el portón, que no estará cerrado, y vuelva al coche. \n\nAsí lo hace. Le ves meterse por la bocacalle y tú aprovechas para sacar momentáneamente la pistola que llevas escondida y compruebas que está cargada y a punto antes de volverla a esconder. Un par de minutos más tarde el hombre regresa, sube al coche y conduces por la estrecha calleja hasta entrar el vehículo en el garaje y apagar el motor. \n\n- Cierre -dices. \n\nMientras él se ocupa del portón tú abres el maletero y entre las otras cosas ves que la maza está ahí. Otto decía la verdad... Si es que Otto fue quien le dijo eso a Schmidt.\n\nVas a levantar la maza pero el hombre se te adelanta. \n\n- Déjeme, yo la llevaré. \n\nTú coges una pequeña linterna, cierras el capó y bajáis hasta el sótano, movéis la estantería para pasar la pared, y descendéis por la escalerilla hasta el zulo, y cuando tú enciendes la luz y te giras hacia Schmidt te encuentras con que ha dejado la maza en el suelo y en su lugar sostiene una pistola con la que te está apuntando. \n\n- Al otro lado de esta pared -señala a un lado con la cabeza- hay un túnel que nos llevará directamente al oeste; a la salida nos estarán esperando y nos llevarán a un lugar seguro. \n- Pues esa pistola no me da mucha seguridad -dices tú. \n- Señora Slowinska, el juego ha acabado. Sé que no es quien dice ser pero no sé quién es en realidad. No sé si puedo confiar en llevarla conmigo o si me estoy poniendo en un peligro aún mayor. \n- ¿Entonces por qué me ha ayudado a escapar de la Policía secreta?\n- No ha sido idea mía. \n- Otto. \n- Sí, su amigo el del silenciador. Me ha dicho que es vital que los dos desaparezcamos, no basta con que lo haga uno solo. \n- Otto le ha dicho muchas cosas. \n- Parece que es un agente doble, él y su equipo han llevado la operación a este lado del Muro. Lástima que no me sacara del interrogatorio un poco antes -dice llevándose la mano libre al hombro. También me ha dicho que es usted inglesa: ¿es eso cierto?\n\nPor un momento te quedas mirándole fijamente, pensando. \n\n- Herr Schmidt, por lo que yo sé usted es la razón por la que estoy ahora mismo siendo perseguida por la Policía en lugar de yendo de camino a mi casa tras cumplir con mi trabajo. Si usted también es un espía no sé cómo espera que confíe en usted. \n\nEl señor Schmidt te sostiene la mirada, y lo que dice a continuación te deja pasmada porque lo hace en un inglés tan perfecto que parece sacado del corazón de Londres: \n\n- No soy un espía, no sé si usted lo es y no sé en quién puedo confiar y en quién no. Pero sí tengo claro que me estoy jugando la vida, así que o empieza a hablar ahora mismo y me convence de que está de mi lado o le pego dos tiros y me largo solo. Elija. \n\nTu cabeza está llena de preguntas y apenas tienes información para responderlas. Tenías una misión que ha derivado en una situación totalmente descontrolada, y ahora mismo no tienes idea de si efectivamente estás a un paso de la libertad o si todo esto ha sido un montaje para hacerte hablar. Sería perfectamente posible, al fin y al cabo no sabes qué estaba pasando realmente a tu alrededor mientras estabas detenida con la capucha puesta y desde que te la quitaron puedes haber visto lo que querían que vieras. \n\nLlegados a este punto lo único que te queda es tu intuición y una pistola escondida. Ha llegado el momento de decidir: ¿confías en el hombre que ahora mismo está apuntándote con el arma que lleva en la mano?\n\n<<choice "Confías en él">>\n\n<<choice "No confías en él">>
- Buenas tardes, señora Marsh -saludas a la propietaria de la tienda al entrar. \n- Ah, buenas tardes, señor Holzmann -sonríe ella, siempre tan agradable-. Qué casualidad, justamente no hace más que un par de horas he estado hablando de usted. \n- ¿Y eso? \n- He atendido a un caballero muy amable que según parece tiene previsto mudarse a uno de los apartamentos junto al suyo. No me había dicho que había quedado uno disponible para alquilar...\n- No... No lo sabía -te sorprende el comentario. Conoces a tus vecinos y no tenías ni idea de que alguno pensara marcharse, ni has visto ninguna nota anunciando la oferta de alquiler. \n- Bueno, olvidé preguntarle a este caballero su nombre pero seguro que siendo vecinos se verán pronto. Me preguntó por las personas que vivían en su planta; supongo que para asegurarse de que no hubiera mala gente, ya sabe. \n- Sí, claro. \n- Le hablé de usted y se mostró particularmente interesado por saber todo lo que pudiera decirle; le di las mejores referencias suyas, por supuesto. \n- Muchas gracias, señora March -dices, pensativo. ¿Tienes un nuevo vecino sin saber siquiera que alguno de los que hasta ahora ha estado allí se va? Es raro; ¿y ha estado preguntando sobre ti?\n\nLa señora Marsh no puede darte muchos más detalles, así que haces tus compras y unos minutos después sales de la tienda en dirección a tu casa. Vas distraído pensando en lo que acabas de oír, pero solo unos metros antes de llegar al portal levantas la vista y te quedas clavado en el sitio: ¡has visto cómo la luz en la habitación de tu apartamento acaba de apagarse! ¿Qué haces?\n\n<<choice "Echas a correr hacia tu casa">>\n\n<<choice "Buscas un teléfono para llamar a la Policía">>
Das unos pasos para ver desde lejos qué hay en esa calle por la que se ha ido el niño: no hay nadie, debe haberse metido en alguno de los portales que se ven a los lados. No te gusta dejar las cosas así pero no vas a hacer ninguna locura: eres una mujer fuerte y valiente, pero no una inconsciente que en una noche solitaria se mete sin más en un sitio que no conoce y en el que probablemente hay peligro. Si hubiera alguien cerca para ayudarte podrías hacer algo, en estas circunstancias no. \n\nVuelves a la parada pero no llegas a sentarte, te quedas de pie lanzando constantes miradas a la esquina por la que desapareció el niño. Nada. ¿Qué habrá pasado? ¿Dónde estará ahora? Te vienen a la cabeza imágenes de escenas terribles, pero finalmente las apartas de tu mente diciéndote que lo que importa son los hechos, no puedes hacer mucho y al final eso es lo que cuenta. Muy poco después por fin ves aparecer tu autobús: se detiene donde estás, subes y te sientas junto a la salida lanzando una última mirada hacia el lugar ahora desierto. \n\n- Sabía que haría lo correcto.\n\nLevantas la vista y pones cara de estupefacción: un hombre se ha colocado delante de la salida preparado para bajar. Es el coronel Kramer, hablando mientras mira al exterior. \n\nEl autobús ya está llegando a la siguiente parada cuando él continúa:\n\n- Si va a trabajar conmigo deberá tener claro que no puede confiar en nadie ni dejarse engañar o atrapar. Acompáñeme, hablemos. \n\n<<choice "El trabajo de Kramer">>
La bocacalle es más estrecha y pero está bien iluminada por varias farolas; a ambos lados encuentras algunos portales, todos están cerrados excepto uno que tiene la puerta entreabierta y en el interior se adivina una luz lejana. Si ese niño ha entrado en otro cerrando tras él no podrás seguirle, así que esta es la única opción que te queda antes de abandonar; pero no sabes si ahí dentro puede haber algún peligro, así que decides ir con mucho cuidado y a la mínima señal que no te guste darás media vuelta y saldrás disparada de allí. \n\nSin acercarte demasiado empujas la puerta con los dedos. Al abrirse esta ves unas escaleras en penumbra y una luz en el piso superior: todo en silencio, nadie tampoco en la calle. Miras un momento tu reloj: aún te quedan más de diez minutos de esperar al autobús. \n\nAsomas con cuidado la cabeza: nada en el portal. Tienes la tentación de dejarlo allí mismo, pero la visión de un niño ensangrentado llorando y buscando un policía es suficiente razón para al menos arriesgarte a echar un vistazo sin llamar la atención; te dices a ti misma que subirás solo hasta ver qué hay en el piso de arriba, y si no encuentras nada especial saldrás de nuevo y probarás a buscar ayuda en la calle principal. \n\nDejas la puerta abierta, das un paso hacia el interior, esperas unos segundos en la penumbra y vuelves a asomar la cabeza a la calle. Nadie. De acuerdo, vamos allá: sin cerrar el portal comienzas a subir las escaleras en completo silencio. Primer escalón, segundo... Momentos después ya te falta poco para asomar la cabeza y ver qué hay arriba. Casi...\n\nDas un salto cuando ves encenderse la luz a tu espalda, y se te para el corazón al ver a un hombre de espaldas cerrando la puerta de la calle. La sorpresa da paso a la estupefacción cuando este se da la vuelta y te habla tranquilamente: \n\n- Atrapada -dice el coronel Kramer-. Miss Ritter, si va a trabajar conmigo en lo sucesivo deberá tener más cuidado y no dejarse engañar. Acompáñeme, hablemos.\n\n<<choice "El trabajo de Kramer">>
Respondes también en inglés: \n\n- Está bien, se lo contaré todo. Baje esa pistola y déjeme sentarme. \n\nTras un instante notas cómo la tensión en el rostro de la mujer se suaviza ligeramente y baja la pistola. Te ha creído, es la ventaja que necesitas. Te giras como para apoyarte en las cajas que hay detrás de ti, pero mientras te mueves aprovechas el lado que queda oculto a sus ojos para meter la mano en el bolsillo: sujetas tu arma y el segundo siguiente es una sucesión de disparos que acaba contigo sentado en el suelo mirando el cuerpo de la señora Slowinska delante de ti, muerta y tendida bocabajo. Levantas la vista mirando atrás, al lugar en la pared que muestra el impacto de la bala que te disparó ella y que no te dio por muy poco: de no haber tenido el factor sorpresa de tu parte ahora mismo serías tú el cadáver. \n\nNo puedes permitir que la idea de haber matado a alguien te paralice: hay que actuar y deprisa. Guardas la pistola de nuevo en el bolsillo, te quedas también con la de ella por si acaso, levantas la maza y empiezas a golpear la pared en el lado que ella te había indicado. \n\nNada: detrás de los ladrillos solo hay tierra. La mujer mintió, hiciste bien en no confiar en ella. \n\nTu única opción es usar el coche y los mapas, pero estás seguro de que toda la Stasi debe estar ya arriba esperándote: no hay otra salida, estás atrapado. Pero no vas a permitir que te torturen y encierren para el resto de tu vida, prefieres morir y de paso llevarte por delante a algunos de ellos. Sosteniendo una pistola en cada mano empiezas a subir por las escaleras. \n\nEl garaje sigue a oscuras y en silencio: qué raro. ¿Dónde están los agentes? Por un momento dudas de ti mismo: ¿y si la señora Slowinska decía la verdad? Pero no es posible: entonces ¿por qué te llevó allí y te engañó con el truco del túnel? ¿Qué ha pasado aquí?\n\nSea lo que sea no hay más tiempo para dudas. Quizá la policía secreta esté en camino, quizá te detengan en la calle o quizá haya otra explicación y nadie sepa que estás allí; en cualquier caso lo único que puedes hacer ahora es llevarte el coche e intentar salir de Berlín. Las llaves siguen puestas y el maletero está abierto: recoges los mapas y los pones en el asiento del acompañante, abres el portón, arrancas y te vas. \n\nHan pasado varias horas y no queda mucho para el amanecer: no has dejado de conducir desde que lograste orientarte para salir de la ciudad ayudándote del plano y las señales de tráfico, y ahora vas por una carretera secundaria que si todo va bien debería desembocar en otra serie de vías que te llevarán hasta cerca de la frontera con Polonia. Tu plan es desesperado pero puede funcionar: hacer que quienquiera que te persiga piense que has cruzado a territorio polaco para escapar por vía marítima hacia el norte, a Escandinavia, mientras tú en realidad sigues en la Alemania oriental a pie hacia el sur hacia Checoslovaquia y de ahí a Austria para una vez allí dirigirte a la embajada británica y volver por fin a casa. Tardarás meses, correrás mil peligros, pero cuentas con instrucción militar y es eso o que te atrapen, te torturen y te encierren para siempre. \n\nAbandonas el coche en un camino en un bosquecillo; parece poco transitado y probablemente te dará una ventaja de un día o quizá dos hasta que lo encuentren. Dejas en él el plano de Berlín y te llevas el del país, que te servirá hasta la frontera checoslovaca; te queda quizá media hora hasta la luz del día, así que echas a correr en dirección noreste durante un rato y, cuando ya crees que tu rastro y todas las pistas llevarán a la Stasi a creer en tu engaño, aprovechando un pequeño canal de agua con el que te cruzas giras hacia el sur y ahí comienza tu verdadera ruta de escape. \n\nTodos y cada uno de los días que se suceden a continuación consisten en lo mismo: sobrevivir robando de donde puedes alimentos y equipo sin que se note demasiado, y ocultarte para descansar durante el día mientras avanzas por la noche bordeando caminos y carreteras secundarias. Mentalmente has entrado en modo de guerra y solo piensas en tu objetivo. \n\nComo habías pensado el viaje es enormemente duro y está lleno de peligros, situaciones en las que estás a punto de ser descubierto y muchos momentos de desesperación. Consigues un mapa de Checoslovaquia de la cabina de un camión; robas unas botas que te vienen un poco grandes y algo de ropa de abrigo de un cobertizo de agricultor lleno de carcoma y telarañas; comes de huertos, de colarte en granjas y hasta dos veces de comida para animales; eso cuando comes, porque no siempre puedes conseguir algo y tienes que esperar hasta uno o dos días hasta tener una oportunidad relativamente segura. Duermes en todo tipo de agujeros, jamás tienes contacto con nadie, cruzas campos, riachelos y bosques, tienes varios accidentes que te producen heridas, hematomas y magulladuras por todas partes, y en tu mente solo existe una idea: escapar. \n\nSolo hay una vez en que estás a punto de quebrarte por dentro. Cuando ya llevas hecha la mayor parte de tu viaje, no lejos de Praga, decides seguir al sur y cruzar por las montañas en lugar de rodearlas por el este: físicamente será más duro cruzar por allí, pero también el control de la frontera será más difícil y tendrás más oportunidades de pasar sin ser detectado. Hay un río que va por ese camino, tú no quieres ir justo bordeándolo así que lo dejas más o menos un kilómetro a tu derecha y sigues campo a través. Por allí hay un momento en que encuentras una casa en medio de la nada: al estar ya cerca de la mañana optas por ocultarte para descansar, aunque estando atento cuando puedas por si se te presentara alguna ocasión de robar víveres. Desde tu escondite ves a una pareja de ancianos que parece que viven allí solos: durante las primeras horas de la mañana entran y salen de la vivienda, pero antes del mediodía te sorprende ver que el hombre abre lo que parecía un cobertizo adyacente a la construcción, saca un coche de aspecto viejísimo, y al cabo de un rato él y su mujer se van por el camino. Perfecto. \n\nConsigues entrar en la casa por un ventanuco que da al tejado, trabado solo con un pestillo fácil de abrir desde fuera y que te da la posibilidad de dejarlo igual cuando te vayas. En seguida encuentras la cocina y la despensa, de donde sacas lo que puedes sin que el robo parezca demasiado evidente. Rebuscas un poco por allí pero parece ser gente sencilla y no encuentras nada que necesites llevarte, así que decides salir sin más por donde entraste; sin embargo, cuando vas por el pasillo, te quedas clavado al ver tu imagen en un espejo. \n\nEs impresionante: has perdido al menos quince kilos, estás sucio, tienes mirada de loco, el pelo y la barba que llevas semanas sin recortar te hacen parecer un náufrago, y apenas puedes reconocerte. Por un momento te sientes a punto de llorar: no sabes cuánto tiempo ha pasado desde que estabas en Londres una mañana cualquiera esperando entrar al despacho del general Cartwright, pero desde entonces has pasado por tres países, has estado preso por una policía secreta, te has convertido en un espía buscado y en un asesino, y ahora lo que queda de ti es poco más que un despojo humano apenas civilizado y capaz de cualquier cosa con tal de aguantar hasta recorrer la distancia que le queda hasta cruzar una frontera más. Te cuesta unos minutos asimilar todo esto y superar el shock de esta imagen y los pensamientos agolpados en tu cabeza; tras esto por fin logras recuperar el control y marcharte de allí antes de que te descubran. \n\nFinalmente, después de muchos días más de sufrimientos, de esfuerzo al límite y de hacerte heridas por todo el cuerpo cruzando obstáculos de todo tipo, y cuando una noche ya estás cruzando las duras montañas que según los mapas son lo único que te separa de tu objetivo, en un estrecho camino te parece ver a la luz de la luna que tienes delante un cartel. No puedes leer lo que dice, así que descuelgas la mochila que llevas contigo desde hace ya mucho y sacas una linterna que ya ni recuerdas de dónde sacaste. Enfocas la luz a la placa que tiene forma de flecha, y ver una palabra escrita en alemán te deja boquiabierto por la sorpresa: ¡estás en Austria! \n\nTras unos segundos de no poder creértelo sonríes por fin. Después sueltas una carcajada. Te ríes y te ríes, llevándote las manos a la cabeza y al vientre. Caes de rodillas, se te saltan las lágrimas, y finalmente te pones en pie. Dejas la mochila allí mismo, respiras hondo mirando al cielo estrellado, de nuevo al cartel, y entonces reanudas la marcha. Según acabas de leer por allí se llega a un lugar llamado Freistadt, que en alemán significa "ciudad libre". \n\n\n''FIN''
- Muchas gracias, señora Pohl, pero estoy acostado y no me encuentro bien. \n- Oh, vaya, lo siento -la voz te suena algo contrariada, pero podrían ser imaginaciones tuyas-. ¿Necesita un médico?\n- No será necesario; estaré mejor con unas horas de descanso. Muchas gracias de nuevo. \n- Si tiene alguna emergencia mi apartamento está junto a la entrada. Buenas noches.\n\nTe acercas con cuidado a la puerta pero no oyes nada al otro lado. El tiempo parece congelarse unos instantes y, al no ocurrir nada más, sientes alivio al pensar que el momento de tensión ha pasado; sin embargo te sorprende escuchar un leve crujido y unos pasos que parecen comenzar a alejarse desde la entrada a tu habitación hacia el final del pasillo. ¿Por qué no habías oído los pasos antes? ¿Se había quedado la señora Pohl parada delante de la puerta escuchando también? ¿Por qué haría eso? ¿Y no decía que tenía dolor de espalda y no podía estar más tiempo allí quieta? O quizá... ¿Y si allí había alguien más?\n\nLos nervios se te han puesto a flor de piel y notas fuertes los latidos del corazón. Eres un militar con órdenes muy claras, estás participando en una operación de enorme importancia -probablemente más enorme de lo que jamás podrás imaginar- sin haber recibido el entrenamiento adecuado, no cuentas con ningún tipo de apoyo y nadie sabe dónde estás ahora aparte de un espía que es tu superior jerárquico pero que se ha saltado todos los protocolos oficiales y en el que ni siquiera sabes si puedes confiar; es más, tu intuición te dice claramente que te está mintiendo o bien que te oculta información vital. "Algo no está bien en todo esto", te dices. \n\nLos minutos transcurren sin que pase nada más. ¿Qué puedes hacer? No tienes más que una opción: olvidarte de todo lo demás y cumplir tus órdenes. Tienes instrucciones que seguir, información que memorizar, descansar lo que puedas y pase lo que pase no abrir esa puerta hasta las ocho y media de la mañana cuando venga a recogerte tu contacto. Un contacto que, para colmo, sabes que trabaja para el enemigo. Ya estás arrepentido de haber aceptado esta misión, pero llegados a este punto no hay vuelta atrás. \n\nLentamente miras hacia la mesa donde tienes los documentos y el material de la misión; respiras hondo y finalmente te sientas y te pones al trabajo.\n\n<<choice "Temprano">>
Sin pensarlo ni un segundo saltas como un resorte y en dos saltos alcanzas la salida. ¿Pero dónde está? \nEn seguida la ves: está a unos metros, simplemente mirándote y sonriendo. Caminas hacia ella con el corazón latiendo con fuerza. \n\n- Creo que ahora lo tengo -sonríe cuando llegas hasta donde está. \n\nSus palabras te hacen reír otra vez. \n\n- A ver -dices, divertido. \n\nLa chica se pone a caminar y tú vas a su lado: no tienes ni idea de hacia dónde, pero te da igual. \n\n- Según las marcas del cuchillo hubo un asesino diestro y otro zurdo, y algunas son profundas y otras más superficiales. Hubo dos asesinos, un hombre y una mujer: el conde Andrenyi y su esposa, estoy casi segura. Pero sigo pensando que la señora Hubbard es cómplice de algún modo, o al menos sabe algo. ¿Qué tal ahora, me voy acercando? Solo dime "sí" o "no". \n\nNo puedes evitar sonreír sin parar: ella te mira interrogante, como escrutando tu rostro tratando de encontrar una pista en tu expresión, pero tú solo estás disfrutando del momento y todo lo demás en realidad te da igual. \n\n- No es fácil contestar a eso. En cierta manera se podría decir que sí te acercas, pero...\n\nTe interrumpes un instante al ver que ella se detiene ante una puerta e introduce una llave en la cerradura. \n\n- Continúa -dice simplemente. \n\nUn poco sorprendido, mientras ella abre la puerta y entra contigo detrás, sigues hablando a pesar de que la situación se hace algo chocante. Estáis en lo que parece un recibidor, la chica camina por un pasillo mirándote aún y tú continúas tu frase mirando alrededor. \n\n- Pues... No, ese no es el camino para resolver el crimen. Deberías...\n\nMientras dices esto la sigues hasta la primera habitación de la derecha, y te quedas petrificado por la sorpresa que tienes delante. \n\nEstás en un cuarto amplio, decorado como una sala de estar muy sencilla: un sofá al fondo con un cuadro en la pared, una mesa de centro con varias sillas alrededor, y en el espacio central un hombre de pie mirándote con tranquilidad. \n\n- Bienvenido, teniente -dice el coronel Kramer. \n\nMientras tú aún estás boquiabierto por la impresión, Kramer mueve una silla y te invita a sentarte mientras habla a la chica. \n\n- ¿Algún problema? ¿Os ha seguido alguien?\n- No, señor -responde ella-. Todo ha ido según lo previsto. ¿Algo más?\n- Por el momento no. Vuelve a tu puesto y espera instrucciones. \n- Sí, señor. \n\nElla vuelve a dirigirse a la salida, pero al pasar junto a ti se para y te mira. \n\n- Creo que no seré capaz de resolver este misterio. ¿Alguna recomendación para un próximo libro?\n- //Diez negritos// -aciertas a decir. \n- Gracias -y tras decir esto se dirige por el pasillo hacia la salida, y simplemente se va. \n\nEl coronel sigue junto a la silla; por fin avanzas unos pasos y te sientas, y él mueve otro asiento para hacer lo mismo.\n\n- No debería cometer errores como este. Una chica bonita mostrándose interesada por usted, con un libro en las manos que casualmente usted ha leído hace poco: una trampa evidente, en lo sucesivo debería andarse con más cuidado. \n- ¿Cómo sabía que había leído ese libro? -preguntas con sorpresa.\n- Es mi trabajo -responde simplemente-. Si yo lo he averiguado cualquiera podría, y siempre conviene ser precavido. \n- No tenía motivos para tomar precauciones, señor, ni tampoco para temer ninguna trampa. Solo soy una persona normal y corriente que se dirigía a casa después del trabajo. \n\nKramer se echa hacia adelante y te mira fijamente. \n\n- Justamente eso, teniente, es lo que puede estar a punto de cambiar. \n\n<<choice "La propuesta de Kramer">>